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tre los sobrevivientes, ninguno participaba de modo<br />
activo en los estudios <strong>solaris</strong>tas. Leyendo todos aquellos<br />
nombres, sumando tantos esfuerzos intelectuales,<br />
en todos los campos, uno no podía dejar de pensar que<br />
entre esos miles de hipótesis, una al menos tenía que<br />
ser justa, y que en todas ellas había sin duda un<br />
grano de verdad; la realidad no podía ser<br />
enteramente distinta.<br />
En la introducción, Gravinsky dividía en períodos<br />
los sesenta primeros años de estudios <strong>solaris</strong>tas. Durante<br />
el primer período, que se había iniciado con<br />
una nave de reconocimiento en órbita, nadie había<br />
formulado una verdadera hipótesis. El "sentido común"<br />
aceptaba a la sazón que el océano era un conglomerado<br />
químico sin vida propia, una masa gelatinosa<br />
que por medio de una actividad "casi volcánica"<br />
producía maravillosas creaciones y estabilizaba una<br />
órbita excéntrica mediante un proceso mecánico autógeno,<br />
así como un péndulo se mantiene en un cierto<br />
plano una vez puesto en movimiento. A decir verdad,<br />
tres años después de la primera expedición, Magenon<br />
había insinuado que la "máquina coloidal" estaba<br />
dotada de vida; para Gravinsky, empero, el<br />
período de las hipótesis biológicas comenzaba sólo<br />
nueve años más tarde, cuando la opinión de Magenon,<br />
anteriormente descartada, había conquistado ya<br />
numerosos adeptos. Los años siguientes abundaron en<br />
descripciones teóricas del océano vivo,<br />
descripciones en extremo complejas, apoyadas en<br />
análisis biomatemáticos. En el transcurso del tercer<br />
período, la opinión de los sabios, hasta entonces<br />
bastante unánime, empezó a dividirse.<br />
Lo que siguió fue un combate furioso entre una<br />
multitud de escuelas rivales. Fue la época de Panmaller,<br />
Strobel, Freyhouss, Le Greuille, Osipowicz;<br />
todo el legado de Giese fue sometido a una crítica<br />
implacable. Aparecieron los primeros atlas y los<br />
primeros inventarios; y nuevas técnicas de control<br />
remoto permitieron que los aparatos transmitieran<br />
estereofotografías desde el interior de las<br />
asimetrladas, que hasta hacía poco no parecía<br />
posible explorar. En el ir y venir de las discusiones,<br />
se desecharon con desdén las hipótesis "mínimas":<br />
aunque no se lograra el ansiado "contacto" con el<br />
"monstruo racional", sostenían algunos, valía la pena<br />
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