LO MONSTRUOSO EN DOS NOVELAS CONTEMPORÁNEAS: UNA ...
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que no hay una hondura o densidad más allá de ella. Estos razonamientos se exponen de<br />
manera más diáfana en otros episodios, como mostraremos más adelante. Por ahora<br />
quisiera resaltar un rasgo que tiene una importancia medular a lo largo de toda la<br />
novela. Ya hemos advertido que el acto sexual y el disfraz son dos elementos que<br />
uniforman a los representantes de diversos poderes, pequeños y grandes, de la sociedad;<br />
todos estos representantes son hombres adultos y encarnan el sistema patriarcal; lo<br />
revelador es que quien los precipita y los domina a través de esta uniformidad es una<br />
mujer, casi una niña, quien se yergue como la contraparte al sistema patriarcal, los pone<br />
en ridículo y, de este modo, los desautoriza. En esta ficción, el mundo femenino es la<br />
contraparte marginal del mundo oficial que encarnan los hombres, y entre ellos se<br />
sostiene una perenne y feroz disputa por el poder. El mundo masculino cristaliza en las<br />
instituciones visibles de la sociedad, de las cuales emana la autoridad y el orden, pero de<br />
una manera oblicua, paralela y marginal se le opone y roe su autoridad y su orden el<br />
mundo de las mujeres, que en apariencia está subordinado al orden patriarcal. Un<br />
ejemplo nos permitirá ilustrar esta situación: La superstición, el fanatismo y la brujería<br />
–producto del mestizaje de algunos elementos de las religiones indígenas y el<br />
Catolicismo– y la religiosidad popular que componen la extraña amalgama de creencias<br />
de las viejas sirvientas retiradas de la Casa, de la Peta Ponce y de Inés de Ascoítia,<br />
aunque en apariencia se le subordinan, en realidad, en último término, confrontan a la<br />
Iglesia Católica oficial e institucionalizada que se encuentra en manos de la jerarquía<br />
eclesiástica, representada en la novela por el Papa, el arzobispo, el padre Clemente de<br />
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