Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
movía entre las formas fluidas de algún edificio<br />
brotado del océano, descubría el reflejo del sol en la<br />
burbuja plateada de una simetríada, seguía con los<br />
ojos las oscilaciones de los graciosos agilus que se<br />
curvaban en el viento, me entretenía en observar unos<br />
viejos y polvorientos mimoides.<br />
Y un día, en las pantallas de los videófonos aparecería<br />
un parpadeo; el equipo de comunicaciones volvería<br />
a vivir, reanimado por un impulso que había recorrido<br />
miles de millones de kilómetros y anunciaría la<br />
llegada de un coloso metálico. El Ulises, o quizá el<br />
Prometeo descendería acompañado por el chillido ensordecedor<br />
de los gravitadores. Yo subiría a la plataforma,<br />
y vería batallones de autómatas macizos, de<br />
blanco caparazón, criaturas inocentes que no vacilaban<br />
en destruirse a sí mismas o en destruir el<br />
obstáculo imprevisto, cumpliendo las órdenes<br />
registradas en los cristales de la memoria. Luego, más<br />
veloz que el sonido, la nave se elevaría silenciosa,<br />
dejando atrás, en la lejanía, una salva de<br />
detonaciones; y la idea del regreso iluminaría los<br />
rostros de todos los pasajeros.<br />
El regreso... ¿Qué significado tenía para mí? ¿La<br />
Tierra? Recordé las enormes ciudades bulliciosas, donde<br />
iría de un lado a otro, y me perdería, y pensé en<br />
esas ciudades como .había pensado en el océano la segunda<br />
o la tercera noche, cuando quise<br />
precipitarme en las olas tenebrosas. Me ahogaré<br />
entre los hombres, me dije. Seré taciturno y atento, un<br />
compañero apreciado. Tendré muchos amigos,<br />
hombres y mujeres, y tal vez incluso una mujer.<br />
Durante un tiempo tendré que esforzarme en sonreír,<br />
saludar con una pequeña inclinación, enderezarme,<br />
ejecutar los miles de pequeños gestos que componen<br />
la vida en la Tierra, hasta el día en que esos gestos<br />
vuelvan a convertirse en hábitos. Encontraré nuevos<br />
intereses y ocupaciones, a los que no me daré por<br />
entero. No, nunca más me daré por entero a nada ni<br />
a nadie. Y quizá de noche miraré allá arriba la<br />
nebulosa oscura, cortina negra que vela el<br />
resplandor de dos soles. Y recordaré todo, hasta lo<br />
que pienso en este momento; con una sonrisa condescendiente,<br />
un poco pesarosa, rememoraré mis<br />
locuras y mis esperanzas. Y ese Kelvin del porvenir<br />
no valdrá menos que el otro Kelvin, aquél que estaba<br />
199