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Contribuciones a la Historia del Arte en Ecuador. Volumen I<br />
La escalera del púlpito se asentaba directamente sobre la plataforma del primitivo presbiterio; pero<br />
reducido éste al espacio actual a fin de aumentar el sitio para los fieles, cuando esa iglesia llegó a<br />
ser, muy concurrida por los católicos quiteños y hasta la obligada para las exequias de los nobles y<br />
ricachos colonos, hubo que crear los cuatro escalones de piedra sillar sobre los que hoy se asienta.<br />
Pero no es la escalera el único medio de acceso a la cátedra; hay otro que señala la pequeña puerta de<br />
una sola hoja y tarjeta de vidrio, que comunica con el claustro superior del convento y que se muestra<br />
junto al retablo de San Diego que une o el púlpito con el tornavoz. Esa puerta está hoy cubierta con<br />
dos cuadritos en sus respectivas molduras doradas.<br />
El coro de la iglesia se levanta sobre bóveda y es bastante espacioso. Se encuentra en él un precioso<br />
facistol dorado con taraceas, de aquellos que el Renacimiento compuso para tener cuatro libros<br />
abiertos a la vez, que remata en un cimborio cuadrangular bajo el cual se halla una estatuilla de la<br />
Inmaculada. Y se muestra también un Cristo crucificado de tamaño natural, de hermoso aspecto,<br />
y al que la tradición señala como a partícipe en la leyenda histórica del Padre Almeyda, de la que<br />
hablaremos algo luego, ya que no es posible desligar esa tradición del convento sandiegano. La sillería<br />
del coro la componen 25 sitiales altos y 16 sillas bajas, de cedro, faltando el espaldar del sitial del<br />
centro. Los respaldos elevados de sitiales son pobres, ligeramente decorados con pequeños columnas,<br />
que, con las molduras del zócalo y de la cornisa, forman espacios rectangulares en los que se han<br />
pintado muy sumariamente a tres o cuatro tintas, al óleo, varios santos en medio de escudos o cartelas<br />
de conchas, de dibujo caprichoso que recuerda el estilo Luis XIV. En el conjunto prevalecen el rojo<br />
y el azul. De las paredes del coro penden varios cuadros: un San Francisco, un San Sebastián, una<br />
Santa con báculo pastoral en la mano y una Inmaculada con su túnica y manto dorados, sumamente<br />
interesante.<br />
Debajo del coro, hay varios cuadros: dos magníficos que representan el uno a San Francisco, en<br />
actitud de dejarse examinar por fray León su mano estigmatizada, y el otro a Santo Domingo, a quien,<br />
tras sangrienta disciplina, limpia las espaldas un hermano de la orden. Las preciosas molduras en las<br />
que hasta hace poco estaban encuadrados, han sido sustituidas por otras de horrible aspecto. Hay otros<br />
dos pequeños que representan a dos santos, y que nos parecen del mismo autor de los cuadros que se<br />
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