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Untitled - Wuala

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preguntarle a los gritos si lo que le estaba diciendo Chiquito era verdad, cortar y, al<br />

final, gritar de nuevo:<br />

-¡Andá a la Justicia! ¡A mí no me importa nada! ¡Que hagan mierda a<br />

Lázaro! ¡Que hagan mierda a todos, si es así como vos decís...!<br />

Arnold no fue a la Justicia, porque sabía que en Santa Cruz ningún<br />

funcionario va preso.<br />

Además, Kirchner terminaba de ampliar, de tres a cinco miembros, el<br />

Tribunal Superior de Justicia. Y tres de los cinco nuevos jueces habían sido<br />

designados por él. Fue el mismo tribunal obediente que despidió al incorruptible<br />

procurador Eduardo Sosa. El mismo máximo tribunal que ayudó al gobernador a<br />

conseguir la reelección indefinida.<br />

Sosa todavía pelea por su reincorporación. Lo echaron porque tuvo la<br />

osadía de investigar al estudio del abogado salteño José Manuel Saravia. El estudio<br />

había cobrado más de doce millones de pesos de la Corte Suprema por asesorar a<br />

la administración santacruceña en el tema de los fondos derivados del pago de las<br />

regalías petroleras. Sosa quería saber por qué un particular había cobrado tanto por<br />

realizar un trabajo que le correspondía hacer gratis a la Fiscalía del Estado.<br />

Chiquito no fue a Tribunales, tampoco renunció, y continuó junto a Néstor<br />

hasta el final del segundo mandato de este como gobernador, en 1999.<br />

Hace tiempo que ambos son adversarios políticos.<br />

Pero ahora Arnold dice a quien quiera escucharlo que, a partir de esa<br />

escena, Kirchner le retiró la confianza.<br />

También afirma que la trama de Dique Seco significó la primera gran<br />

sorpresa que se llevó con Néstor.<br />

La segunda gran sorpresa la experimentó años después, el 25 de mayo de<br />

2003, día de la asunción de Kirchner, cuando lo vio juguetear con el bastón<br />

presidencial.<br />

En aquel momento Arnold cayó en la cuenta de que el chico acomplejado<br />

que conoció cuando eran casi niños se había transformado en una poderosa<br />

máquina de acumular poder. Que aquel flaco tímido, de anteojos enormes, ojo<br />

desviado y problemas de dicción había pasado a ser el Presidente más rico y más<br />

ambicioso de la historia del país. Alguien con pretensiones de formar parte del<br />

poder permanente. Es decir: el único Dueño de la Argentina.<br />

Días después, en rueda de amigos, Arnold se prometió que en algún<br />

momento escribiría un libro. El título tentativo no es un secreto, porque se lo<br />

comentó por lo menos a diez personas distintas, las mismas a las que confesó lo<br />

que había pasado con el Flaco Torresín. Igual, duda de que alguna editorial se<br />

anime a publicarlo con ese nombre: "La venganza del boludo".<br />

Contaría la historia de ese pequeño atormentado que, al convertirse en<br />

hombre, usó su resentimiento original para colocarse por encima de todos.<br />

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