LO MONSTRUOSO EN DOS NOVELAS CONTEMPORÁNEAS: UNA ...
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descubierto la vulnerabilidad de los yagunzos hacia su propia otredad interna, cuya<br />
forma deviene de su manera de concebir el cristianismo. Es este sentimiento de<br />
vulnerabilidad hacia el mal y el pecado, que precipita en la condenación eterna, lo que<br />
los impulsa a proyectarlo en los representantes del gobierno republicano, en particular,<br />
los militares, muchos de los cuales, paradójicamente, eran católicos practicantes. Por<br />
eso los llaman “canes”, “perros”, “masones”, “protestantes”, es decir, condenados, en lo<br />
que justamente no quieren convertirse. De manera análoga, los republicanos como<br />
hombres modernos, imbuidos enteramente en sus creencias en el progreso y la<br />
evolución histórica, sienten una rara mezcla de fascinación, asco y terror por el<br />
“primitivo”, “el salvaje”, “el bárbaro”, “el caníbal”, “el troglodita” que es la manera<br />
como ven a los yagunzos. En cierto sentido, lo que ocurre es que dentro de los<br />
republicanos el paradigma moderno repudia su otredad interna, a la que rótula como<br />
primitiva, irracional, retardaria, animal, fanática.<br />
Retornemos ahora al tema que veníamos tratando, es decir, la reflexión que<br />
elabora la novela sobre la noción de monstruosidad. Hay un episodio en que,<br />
precisamente, se define este concepto. El periodista miope acaba de conocer al León de<br />
Natuba y, aunque solo puede verlo a través de algunos pedazos de las lunas destrozadas<br />
de sus anteojos, esto es suficiente para que sienta unos incontenibles deseos de huir, de<br />
apartarse de esa figura deforme que lo desazona profundamente. En un momento, se<br />
pregunta a sí mismo el porqué de su reacción y esta es la respuesta a la que llega:<br />
“Porque me parezco a él –pensó– porque estoy en la misma cadena de la que él es el<br />
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