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Contribuciones a la Historia del Arte en Ecuador. Volumen I<br />
encender luces en honor de la Virgen, existía hasta hace unos seis años un hermoso poyo de ladrillo<br />
revestido de azulejos fabricados en Quito. Ese poyo fue por entonces demolido, entre otras razones,<br />
por la de que ciertos curiosos visitantes habían dado en la manía de sacarse los azulejos. Efectivamente<br />
varias veces vimos en estado casi de completa destrucción ese poyo. Los azulejos fueron trasladados<br />
a la Capilla Villacís para completar el primoroso zócalo que allí se encuentra en la parte que antes<br />
estaba ocupada por la escalera que conducía al claustro alto principal. Cuando nos ocupemos de la<br />
iglesia, hablaremos de estos azulejos. Por lo pronto basta saber que la fecha en que se levantó el poyo<br />
fue el 2 de marzo de 1776, según rezaba una inscripción que en uno de los azulejos había sido impresa<br />
en negro 40 .<br />
Los cuadros que dejamos enumerados se hallan pegados a la pared con lujosas y adecuadas<br />
molduras talladas que forman parte de toda una decoración de madera dorada corrida en todas las<br />
paredes de esta sala. Sobresalen los tres de la pared izquierda de la entrada, es decir los retratos de fray<br />
Domingo de Brieva y fray Pedro Pecador y el cuadro de la Flagelación de Jesucristo. Los dos primeros<br />
son sin disputa del gran maestro Miguel de Santiago, el más grande de los pintores que figuraron<br />
en América durante la Colonia y que, indudablemente no ha sido superado hasta hoy. Es un clásico,<br />
digno de figurar al lado de los más grandes maestros de la pintura universal. Ya tendremos ocasión<br />
de hablar de él en el respectivo capítulo que a los pintores del Ecuador dedicaremos en esta obra.<br />
En ambos retratos se nota la franqueza y valentía de ejecución que tanto caracterizan a nuestro<br />
insigne pintor; pinceladas largas y seguras, que al mismo tiempo que comunican frescura al color<br />
son indicio cierto del talento artístico que poseía Miguel de Santiago. La composición en ambos es<br />
muy sencilla: fray Domingo de Brieva está sacando de la manga de su hábito un pan para entregar a<br />
un pobre que postrado en tierra, la extiende en ademán suplicatorio; fray Pedro Pecador se prepara a<br />
recibir un hábito que le trae un ángel: ambos retratos son de tamaño natural y cortados elegantemente.<br />
40 Hubo en la portería de San Francisco, debajo del cuadro de la Virgen Dolorosa una como mesa de<br />
altar hecho con ladrillos antiguos. Los devotos se subían a ella para poner velas a la Sagrada Imagen<br />
y por esta causa varias veces hubo peligro de que se quemase la Imagen, y para evitar este perjuicio,<br />
se quitó la sobredicha mesa. En esta había un ladrillo con la inscripción que se ve arriba (a dos de<br />
março 2 1676 se izo este altar) y en el que se fijó el señor Jorge Landívar y se aficionó como amante<br />
de las antigüedades y nos rogó que se lo cediésemos, y en vista de que el joven se aprovechará de<br />
él, se lo cedemos. Fray Buenaventura M. Orbea, Vicario Provincial. (Boletín de la Bibliot. Nac. Vol.<br />
II, 1919, pág. , 25). ( N. del A. )<br />
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