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en un nuevo sueño. Antes de dormirme había<br />
escuchado unos ruidos sordos que venían del<br />
laboratorio, situado en parte sobre mi cabina; me<br />
había parecido que desplazaban objetos pesados,<br />
grandes aparatos. Y cuando supe que no soñaba,<br />
supuse que también ese grito venía de arriba, pero<br />
¿cómo un grito estridente hubiese podido atravesar<br />
aquella cámara? El alarido atroz duró casi media<br />
hora. Sudando a mares, los nervios a flor de piel,<br />
estaba a punto de subir al laboratorio cuando el<br />
grito cesó, y otra vez oí el ruido distante,<br />
apagado, de unos objetos pesados que arrastraban<br />
por el suelo.<br />
Dos días más tarde, yo cenaba con Harey,<br />
cuando Snaut entró en la pequeña cocina. Estaba<br />
vestido como uno se viste en la Tierra luego de una<br />
jornada de trabajo, y ese nuevo atuendo lo<br />
transformaba. Parecía más alto y también más<br />
viejo. Sin mirarnos, se acercó a la mesa; no se<br />
sentó, abrió una lata de carne y se puso a comer,<br />
tragando un bocado de pan entre dos bocados de<br />
carne fría. La manga de la chaqueta rozó el borde<br />
de la lata y se manchó de grasa.<br />
—Tu manga, ten cuidado —le dije.<br />
Snaut refunfuñó algo con la boca llena.<br />
Y siguió engullendo como si no hubiese comido<br />
nada desde hacía días. Llenó un vaso de vino, lo<br />
vació de un trago, suspiró y se pasó la mano por<br />
la boca.<br />
Me miró con unos ojos inyectados en sangre y<br />
farfulló:<br />
—¿No te afeitas más? Aja...<br />
Harey apiló la vajilla en el fregadero. Snaut se<br />
hamacaba sobre sus talones; hacía muecas y se<br />
chupaba ruidosamente los dientes. Tuve la impresión<br />
de que exageraba a propósito el ruido.<br />
Me miró con insistencia.<br />
—¿Has decidido no afeitarte? —No le contesté.—<br />
Créeme —agregó—, haces mal. El también empezó<br />
por no afeitarse.<br />
—Vete a dormir.<br />
—¿Por qué? Tengo ganas de charlar un rato. Escucha,<br />
Kelvin, a lo mejor nos quiere bien... Tal vez<br />
quiera complacernos, pero no sabe cómo arreglárselas.<br />
Descifra deseos en nuestros cerebros, y sólo el dos<br />
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