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LO MONSTRUOSO EN DOS NOVELAS CONTEMPORÁNEAS: UNA ...

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invita a la repugnancia; el mudito cree, presa de una enorme ansiedad, que la Peta Ponce<br />

lo busca afanosamente para forzarlo a tener sexo con ella. Como puede verse, todos<br />

estos miedos que dan forma al discurso de la locura están impregnados de una fuerte<br />

sensación de debilidad, de ser vulnerable, de carecer de control frente a circunstancias<br />

amenazadoras.<br />

No se trata, entonces, de un discurso etéreo que pueda ser leído simplemente<br />

como un socavamiento intelectual de las categorías mentales sobre las que se sostiene la<br />

sociedad que se vislumbra en la novela; es, también, un discurso hecho de cuerpos que<br />

cambian, se deforman y adquieren apariencias inéditas y muchas veces amenazantes,<br />

insuflados por el fragor de las emociones: rabia, envidia, rencor, odio, ansiedad,<br />

repugnancia, autocompasión, miedo, pánico, horror y sufrimiento.<br />

A esta relación entre el discurso de la locura y las emociones, habría que añadir<br />

un tercer factor: el cuerpo. Deborah A. Harter ha notado ciertas semejanzas entre la<br />

locura y el cuerpo:<br />

And, as my argument might suggest, the problem of reading madness<br />

would seem to be similar to the one of reading the body, that topos that is<br />

similarly double, similarly inaccessible, similarly (as Foulcault points<br />

out) “a figure that both secures and suspends meaning” (“La Folie,”<br />

580). The body has been equally excluded, moreover, from modern<br />

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