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Contribuciones a la Historia del Arte en Ecuador. Volumen I<br />
dicho en nuestro anterior capítulo cuando hicimos mención del altar que existía en la portería del<br />
convento. Las placas son todas de un solo tamaño, cuadradas pero las labores que tiene cada recuadro<br />
del zócalo son distintas. La ornamentación posee mucha valentía en el modelado y está tratada con<br />
una gran comprensión del efecto que estaba destinado a producir.<br />
Frente al altar principal hay un jube o tribuna larga de madera tallada y dorada con una reja preciosa<br />
de arabescos, de estilo barroco, que termina con una decoración de imbricaciones en su parte baja y<br />
apoya sobre una simpática ménsula de piedra.<br />
La Capilla posee cuatro telas, que decoran sus paredes. Las dos más grandes, que representan la<br />
Asunción y la Ascensión, ocupan gran parte de las paredes laterales que soportan la bóveda del primer<br />
cuerpo de la capilla y bajan, llenándola completamente, siguiendo la forma del arco y de las pilastras<br />
que lo sostienen. Las dos pequeñas, colocadas a un lado y otro de la ventana en donde se halla el<br />
escudo, se recortan siguiendo también la forma del arco que sostiene la cúpula del segundo cuerpo y<br />
terminan en la línea del nacimiento del arco, encima de la puerta cegada en donde se halla la tumba del<br />
comisario Villacís. El modo cómo están colocadas las telas y su forma especial nos hacen creer que<br />
ellas fueron hechas con destino a los sitios que ocupan. Aún mas, el estado en que hoy se encuentran<br />
nos procuran un indicio de que la Capilla de Villacís debió ser decorada con revestimiento de madera<br />
tallada y dorada: no lo fue por cualquiera causa; pero esa debió ser la intención del comisario o la de los<br />
que la proyectaron. Esos cuadros, expresamente trabajados para, aquellos sitios, reclaman molduras,<br />
marcos, cornisas, y el pequeño resto de pared escueta que allí queda, pide la decoración escultórica de<br />
los revestimientos en madera. Esos cuadros que, por otra parte, son muy bien pintados, no debieron<br />
ser encargados para ponerlos en las paredes sin el marco más ordinario, sino para formar parte de una<br />
gran decoración. Ni es posible que el comisario Villacís, teniendo como tenía un sitio arquitectónico<br />
mejor que el de la Capilla de Sta. Marta o del comulgatorio, haya querido ser menos magnífico que<br />
Rodrigo de Salazar, que levantó en ésta tres hermosos retablos, aunque inferiores, al único que tiene<br />
la Capilla de Villacís. Además, lo tosco e inconcluso de las bóvedas indican también que tenían de ser<br />
artística, y desde entonces comenzó a levantar el arte de la mayólica mexicana reviviendo muchas de<br />
las figuraciones de los antiguos objetos. La mayólica de México en muchos de sus dibujos no será<br />
artística; pero tiene un elemento propio lleno de vigor, un sentimiento original nacido de la fusión del<br />
arte español y de las tradiciones mexicanas, que ha sido tal vez lo que la colocó, desde mediados del<br />
siglo XVII hasta la mitad del siglo XVIII, en una gran situación, pues durante este período produjo<br />
obras que eran absolutamente distintas de las de otros países. ( N. del A. )<br />
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