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Contribuciones a la Historia del Arte en Ecuador. Volumen I<br />

Puédese también suponer que los planos no vinieron de tan lejos. No olvidemos que la Orden<br />

Franciscana de Quito dependió en sus primeros años de la provincia franciscana de los Ángeles de<br />

México, cuyo superior, el Padre Francisco Victoria fue quien envió a la fundación de conventos en<br />

estos reinos a fray Jodoco y sus dos compañeros: fray Pedro Goscal y fray Pedro Rodeñas. La natural<br />

comunicación que debió quedar establecida entre la comunidad de Quito y la de México, su inmediata<br />

superiora, bien pudo originar la petición del padre Jodoco al provincial de San Francisco de México,<br />

de que le fuesen enviados planos para edificar el convento y la iglesia de San Francisco de Quito.<br />

Hubo tantos arquitectos en México en aquel tiempo y se construyó tantas iglesias, unas según los<br />

planos dibujados por arquitectos españoles y otras según los hechos por mexicanos que aprendieron<br />

su arte de los españoles, que no es imposible que se hubiera recurrido a aquel virreinato en busca del<br />

modelo para la construcción de la hermosa fábrica de San Francisco de Quito. Además, la comunidad<br />

religiosa más constructora de todas las que fueron a Nueva España fue la del Seráfico de Asís, como<br />

que tuvo en su seno a fray Pedro de Gante, hijo de Carlos V, uno de los constructores del monasterio<br />

y la iglesia de San Francisco de México y de otras cien iglesias y capillas en aquel reino, y como que<br />

once años antes de la conquista y fundación de Quito, esa misma comunidad franciscana edificó en<br />

Tlaxcala el primer templo de México.<br />

Sólo que nos asalta una dificultad. ¿Quién mandó en este caso la planimetría y topografía del<br />

terreno en que debía edificarse ese monumento? Fijémonos el lugar en que hoy se levanta la portentosa<br />

fábrica; démonos cuenta de lo que fue ese lugar el año de 1534 por lo que las crónicas nos dicen y<br />

veremos cómo no podían hacerse aquellos planos que comprenden todo un problema constructivo,<br />

sin conocer personalmente o por medio de planos topográficos y planimétricos, el terreno por demás<br />

quebradizo y pendiente en que se trataba de edificar.<br />

Si, pues, se supone que pudieron venir los planos de la fábrica, de España o de México, es lógico<br />

suponer también que de aquí se mandaron los planos correspondientes topográficos y planimétricas<br />

del sitio que a fray Jodoco dieron Benalcázar en 1534 y el cabildo quiteño en 1536. Quienes delinearon<br />

la ciudad el año de su fundación ¿serían capaces de levantar estos planos? ¿No lo serían?<br />

Puédese, también, suponer perfectamente que vinieron de España arquitectos para la construcción<br />

del monasterio franciscano, arquitectos que conociendo prácticamente el terreno, supieron aprovechar<br />

de su inclinación, para el trazo y ejecución de aquella admirable grada y hermoso pretil, sobre el cual,<br />

que habiendo visto todo se elija la mejor traza». (P. Sariñana, Noticia breve de la solemne y deseada<br />

última dedicación del templo metropolitano de México ). ( N. del A. )<br />

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