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Contribuciones a la Historia del Arte en Ecuador. Volumen I<br />

Sobre estos terreros edificaron los franciscanos de entonces su convento de la Recolección de San<br />

Diego, retrete solitario para los religiosos que aspiraban a una vida más silenciosa y recogida, y refugio<br />

al que acudieron no pocas veces algunos de ellos, cuando en el Convento Máximo, crecían de manera<br />

espantosa, los desórdenes de una relajación disciplinaria, contrariando su buen espíritu, como sucedió<br />

durante el provincialato del padre fray Joseph de Jesús y Olmos (1747-1750) en que casi toda «la<br />

comunidad de la Casa grande se retiró a San Diego» 119 .<br />

No podía ser mejor escogido el sitio para el objeto que se propuso fray Bartolomé Rubio. Apartado<br />

de la ciudad, aún ahora mismo en que se han poblado sus alrededores, aquel lugar es verdaderamente<br />

solitario, como tal vez lo soñaron los monjes de la Tebaida. El convento es una inmensa ermita<br />

compuesta de tres pequeños claustros cuadrados, de los cuales el más interior era el antiguo noviciado<br />

de los religiosos. Además hay otras dependencias, como la antigua enfermería, un huerto de regulares<br />

dimensiones y un gran bosque de eucaliptos, que antes lo fue de capulíes, de arrayanes y de cedros.<br />

La entrada al convento está precedida de una plazoleta de piedra sillar y de ladrillo, cercada con<br />

altas murallas almenadas, a la que se penetra par una puerta de arco semicircular y techo a doble ver<br />

tiente. La plazoleta es cuadrangular, y tiene en su centro una gran cruz de piedra sobre su zócalo de<br />

lo mismo, que recuerda el año en que se concluyó esa construcción: 1625. Dentro de esta plazoleta<br />

y mirando al sudeste se ostenta, la fachada del convento y la de su pequeña iglesia. La puerta de<br />

entrada principal es sencilla, pequeña y de arco semicircular, bordeada de moldura de piedra. A ella<br />

se asciende por cinco gradas. En una de las hojas de madera que la cierran, se hallada última reliquia<br />

de la antigua puerta de madera claveteada de bronce: una rejilla del mismo metal, decorada con tres<br />

medias figuras en relieve de frailes franciscanos.<br />

Si bien fray Bartolomé Rubio, edificó en 1600 el convento sandiegano y ensanchó esa casa y<br />

dependencias en 1603 y si es cierto que en 1625 y 1626 se colocaban los humilladeros de la plazoleta<br />

y del patio del primer claustro, no lo es menos que el actual convento, tal como existió hasta 1868 y<br />

cuyos restos vemos, se comenzó a hacer el miércoles 1.º de octubre de 1698, siendo vicario provincial<br />

de la Orden fray Sebastián Ponce de León y Castillejo; síndico, el general don Simón de Ontañón<br />

y Lastra, Caballero de la Orden de Santiago; obreros, fray Juan Vitorio Baamonde y fray Manuel<br />

de Almeyda y arquitecto un negro José de la Cruz, que vivía en el Convento Máximo y le llamaban<br />

119 Arch. franc. , leg. 10, N.° 1, lib. 6, fol. 39 vta. ( N. del A. )<br />

182

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