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Contribuciones a la Historia del Arte en Ecuador. Volumen I<br />
En 1819, en el altar del comulgatorio se colocó una imagen grande de Nuestra Señora del Belén,<br />
muy bien vestida y se reparó el órgano que le faltaban 112 flautas.<br />
En 1824 se puso un Padre Eterno en el altar de San José, un San Joaquín y una Santa Ana de una<br />
vara tres cuartas, dos imágenes de San José y la Virgen para el Belén, cinco cuadros de los santos<br />
doctores con sus molduras doradas en la sacristía; ocho ángeles en el sagrario y un par de espejos<br />
con sus molduras.<br />
La sacristía que se hallaba contigua a la iglesia, era también muy interesante y encerraba<br />
curiosidades artísticas. La entrada a ella, que estaba junto al altar mayor, se cerraba con una puerta<br />
pequeña de dos hojas de madera pintada, tallada y dorada; pero fuera de esta puerta, que daba acceso<br />
a la antesacristía solamente, había otra de una sola hoja por la que se entraba al interior de la misma<br />
sacristía, que tenía dos ventanitas con rejas de madera, que daban para el patio antiguo y en la<br />
antesacristía, otra ventanita con rejas de hierro hacia el mismo patio. En la sacristía que llamaban<br />
interior, para distinguir de la antesacristía, había en su testera un retablo fijo con un cuadro de la<br />
Sábana Santa, dos escritorios de Quero con muy buenas taraceas, otro con embutidos de carey, y el<br />
retrato del padre fundador del colegio, fray Dionisio Guerrero, dos espejos, las imágenes de la Virgen<br />
de Dolores, San Pedro Regalado, San Diego, San Jácome de la Marca, cuatro ángeles de casi una vara,<br />
seis santos «de retoque antiguo», cinco cuadros de los Doctores de la Iglesia, tres «pertenecientes al<br />
General», uno del nacimiento, un lienzo de la soledad y otro cuadrito de San Cayetano.<br />
En la iglesia se hallaban colocados en lugares convenientes algunos cuadros de diversos tamaños<br />
y calidades, «pegados entre la obra de talla y dorados de las paredes»; uno del Ecce Homo, otro de la<br />
Purísima, otro de San Juan Nepomuceno, otro del martirio de San Juan, otro de Santa Gertrudis, otro<br />
de ánimas, otro de Nuestra Señora de las Nieves y otro de Santa Bárbara.<br />
El Padre Murgueitio compuso también la sacristía con solícito cuidado. Mandó pintar «a la<br />
chinesca» el retablo que estaba en su testera y puso cuatro niñitos «nuevamente encarnados» repartidos<br />
con simetría a sus lados; colocó cinco espejos y cuatro láminas con sus molduras respectivas y copetes<br />
dorados, del Señor, de la Virgen, de Santa Gertrudis y Santa Teresa.<br />
Como todas las iglesias franciscanas del Ecuador, la de San Buenaventura tenía primorosas y ricas<br />
obras de orfebrería: rejillas, mariolas, incensarios, vinajeras, salvillas, navetas, cálices, diademas de<br />
santos, cruces, ciriales, coronas, potencias y sobre todo una rica «custodia de plata de cinco cuartas<br />
de altura, con el peso de veinte marcos, toda ella dorada, el sol enjoyado con piedras francesas de<br />
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