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Contribuciones a la Historia del Arte en Ecuador. Volumen I<br />
en un sitio adecuado, y el menos distante del cráter. Un diestro artífice quiteño la hizo, reproduciendo<br />
en una pequeña piedra de sesenta centímetros a la Virgen de Mercedes de Carlos V. La devota imagen<br />
fue colocada en un desierto campo de las alturas de Pichincha, que muy pronto se convirtió en un lugar<br />
de piadosas peregrinaciones de los quiteños; pero al andar de los tiempos, decayó esta devoción hasta<br />
desaparecer por completo. Entonces los padres franciscanos de San Diego, bajaron de la montaña a la<br />
imagen y la colocaron en su templo; en donde se la conserva con todo culto y veneración. La pequeña<br />
estatua es de piedra, como dejamos dicho, magníficamente labrada, y en su principio fue pintada y<br />
estofada. Naturalmente, las inclemencias que padeció al aire libre debieron destruir esa pintura, pero<br />
hoy la han renovado, según lo demuestra el rostro, que es lo único visible de la imagen, ya que el<br />
cuerpo se halla oculto entre vestidos de seda que cubren los que el escultor talló en la piedra.<br />
La Capilla de Nuestra Señora de la Caridad de Illescas estaba al lado izquierdo de la iglesia y<br />
debajo del coro. No era muy rica. No sabemos cuándo se la dedicó; pero debió ser al menos en el siglo<br />
XVII, porque la Bula de Clemente XII de 2 de marzo de 1739, por la cual estableció en San Diego<br />
de Quito la Cofradía de la Virgen bajo aquella advocación, alude a que desde hacía mucho tiempo<br />
se la veneraba en dicha iglesia.<br />
En el expediente apostólico de la fundación en Quito de dicha cofradía cuyas constituciones fueron<br />
aprobadas el 23 de setiembre de 1740 por el obispo Andrés de Paredes y junto con la Bula Pontificia,<br />
hay una verdadera curiosidad artística: una estampa de la Virgen de Illescas grabada en acero por un<br />
grabador quiteño, Manuel Pérez, según consta del letrero puesto a pluma por su propio autor, que era<br />
entonces Síndico de la Confraternidad. Parece hecha en 1827, a juzgar por la inscripción que dice:<br />
«La Estampa no vino de Roma, sino q. e se cosió aquí p. r gracejo, el Sab.º 12 de Mayo de 1827,<br />
echa p. r el Sind.º M. Pérez» 131 .<br />
131 Arch. franc. , leg. 2, N.º 10. Como dato curioso consignemos el siguiente. En el N.° 11 del mismo<br />
legajo 2, consta una solicitud elevada por el presbítero Manuel Félix Acevedo, capellán del Hospicio<br />
de Pobres y síndico de la Cofradía de la Caridad de Illescas, al Concejo Municipal de Quito, para que<br />
acuerde asistir en corporación, cada año, a la fiesta que se celebraba en la dominica siguiente al día<br />
de la Epifanía. Los motivos que alegaba eran: el milagro de haber hecho llover en el mes de febrero<br />
de 1825, después de una procesión, de San Diego a la Catedral, en donde se le hizo una novena, y el<br />
triunfo de Ayacucho. Respecto de este segundo motivo dice: «Pero aún resta más y es q. e , con motivo<br />
de q. e todavía ocupaban los tiranos opresores los citios del Perú y de haverse publicado en esta ciudad<br />
de q. e el Exmo. Sor Pres. te , de nuestra República les havía dado una acción en el llano de los Reyes,<br />
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