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Contribuciones a la Historia del Arte en Ecuador. Volumen I<br />

custodia que perteneció a la Capilla de la Virgen de Chiquinquirá, pobre como joya, pero apreciable<br />

ejemplar de la orfebrería quiteña.<br />

En el callejón que une la sacristía a la iglesia, hay una puerta en la pared derecha que conduce a<br />

una pequeña capilla dedicada a la Virgen de Illescas cuyo retablo debe también ser, como dijimos,<br />

hecho con los restos de los retablos que cubrían las paredes laterales del presbiterio. La capilla como<br />

el callejón aquel, cubiertos de bóveda, son partes integrantes de los corredores del tercer claustro, y<br />

revelan como dijimos más arriba lo que fue la arquitectura con la que se edificó todo el convento.<br />

Además de este conjunto de edificios que forman el convento de San Diego, existía antiguamente<br />

en la parte superior de sus dominios una ermita, construida en tiempo inmemorial para devoción de los<br />

religiosos que querían retirarse al espeso monte, que cubría entonces esos lugares, a orar con fervor y<br />

recogimiento. Esta ermita se halla hoy en ruinas. Ya a principios del siglo XIX, fue ese recinto víctima<br />

de los ladrones, que lo saquearon; por lo cual los religiosos decidieron abandonarla, no sin conservar<br />

lo que buenamente se pudiera 149 . En el camino que conduce a la ermita, existen aún los restos de<br />

una preciosa fuente hecha de piedra por los religiosos, a la que descendían las aguas regaladas por<br />

el Cabildo de Quito.<br />

***<br />

He aquí descrito brevemente lo que fue y lo que es hoy el convento de San Diego de Quito. Tal<br />

como quedó a raíz de las mejoras que realizó el padre Larrea, debió de ser una joya artística, ya por<br />

la arquitectura, sencilla pero correcta de sus claustros y dependencias, todos de bóveda, ya por las<br />

riquezas que en pintura, escultura y orfebrería encerró hasta mediados del siglo pasado. Lo que aún<br />

subsiste, apenas son débiles muestras de su primitiva grandeza. La comunidad franciscana nada ha<br />

podido hacer, por su excesiva pobreza, para restaurar el edificio a su anterior estado, lo que les habría<br />

sido muy fácil, si a raíz del terremoto de 1868, hubieran tenido una pequeña parte de los recursos<br />

con que contaron durante la Colonia. La reedificación que hicieron fue muy pobre; nada de lo que se<br />

destruyó se repuso. Por eso vemos los claustros sin las bóvedas, la sacristía mostrando su esqueleto,<br />

149 Leyóse un pedim. to del P. Guard. n de S. n Diego Fr. Antonio Sanz, el q. e solicita a mober<br />

de la Ermita los franmentos que han dejado los Ladrones, y se proveió, que si estos franmentos son<br />

cosas de poder guardar por estar fuera de sus Edificios los guarde con cuidado; pero si son los q. e<br />

existen en paredes, procure su concerbación sin hacer novedad. ( Arch. franc. , libro 4.° de Becerro,<br />

fol. 386 vta. ). ( N. del A. )<br />

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