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Contribuciones a la Historia del Arte en Ecuador. Volumen I<br />

adornadas con revestimientos de madera semejantes a los que decoraban las bóvedas correspondientes<br />

a los altares de las naves laterales de la iglesia.<br />

Los cuadros grandes -La Ascensión del Señor y La Asunción de la Virgen- debieron ser de las<br />

hermosas pinturas que tenían los franciscanos. Decimos debieron ser, porque hoy se encuentran<br />

retocados, si no mucho o completamente, lo necesario para quitarle su belleza. Quedan sin embargo<br />

algunas partes intactas por las cuales se alcanza a comprender el valor artístico de aquellas obras. Las<br />

dos son del mismo pincel y de la misma mano. En el uno, Cristo sube al cielo rodeado de ángeles que<br />

en su derredor revolotean, mientras lo contemplan -desolados- su Madre y los doce Apóstoles. En el<br />

otro, María es llevada por los ángeles al Paraíso mientras los discípulos de Jesús y las santas mujeres<br />

se agitan, llorosas, en medio de la tumba vacía. La composición de ambos es muy bien concebida,<br />

los grupos bien resueltos, el colorido armonioso, aunque pobre, las figuras perfectamente dibujadas<br />

y todo pintado largamente, con un dominio perfecto de la técnica y con gran fuerza y virilidad. En<br />

uno y otro cuadro, las cabezas de los grupos bajos que no se hallan retocadas son espléndidas y nos<br />

hacen recordar su ejecución y colorido las de los profetas de Gorívar, a quien con mucha probabilidad<br />

pertenecen estas dos telas magníficas. Aún las arrugas de ciertos vestidos y mantos de los personajes<br />

delatan la manera de Gorívar, con la diferencia que como las figuras son algo más grandes que el<br />

natural, todo en los cuadros está tratado con un sentimiento más amplio y más libre y sin ese acabado<br />

que tiene en los profetas, como que Gorívar sabía el objeto que debían tener sus cuadros. No habíamos<br />

conocido desnudos pintados por este gran artista; ha sido preciso conocer estas telas y examinar de<br />

cerca aquellos cuerpos de ángeles en que las dificultades del escorzo se hallan resueltas con asombrosa<br />

facilidad y las carnes pintadas con verdadero encanto, para saber de lo que era capaz Gorívar. Es<br />

lástima, volvemos a repetir, que se hubiere retocado gran parte de los desnudos, precisamente, y con<br />

una tosquedad propia de mano inhábil y de espíritu antiartístico. El corazón se enciendo en ira ante<br />

un crimen semejante. En algunas partes se ha cubierto completamente la pintura original, de manera<br />

que para valorizar el mérito de lo que se ha perdido es preciso ver de cerca las figuras que no han sido<br />

tocadas. Así, por ejemplo, para juzgar lo que fueron los desnudos de los ángeles es necesario ver en<br />

el cuadro de la Asunción el grupo central sobre el que descansa la Virgen; allí se distingue, aún desde<br />

la tribuna, una pierna en escorzo que es todo una maravilla, como lo es también el brazo del apóstol<br />

que en ese inmenso cuadro levanta el sudario que envolvió el cuerpo de María, cuando se hallaba en<br />

el sepulcro, que en ese momento los discípulos de Jesús lo encuentran vacío.<br />

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