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Contribuciones a la Historia del Arte en Ecuador. Volumen I<br />

representan a ocho santas de la orden franciscana: cuatro que son Santa Clara de Asís, Santa Vidirina,<br />

Santa Ángela de Fulgencio y Santa Rosa de Viterbo, colocadas una a una entre los arcos y las otras<br />

cuatro que llenan de dos en dos, los muros que forman el recodo junto a la puerta de la entrada. En<br />

el intradós de los arcos se encuentran igualmente, pintados sobre la piedra, los bustos de algunos<br />

santos, lo mismo que en la cara interior de las columnas que contienen los arcos, dentro de espacios<br />

dejados intencionalmente a este efecto. Entro estos cuadritos se distingue uno por el culto de que ha<br />

sido objeto: el que representa a Nuestra Señora de la Antigua, que así le llaman sus devotos. Es el<br />

único que se conserva en toda su frescura y con un hermoso marco tallado y dorado, los demás se<br />

hallan ya arruinados.<br />

El conjunto de este sitio es verdaderamente hermoso. El oro que aún se conserva entre el<br />

almohadillado, revela su riqueza y todo delata que es el único cuerpo del templo fue ejecutado de una<br />

sola vez, en una sola época y de acuerdo con un plano uniforme con la fachada. El resto del templo,<br />

así por su material, como por su estilo, corresponde a otra época y talvez a otros planos y arquitecto.<br />

Excusado es decir que junto con esta parte forma también cuerpo el coro de la iglesia, que es otro de<br />

los primeros trabajos artísticos de la época colonial en este templo.<br />

***<br />

Se entra al coro por una doble puerta: de madera la exterior, y de bastidor forrada de cuero la<br />

interior: ambas son de una sola hoja y muestra la segunda en su cara interna, un retrato al óleo de un<br />

obispo. El sitio es espacioso. A su alrededor se hallan ochenta y una sillas de cedro, distribuidas en<br />

dos alturas diferentes. Las paredes se hallan decoradas, desde encima de los espaldares de las sillas<br />

superiores hasta la mitad, con una curiosa decoración de madera tallada, pintada y dorada, dividida<br />

en paneles por medio de semicolumnas rústicas adornadas con flores y frutos. Las paneles están<br />

ocupadas por cuarenta y cinco figuras de santos de la Orden y otros santos y ángeles, trabajados en<br />

media talla y policromadas. Ocupa el centro la Virgen. Todo este magnífico conjunto es obra de fray<br />

Juan Benítez, religioso del mismo convento, que floreció durante la primera mitad del siglo XVII.<br />

Es muy probable que él mismo haya sido quien trabajó o al menos hizo trabajar toda esa inmensa<br />

cantidad de santos de media talla que decoran el crucero, el zócalo del jube del coro y el friso<br />

que corre en las paredes en donde se hallan los dos grandes altares laterales consagrados al Corazón<br />

de Jesús y a San Antonio. Se admira en este trabajo la simpatía de la decoración lineal, dorada y<br />

pintada, la proporcionada distribución entre sus partes y la ingenuidad de la labor artística, en la cual,<br />

si bien hay deformidades horribles, hay cualidades sumamente apreciables, ya de expresión ya de<br />

ejecución. A nuestro parecer, y estudiando con alguna detención todo ese trabajo del coro franciscano,<br />

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