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Untitled - Wuala

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La petrolera debía pagar todos los meses novecientos mil dólares a sus asalariados.<br />

Y López se había visto obligado a hacer lo que se había jurado no hacer jamás:<br />

poner plata fresca de sus empresas rentables para sostener a las unidades de<br />

negocios que se venían cayendo.<br />

-Fue el peor Cristóbal que conocí. No dormía. Se la pasaba haciendo<br />

cuentas hasta las doce de la noche, y se levantaba a las cuatro de la mañana<br />

asustado, porque tenía miedo de que los petroleros le hicieran un escrache en su<br />

casa -contó un empleado de aquella época.<br />

Fue entonces cuando el empresario tomó la decisión: presentarse a una<br />

licitación convocada por Pérez Companc para perforar en el yacimiento La<br />

Esperanza, caminera El Calafate, uno de los lugares más fríos del continente.<br />

El pliego parecía confeccionado para hacer ganar a Pride. Exigían equipos<br />

"winterizados". Es decir, preparados para trabajar con temperaturas de hasta<br />

treinta grados bajo cero. Entonces López hizo traer lonas, caños y calderas<br />

especiales desde Canadá para cubrir los equipos y hacerlos más eficientes.<br />

-Nos gastamos medio millón de dólares en "winterizar" los equipos,<br />

porque, si no ganábamos ese contrato, teníamos que cerrar la empresa -le contó<br />

López a un amigo, años después.<br />

Entonces sucedió algo que el empresario no esperaba. Uno de los analistas<br />

del pliego le anticipó, en secreto, que Pérez Companc estaba decidido a entregarle<br />

el negocio a Pride, a pesar de que Almería había presentado una mejor oferta.<br />

Cristóbal casi enloqueció y jugó su última carta: el mismo día, después del<br />

mediodía, llamó a su amigo Pablo Grasso y le explicó la situación. Le imploró:<br />

-Pablito, necesito hablar ahora mismo con el gobernador. Es el único que<br />

puede salvarme del desastre.<br />

Grasso es uno de los desconocidos incondicionales de Kirchner.<br />

Transportista y comprador de los camiones Scania que la concesionaria de López le<br />

vendía a buen precio, Grasso solía compartir con Néstor los asados militantes que<br />

se hacían los fines de semana en un taller mecánico de Río Gallegos.<br />

-Cristóbal, vos sabes que el Lupo duerme la siesta. Yo voy a hablar con él,<br />

pero no te aseguro nada...<br />

Eran las cinco y media de la tarde de un lunes cuando Grasso llamó a<br />

Cristóbal y le dijo:<br />

-Te está escuchando el gobernador.<br />

A López le temblaban las piernas.<br />

El empresario tiene un preciso recuerdo de aquella conversación. Todavía<br />

siente el tenso silencio de Kirchner. Y aún ahora piensa que, por momentos, el<br />

gobernador no estaba escuchándolo. Néstor solo lo interrumpió al cabo de una<br />

media hora, para preguntarle:<br />

-Señor López, necesito que me asegure que lo que usted me está diciendo<br />

es la pura verdad.<br />

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