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Contribuciones a la Historia del Arte en Ecuador. Volumen I<br />
decorativa que el retablo del altar de San Lucas. Su cuerpo inferior tiene tres nichos: el del centro<br />
ocupa la estatua de San Juan Nepomuceno y las de los flancos, las de Santa Isabel Reina de Hungría<br />
y Santa Rosa de Lima. En el cuerpo superior del retablo hay un solo nicho, que lo ocupa una estatua<br />
muy grande del Salvador del mundo; a los lados, ya en los extremos del retablo, las estatuas de San<br />
Antonio, a quien le falta el niño, y San Ignacio.<br />
Antes se encontraba en este retablo, en el nicho central inferior, la preciosa estatua del Señor de<br />
los Remedios, clásica escultura de la imaginería religiosa española, a la que describiremos luego. A<br />
los dos lados, en sus respectivos nichos se hallaban San Antonio y San Ignacio, las estatuas que hoy<br />
se encuentran arriba del retablo: el primero tenía en la una mano, un Niño «vestido con raso sajón y<br />
sombrerito con pluma» y en la otra, un bastón jaspeado de marfil y carey, puño y contera de plata.<br />
En la parte superior del retablo estaba un calvario completo y la cruz del Crucificado tenía cantoneras<br />
de plata. A los lados del Calvario se encontraban San Juan Nepomuceno y Santa Rosa de Lima de<br />
treinta a treinticinco centímetros de alto. El retablo estaba, además, adornado con cinco espejos, dos<br />
lucernas y dos pilares de espejo. Tenía también tres rejillas de filigrana de plata delante de cada nicho<br />
del cuerpo inferior.<br />
Comparando épocas, vemos claramente el descuido contemporáneo y la solicitud de tiempos<br />
anteriores; ésta, que había hecho de cada retablo una joya, aquel, que los ha convertido en girones<br />
de miseria.<br />
Bajando al centro de la iglesia, llama la atención el púlpito: una masa singular de madera, ricamente<br />
labrada y dorada que se sustenta sobre insignificante columna y se destaca sobre tan cielo pintado<br />
sobre una tabla y en el que aparece el Espíritu Santo. Rodea a la tabla, preciosa y rica moldura tallada<br />
y dorada, que lleva un copete magnífico del mismo estilo de ella, que se encorva hacia adelante, a<br />
manera de concha para reemplazar al portavoz.<br />
A continuación del púlpito e inmediato a él, está el altar llamado de Señor de la Resurrección, cuyo<br />
retablo es el más precioso de la capilla después naturalmente del altar mayor, ya por la calidad de la<br />
línea arquitectónica, ya por la riqueza de la ornamentación. Toda la abertura de la pared destinada al<br />
retablo se encuentra íntegramente decorada, de la archivolta del arco hasta sus paredes interiores; con<br />
arabescos, follajes, florones, sarmientos, frutas, ángeles y nichos fingidos que dan cabida a apreciables<br />
telas de la legítima primitiva escuela quiteña. El nicho central lo ocupa hoy la imagen del Señor de los<br />
Remedios, obra profundamente española en la que está representado el Hijo de Dios con su manto de<br />
púrpura, su corona de espinas, sus tres potencias de plata y sus sandalias de terciopelo realzado de hilo<br />
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