LO MONSTRUOSO EN DOS NOVELAS CONTEMPORÁNEAS: UNA ...
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Hemos notado en las páginas previas, en más de una oportunidad, el papel<br />
medular que desempeña la negación en el discurso de la locura. Quisiera mostrar ahora<br />
cómo se desarrolla este aspecto en el plano narrativo. Podemos apreciar este rasgo en el<br />
episodio en que el Mudito encarna al imbunche, un ser que proviene del imaginario<br />
popular, que se caracteriza por tener cosidos todos los orificios del cuerpo. En este<br />
episodio, las viejas colocan en un saco al Mudito mientras este encarna al niño<br />
milagroso que ellas creen las va a llevar al cielo, y solo le dejan fuera del saco la<br />
cabeza. Posteriormente, lo colocan dentro de otro saco y así sucesivamente, y cosen los<br />
sacos entre sí. Al final lo colocan, ahora cubriéndole incluso la cabeza, en un saco más<br />
grande y este en otro saco y los cosen. Cuando el ex convento está desierto, ya que el<br />
padre Azócar ha recogido a todas las viejas para llevarlas a una nueva casa de reposo,<br />
aparece, como despegándose de las sombras del edificio abandonado, una última vieja<br />
que toma el paquete en el que está el imbunche, y mientras este, al darse cuenta de la<br />
presencia de alguien, trata de romper con sus dientes las costuras de los sacos una por<br />
una, la vieja cose con dedicación todas las roturas y cuida que el paquete no tenga<br />
ningún orificio. Se lleva el paquete poniéndolo en un saco grande donde guarda trapos,<br />
papeles y basura. Cuando está alimentando una fogata debajo del puente donde pasa la<br />
noche, echa todo el contenido del saco al fuego para avivarlo, solo caen papeles, trapos<br />
y basura; el imbunche se ha desvanecido o ahora ya es solo un desperdicio. No hay<br />
nada, parece sugerirnos la novela, en el centro solo hay ausencia. Las diversas capas de<br />
la realidad –los sacos– solo encubren un vacío. La voz que da forma al discurso, la del<br />
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