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La atmósfera entre ellos se volvió algo tensa.<br />

—Estás descontrolado.<br />

—Me portaré bien —susurró, forzando una sonrisa con la que trataba de convencerse a sí mismo de sus palabras.<br />

Shane lo evaluó con la mirada, podía sentir algo extraño e intenso que emanaba de William. Como si otra personalidad<br />

surgiera de su interior.<br />

—No sé si te has dado cuenta, pero… pareces un vampiro. —Le hizo notar con un deje de sarcasmo, pero cuando<br />

continuó hablando, lo hizo en un tono mucho más serio—. La asustarás si te ve así. Se dará cuenta de que no somos lo que<br />

se dice normales y ya sabes lo que pasará después.<br />

William desvió la mirada hacia su reflejo en el espejo del baño y lo observó un par de segundos. Él mismo se<br />

sorprendió de lo inhumano que parecía su rostro en aquel momento, y odió su imagen. Soltó un sonido bajo de<br />

exasperación y clavó sus ojos en Shane.<br />

—Vamos a tomar el aire —sugirió el licántropo, cerrando la puerta tras de sí.<br />

Salió a la pequeña terraza que tenía el dormitorio y subió de un salto a la barandilla. Examinó los alrededores para<br />

asegurarse de que no había miradas indiscretas observándoles y se dejó caer al vacío. William se lanzó tras él y lo siguió<br />

al bosque.<br />

Bordearon el arroyo en dirección a las montañas sin mediar palabra. Estaba anocheciendo y la luz del crepúsculo<br />

comenzaba a fundirse con la incipiente claridad de la luna creciente, confiriéndole al bosque un aspecto fantasmagórico.<br />

Un búho sobrevoló sus cabezas ululando con voz chillona, para posarse en un árbol cercano desde donde los observó con<br />

curiosidad, atento a los movimientos de aquellos seres extraños con aspecto de hombres.<br />

Aceleraron el paso, y lo que empezó siendo un paseo acabó convirtiéndose en una frenética competición. La frondosa<br />

maleza les hacía cada vez más difícil no chocar contra las rocas y las raíces que sobresalían del suelo cubierto de<br />

hojarasca. El paisaje se volvió más escarpado, plagado de riscos, en los que el arroyo se transformaba en pequeñas<br />

cascadas.<br />

El aire limpio y el agua fría que salpicaba su piel comenzaron a distraer a William. Su atención se centró en los sonidos<br />

que lo rodeaban: roedores que corrían entre la hierba, murciélagos que batían sus alas a la caza de insectos y las fuertes<br />

pisadas de Shane, que resoplaba tras él. Una sonrisita asomó a sus labios, no era vanidad, aunque no podía dejar de<br />

sentirse bien al comprobar, una y otra vez, cómo sus facultades iban a más.<br />

Llegó al nacimiento del arroyo, el agua brotaba del interior de una cueva y se detuvo para ver con más atención aquel<br />

lugar. Era precioso. El musgo formaba un manto mullido y suave sobre el suelo, y se dejó caer en él como si fuera un<br />

lecho. Tumbado boca arriba, contempló los millones de estrellas que coronaban el cielo esa noche, dibujando mentalmente<br />

las constelaciones que conocía.<br />

Unos minutos más tarde, Shane apareció a su lado y se sentó junto a él sin decir una palabra, intentando controlar su<br />

respiración acelerada por el esfuerzo. Gruñó y se dejó caer pesadamente sobre la espalda.<br />

Fue William quien rompió el silencio.<br />

—Conforme pasan los años, mis habilidades aumentan, puedo hacer cosas con las que otros vampiros ni siquiera<br />

soñarían. Soy más fuerte, más rápido… —Hizo una pausa antes de continuar y suspiró—. Pero también me cuesta más<br />

mantener el control, sobre todo cuando me enfado. Me transformo por completo, me dominan mis instintos y actúo sin<br />

pensar. Como hace un rato, si no hubieras estado allí, yo…<br />

—Crees que habrías ido a por ella —dijo Shane en tono amargo.<br />

—Sin dudar, el deseo era demasiado fuerte.<br />

—¡Maldita sed! —exclamó el licántropo, arrojando con rabia una piedra contra el agua.<br />

—¿Sed? No era su sangre lo único que deseaba en ese momento. —Una sonrisa desfigurada curvó sus labios. Se<br />

avergonzaba del pensamiento que había ocupado su mente unos minutos antes—. La quería a ella.<br />

Shane abrió los ojos como platos cuando el mensaje caló en su mente.<br />

—Que la desees no te convierte en un pervertido, ni en un psicópata.<br />

—No lo entiendes, y tratándose de ti me sorprende. No pensaba llevarla a tomar un café, para después intentar que me<br />

invitara a su casa. —Un brillo extraño centelleó en sus ojos—. Tengo otros recursos más rápidos.<br />

—¿Qué pensabas hacer? ¿Llevártela a rastras?<br />

—Se me pasó por la cabeza —admitió entre dientes. Se sentó, miró a Shane a los ojos y añadió—. Al ver el retrato de<br />

Amelia he sentido un odio tan fuerte que me quemaba las entrañas y, de pronto, cuando me he dado cuenta de que Kate<br />

estaba en la casa, ese odio se ha transformado en un deseo irrefrenable. Solo quería poseerla, hacerla mía para siempre.<br />

No me importaba nada más.<br />

Se puso en pie y se acercó a la orilla del arroyo. Contempló su reflejo en el agua, sus ojos habían recuperado el color<br />

azul y volvía a reconocerse en aquel pálido semblante.<br />

—Un solo segundo delante de ella y no me habría controlado —añadió en un susurro.<br />

—No lo creo —replicó Shane, convencido.<br />

—¿Cómo estás tan seguro? Apenas me conoces.<br />

—Te conozco lo suficiente como para saber que tú no eres así. No somos así —dijo con rabia—, por eso sigue vivo ese<br />

imbécil de Justin Hobb. Cada vez que se cruza en mi camino, me muero de ganas de arrancarle la cabeza con mis propias<br />

manos, pero nunca doy ese paso. Al igual que tú nunca le pondrías a Kate una mano encima sin su consentimiento. Puede

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