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usaran, pero no sabría descifrarlo. Nadie sabría<br />
descifrarlo. Los especialistas dirían, por ejemplo, que<br />
el sujeto buscaba la solución de un problema<br />
matemático, pero no podrían identificar el problema<br />
mismo. Están obligados a atenerse a generalidades,<br />
afirman, pues el encefalograma no discrimina entre<br />
los distintos procesos simultáneos, que no siempre<br />
tienen una "contraparte" psíquica. En cuanto al<br />
inconsciente, ¿cómo podría yo descifrar un recuerdo<br />
reprimido? ¿Pero por qué tenía tanto miedo? Esa misma<br />
mañana le había dicho a Harey que la<br />
experiencia no conduciría a nada. Si nuestros<br />
neurofisiólogos no eran capaces de descifrar un<br />
encefalograma, ¿cómo podría hacerlo esa extraña y<br />
gigantesca criatura?<br />
Y sin embargo, había entrado en mí, sin que yo lo<br />
advirtiera, había sondeado mi memoria, descubriendo<br />
mi punto más sensible. Sin ningún auxilio, sin ninguna<br />
"onda" atravesó el casco hermético de la Estación,<br />
me encontró, y se llevó su botín...<br />
—¿Kris? —susurró Harey.<br />
De pie delante de la ventana, la mirada fija, yo no<br />
había advertido la llegada de la noche. Una delgada<br />
techumbre de nubes plateadas reflejaba débilmente el<br />
sol desvanecido, velando las estrellas.<br />
Si ella desaparecía después del experimento, eso significaría<br />
que yo deseaba que desapareciera. Que yo la<br />
había matado. No, no subiría a ver a Sartorius. No estaba<br />
obligado a obedecerles. ¿Qué les diría? ¿La verdad?<br />
No, tendría que fingir, mentir, ahora y siempre<br />
... Tal vez hubiera en mí pensamientos, intenciones,<br />
esperanzas crueles de los que yo nada sabía,<br />
pues era un asesino que se ignoraba a sí mismo. El<br />
hombre se había lanzado al descubrimiento de otros<br />
mundos y otras civilizaciones, sin haber explorado íntegramente<br />
sus propios abismos, ese laberinto de<br />
oscuros pasadizos y cámaras secretas, sin haber<br />
penetrado en el misterio de las puertas que él mismo<br />
ha condenado. ¿Abandonar a Harey por falsa<br />
vergüenza, o sólo porque me faltaba coraje?<br />
—¿Kris? —dijo Harey en voz todavía más baja.<br />
Se había acercado a mí. Simulé no haberla oído. En<br />
ese instante yo quería estar solo. Aún no había decidido<br />
nada. Inmóvil, contemplaba el cielo negro, las<br />
estrellas frías, pálidos fantasmas de las estrellas que<br />
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