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Contribuciones a la Historia del Arte en Ecuador. Volumen I<br />
brillantes, rubíes, topacios, partas y algunas esmeraldas finas, el relicario guarnecido con 17 perlas,<br />
esmaltadas en azucenitas de oro, dos cruces unidas en el remate de la corona, la una de pastitas verdes<br />
en oro, y la otra de piedras que llaman pantauras, seis espigas con perlas en la corona, la cruz se halla<br />
rodeada de perlas, grandes, finas, al pie del sol están seis barriles de cristal que llaman cataneos, con<br />
cuarenta y dos perlas en forma de broches sobre cada barril: una palomita de una sola perla al remate<br />
del Sol, con rematico de oro y sus chispitas de diamantes» 112 .<br />
Tenía también enorme cantidad de ornamentos de brocado, alfombras para la iglesia, que se tendía<br />
sobre el pavimento, ordinariamente con esteras, en los grandes días de fiesta, en especial en la de<br />
San Buenaventura, que se solía solemnizar con «luminarias, albazo, castillos, bolatería, cuatro ruedas,<br />
chamisas y gran aparato de música».<br />
De la antesacristía se salía al convento por una puerta de una sola hoja, junto a la cual había una<br />
escalera de piedra para las piezas altas que formaban parte del patio y pertenecían al colegio de<br />
San Buenaventura. A la derecha de dicha grada estaba el corredor que comunicaba con el expresado<br />
colegio y que más tarde fue cerrado con adobes. En este corredor se hallaba una puerta de madera de<br />
una hoja, que daba entrada a una pieza con dos ventanas hacia el patio. A la izquierda de la escalera<br />
mencionada había otra puerta de dos hojas por la que se entraba a las primitivas celdas que estaban<br />
bajo bóvedas, con sus ventanas altas hacia el patio y que fueron abandonadas porque la humedad,<br />
no sólo les atacaba, sino que se infiltraba hasta la sacristía. Esta humedad fue la causa efectiva de<br />
la destrucción y abandono subsiguiente de la iglesia y dependencia de San Buenaventura. Hoy, la<br />
preciosa e histórica iglesia se halla totalmente cambiada; no hay nada que recuerde lo que fue ese<br />
precioso relicario, el precursor de la grandeza franciscana en nuestro país. Los frailes, al abandonarlo,<br />
se llevaron al convento grande todas sus riquezas, desde el órgano y el púlpito hasta los altares, los<br />
cuadros y las imágenes, y de todo esto, ¡triste es decirlo! apenas si hoy existen ¡rastros ligeros!... El<br />
tiempo y el descuido los destruyeron ¡en menos de un siglo!<br />
***<br />
Pasemos ahora al tercer templo franciscano que se halla en el maravilloso atrio, que para embellecer<br />
y levantar las «Casas del Señor San Francisco» construyeron en Quito los primeros religiosos<br />
112 Archivo franciscano, leg. 4.°, N.° 7, lib. 1.°, leg. 7.º, N.º 3, c. 1.º, y leg. 7.º, N.° 3, c. 2.º. . ( N.<br />
del A. )<br />
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