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Contribuciones a la Historia del Arte en Ecuador. Volumen I<br />

trece escalones que forman semicírculos convexos y la que arranca del descanso circular que forma<br />

el decimocuarto escalón, sección formada por nueve escalones en semicírculos cóncavos hasta llegar<br />

a la hermosa explanada del atrio. El trazo de esta grada es perfecto y original. Del décimo escalón de<br />

la primera sección se levanta a cada extremo una pirámide ornamental de piedra, de base cuadrada y<br />

terminada en una bola. Estas pirámides sirven de punto de apoyo y de arranque al pretil que comienza<br />

subiendo hasta el atrio en línea paralela al edificio de la iglesia para dar mayor amplitud y elegancia,<br />

a la sección superior de la grada. Luego continúa siguiendo la línea del atrio hasta descender por los<br />

escalones de las gradas laterales y terminar en otras pirámides semejantes a aquellas, desde las cuales<br />

partió. Adviértase que el pretil no sigue una sola línea recta, sino una línea quebrada, de modo que<br />

el atrio que en su mayor parte, tiene doce metros de ancho, frente a la iglesia tiene quince metros y<br />

en el trayecto inicial de las gradas laterales, diez.<br />

Domina en este soberbio atrio la línea horizontal severa del Renacimiento que como lo recordamos<br />

en el capítulo anterior principiaba a introducirse en España con los albores del siglo XVI. Las formas<br />

del atrio y pretil son del mejor gusto barroco, lo que tiene que llamar la atención de los que saben<br />

que durante más de medio siglo XVI la arquitectura ojival pura o apenas mezclada con partículas del<br />

Renacimiento se mantenía aún en vigor en España, por artistas como Juan Gil de Hontañon y su hijo<br />

Rodrigo: arquitectos fieles al sistema y formas de las construcciones medioevales.<br />

Es curioso que en casi todas nuestras iglesias se hubiere conservado el atrio bizantino que la Iglesia<br />

Católica adoptó en la construcción de sus basílicas en los primeros tiempos del Cristianismo como<br />

lugar reservado a los catecúmenos y a los penitentes. Es verdad que el atrio de nuestras iglesias con<br />

pretil, es el atrio de la Edad Media, casi siempre circuido por muros bajos y situado auto el pórtico<br />

principal de las iglesias; pero eso mismo nos llama la atención, que en los siglos XVI y XVII, es decir,<br />

en pleno Renacimiento, mientras en España, apenas una que otra iglesia se hacía con atrios y pretiles,<br />

en Quito se hubiere construido casi todas con un detalle ya casi abandonado. Porque nuestras iglesias,<br />

casi sin excepción alguna, han tenido y tienen todavía muchas de ellas, atrios con pretil. San Francisco,<br />

la Catedral, el Hospital, el Carmen Moderno conservan sus pretiles hermosos y elegantes; habiendo<br />

sido inconsultamente despojados de ellos la capilla mayor, la Compañía y la Merced. Otras iglesias<br />

como San Agustín y el Carmen Bajo, tienen sólo atrio y Santo Domingo y Santa Clara nada: la iglesia<br />

y el convento se levanta directamente del nivel de la plaza. Verdad es que la topografía de Quito se<br />

prestaba a ello, pero hay que tener en cuenta que la capilla mayor por ejemplo se levanta del nivel de<br />

la calle y tuvo un precioso atrio con pretil hasta el año de 1900 más o menos, en que se le lo demolió<br />

por orden policial. Otro tanto decimos del pretil que ceñía a la izquierda de la iglesia de la Compañía<br />

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