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Untitled - Wuala

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Pero eso no es todo.<br />

Porque el socio de Kirchner también compró otra estancia en la frontera<br />

con Chile, en la zona de Río Turbio. Se llama La Verdadera Argentina. Tiene catorce<br />

mil hectáreas y Mariana Zuvic calculó que pagó por ellas 2.300.000 dólares.<br />

La novela de las estancias podría tener un final infeliz. Según la dirigente<br />

de la Coalición Cívica, Lázaro habría tenido problemas para pagar La Verdadera<br />

Argentina, porque el gobernador de Santa Cruz, Daniel Peralta, no le abona los<br />

certificados de obra con la precisión y la velocidad con que lo hacía Kirchner.<br />

-A una de las estancias la pagó cinco millones y medio de dólares, al<br />

contado -reveló Zuvic ante una pregunta del autor de este libro.<br />

-Semejante operación, ¿no debería estar bancarizada? -se le preguntó.<br />

-Claro. Porque Lázaro no solo pagó al contado. También le ofreció al<br />

comprador un avión privado para viajar con el dinero y depositarlo en Buenos Aires.<br />

Si estuviéramos en un país serio, con un gobierno honesto, el responsable de la<br />

AFIP debería haber iniciado una investigación.<br />

La verdad es que, hasta no hace mucho, la AFIP había puesto a Báez en la<br />

mira.<br />

Fue cuando todavía no había sido copada por incondicionales a Kirchner, y<br />

sus investigadores más serios probaron que tres de sus constructoras, Gotti,<br />

Austral y Badial, entre otras, habían usado facturas apócrifas por más de quinientos<br />

millones de pesos.<br />

Se trataba de facturas emitidas por empresas fantasmas y utilizadas por<br />

las compañías de Lázaro para evadir el Impuesto al Valor Agregado (IVA).<br />

—Además de la evasión, suponemos que las facturas truchas también<br />

fueron usadas para disimular las coimas que habrían pagado a funcionarios, como<br />

agradecimiento por la cesión de alguna obra pública -contó al autor de este libro<br />

uno de los impulsores de la compleja investigación.<br />

La búsqueda del delito se inició en 2004, cuando Alberto Abad, entonces<br />

número uno de la AFIP, ordenó a sus muchachos que enviaran a la justicia penal<br />

todas las denuncias contra las empresas que habían emitido facturas truchas.<br />

Abad, quien nunca había sido pingüino, dejó a las firmas vinculadas a<br />

Kirchner patas para arriba.<br />

-Una vez que las girás a la Justicia, no hay padrino político que pueda<br />

salvarte -explicó uno de los cuadros que participó de las inspecciones.<br />

El 17 de agosto de 2007, el subdirector de Investigaciones de la Dirección<br />

General Impositiva (DGI), Jaime Mecikovsky, concluyó la compleja investigación de<br />

tres años. Sus hombres, provenientes de catorce direcciones regionales, analizaron<br />

5.700 facturas de cien proveedores distintos. La conclusión fue lapidaria: entre<br />

2003 y 2007 los reyes de la obra pública habían evadido quinientos millones de<br />

pesos.<br />

Y de ese total, la primera en el ranking era nada menos que Gotti SA.<br />

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