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Estaba copiando las fórmulas cuando oí que llamaban.<br />

Me levanté rápidamente y entreabrí la puerta.<br />

Snaut alzó hacia mí un rostro reluciente de sudor.<br />

Detrás, el corredor estaba desierto.<br />

—Ah, eres tú... Entra.<br />

—Sí, soy yo.<br />

Snaut hablaba con voz ronca. Tenía los párpados<br />

hinchados, y los ojos inyectados en sangre. Llevaba<br />

un delantal antirradiactivo de caucho reluciente, y<br />

unos tirantes le sostenían los viejos pantalones grasientos.<br />

Paseó la mirada por la sala circular, uniformemente<br />

iluminada, y se detuvo en Harey; ella estaba de<br />

pie, en el fondo, al lado de un sillón. Snaut se volvió<br />

hacia mí; yo bajé imperceptiblemente los párpados.<br />

El asintió y yo dije con aire desenvuelto:<br />

—Harey, el doctor Snaut. Snaut, te presento a mi<br />

mujer.<br />

—Yo... soy sólo un miembro menor del equipo; no<br />

me hago ver con mucha frecuencia, por eso... —La<br />

vacilación de Snaut se prolongó peligrosamente,<br />

pero al fin consiguió decir:— Por eso no he tenido<br />

el placer de conocerla antes...<br />

Harey sonrió y le tendió la mano. Snaut se la estrechó<br />

con cierta estupefacción, parpadeó varias<br />

veces y se quedó mirando a Harey, sin decir nada.<br />

Lo tomé por el brazo.<br />

—Discúlpeme —le dijo a Harey—. Quería hablarte,<br />

Kelvin...<br />

—Por supuesto. —La comedia me parecía siniestra<br />

¿pero qué otra cosa podía hacer?— ¡Harey, mi querida,<br />

no te molestes! Tenemos que discutir asuntos de<br />

trabajo bastante enojosos...<br />

Tomé a Snaut por el codo y lo llevé a las butacas<br />

del otro lado de la sala. Harey se sentó en el sillón<br />

que yo había ocupado antes, y lo hizo girar; ahora<br />

podía vernos por encima del libro.<br />

—¿Qué hay de nuevo? —pregunté en voz baja.<br />

—Me he divorciado —cuchicheó Snaut. Si pocos<br />

días antes alguien hubiese iniciado así una conversación,<br />

yo me hubiera reído con ganas; pero la Estación<br />

había embotado mi sentido del humor—. Desde anoche<br />

he vivido horas que valen años —agregó—. Años<br />

que no se olvidan. ¿Y tú?<br />

Al cabo de un instante respondí:<br />

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