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a caer y no vi nada más. ¿Qué ocurría en la<br />
habitación? Oí unos pasos precipitados, como si se<br />
hubiese entablado una persecución, enloquecida:<br />
luego un estruendo de vidrios rotos, y la risa de<br />
un niño...<br />
Las piernas me temblaban; yo miraba la puerta<br />
con ojos extraviados. El silencio había sucedido al<br />
pandemónium. Me senté en el alféizar plastificado<br />
de una ventana y allí me quedé, un cuarto de hora<br />
quizá, no sé, esperando a que algo ocurriese o<br />
sintiéndome tan anonadado que ya no tenía ganas de<br />
levantarme. Me estallaba la cabeza. Se oyó un<br />
chirrido y una luz creciente iluminó el rellano.<br />
Desde mi sitio, no veía más que una parte del<br />
corredor que rodeaba el laboratorio. Yo estaba<br />
ahora en la cúspide de la Estación, bajo el casco<br />
mismo de la superestructura; las paredes eran<br />
cóncavas e inclinadas, con ventanas oblongas a<br />
intervalos de unos pocos metros de distancia. Los<br />
postigos exteriores se levantaron, el día azul tocaba a<br />
su fin. Un resplandor incandescente atravesó los<br />
ventanales. Las molduras de níquel, los pestillos, las<br />
bisagras: todo centelleó. En la puerta del laboratorio<br />
—el panel de vidrio— brillaron unas iridiscencias<br />
pálidas. Me miré las manos, apoyadas sobre las<br />
rodillas; eran grises a la luz espectral. Mi mano<br />
derecha sostenía la pistola de gas; no me había<br />
dado cuenta, ignoraba que había retirado la<br />
pistola de la funda. La enfundé de nuevo. Sabía<br />
ya que ni siquiera una pistola radiactiva me habría<br />
ayudado. ¿De qué me hubiera servido? Yo no podía<br />
derribar la puerta y tomar por asalto el<br />
laboratorio.<br />
Me incorporé. El disco solar se hundió en el<br />
océano, como una explosión de hidrógeno;<br />
bajaba yo la escalera cuando me alcanzó con un<br />
abanico de rayos horizontales, que sentí como una<br />
quemadura.<br />
En mitad de la escalera me detuve a reflexionar<br />
y subí de nuevo. Fui por el pasillo, alrededor del<br />
laboratorio, y luego de recorrer un centenar de pasos<br />
me encontré frente a otra puerta de vidrio, idéntica<br />
a la anterior. No intenté abrirla; sabía que estaba<br />
cerrada.<br />
Escudriñé la pared, buscando una abertura, una<br />
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