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Contribuciones a la Historia del Arte en Ecuador. Volumen I<br />
Pero sigamos la evolución del arte en España y veamos cómo le invadió el Renacimiento y el efecto<br />
que causó en el Gótico hasta la formación del estilo plateresco en la Península.<br />
Cuando en el siglo XV desapareció en España el feudalismo, desapareció también como<br />
consecuencia, la arquitectura ojival, que sirvió admirablemente a la política de aislamiento en que se<br />
encerraban todos y, además, porque en el terreno del arte había dado todos los frutos que podía dar.<br />
Su misión estaba realizada.<br />
Vinieron nuevos tiempos e ideas, nuevos deseos y nuevo ambiente, y con la Reforma surgió el<br />
Renacimiento, aun cuando más ventajas que Carlos VII y Juan Hus, lograron alcanzar Dante, Petrarca,<br />
Boccaccio y esa mar de poetas y filósofos que florecían a la sombra del papado, para la nueva escuela<br />
política, filosófica y literaria de Europa que, favorecida por la Iglesia, fue el origen principal de la<br />
gran revolución renacentista.<br />
Esta revolución hecha y ganarla en Italia, colocó a los italianos en condiciones ventajosas para<br />
ser los maestros del mundo en el nuevo arte que surgía, ya que los góticos sólo sabían la rutina<br />
del arte ojival, la práctica de construir y edificar; pero no eran arquitectos. No nos debemos, pues,<br />
admirar que, en no habiendo estos en Francia, Luis VII y Francisco I hasta Luis XIV ocurrieran a<br />
Italia por arquitectos capaces de construir obras del nuevo estilo, y que en el reinado de este último<br />
monarca se mandara a Roma artistas franceses para ser moldeados en la nueva escuela. De este modo<br />
se revolucionó la arquitectura en Francia.<br />
En España fue sólo cuestión de moda.<br />
Porque el arte gótico en el siglo XV y principios del XVI estaba en auge y no encomendado como en<br />
Francia, a la rutina, sino a buenos artífices. En Castilla estaba fresca y lozana la escuela de los colonias.<br />
Los españoles por tradición conservaban en su pureza y con gran veneración el principio católico y<br />
horrorizábanse sólo con la idea de la Reforma en los principios religiosos. Mientras en Francia se<br />
demolía el Louvre de Carlos V y Felipe Augusto, en España se construían recién las catedrales de<br />
Astorga, de Gerona, de Sevilla y de otras muchas ciudades y se completaban las de Burgos, Valencia,<br />
Toledo y Salamanca, al mismo tiempo que se levantaban muchos conventos y edificios civiles 9 .<br />
Sin embargo fue preciso ceder ante el torrente y dar paso al nuevo arte. Sólo que la revolución<br />
se verificó sin la intervención de artistas extranjeros, primero en la decoración y luego en la<br />
9 Madrazo, ob. cit. ( N. del A. )<br />
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