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Untitled - Wuala

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Para reemplazar a Chevallier Boutell, Moroni tuvo que dejar un trabajo muy<br />

importante: el de asesor de Lua-La Porteña, compañía de seguros, la empresa de<br />

los Cirigliano.<br />

La designación de Moroni hizo que Lua-La Porteña pudiera seguir con el<br />

negocio un año más.<br />

Pero el día 20 de enero de 2003, cuando Cavallo y De la Rúa se habían ido<br />

y Duhalde gobernaba como podía, el subsecretario de Servicios Financieros de la<br />

Superintendencia de Seguros, Hugo Medina, les bajó definitivamente el pulgar.<br />

Medina prohibió a Lua-La Porteña firmar nuevos contratos de seguros y<br />

dispuso la inhibición de todos los bienes de la empresa. En los considerandos de la<br />

resolución, Medina escribió:<br />

* Que Lua-La Porteña esgrimió excusas infantiles para no<br />

mostrarle al organismo de control carpetas de los siniestros. ("Se<br />

nos perdieron y no las podemos encontrar", dijeron más de una<br />

vez.)<br />

* Que omitieron informar sobre los embargos judiciales que<br />

afectaban a los inmuebles de la compañía.<br />

* Que emitieron 1.241 cheques por la suma de más de 2.600.000<br />

dólares y que habían sido rechazados por falta de fondos.<br />

La aseguradora Lua-La Porteña dejó de operar en diciembre de 2003.<br />

Detrás de este desbarajuste quedaron todavía más de cuatro mil juicios sin pagar.<br />

En enero de 2007, Pablo Jacoby, abogado de los damnificados que no<br />

cobraron su seguro, explicó de qué se trata este enredo de liquidaciones y pases de<br />

marcas y empresas:<br />

-Las aseguradoras, cuando empezaban a tener problemas por la alta<br />

siniestralidad y los juicios en contra, se presentaban en liquidación y, al mismo<br />

tiempo, transferían su principal activo, su cartera de clientes, a otra empresa<br />

nueva, transformada. Es decir: con el mismo nombre pero con forma de sociedad<br />

anónima. Entonces, la vieja empresa entraba en liquidación y la nueva se quedaba<br />

con el mejor activo, los clientes. Y en el medio dejaban un tendal de deudas y<br />

juicios.<br />

Por esa razón, poco después, el juez Rodolfo Canicoba Corral procesó a los<br />

hermanos Carlos Miguel Fucito y Eduardo Ernesto Fucito, directivos de Omega, y a<br />

Ignacio Warnes, entonces superintendente de Seguros de la Nación.<br />

Canicoba los acusó de presentar un balance irregular, donde no figuraba<br />

una deuda de seis millones de dólares.<br />

También dedujo que tanto los directivos de Lua-La Porteña como los de<br />

Omega sabían que estaban cometiendo una irregularidad.<br />

Sin embargo, a Mario Cirigliano, el magistrado le dictó la falta de mérito.<br />

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