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—¿Estás bien? —preguntó Jared, levantándose de la silla.<br />

—Sí, es solo que creí ver algo, pero es imposible… —Hizo una pausa, mientras sacudía la cabeza tratando de liberarse<br />

de la extraña sensación que le recorría la espalda—. No me gustan las tormentas y mi imaginación se dispara un poco —se<br />

excusó, sintiéndose algo ridícula.<br />

—¿Qué has visto? —volvió a preguntar Jared.<br />

Se acercó a la ventana y escrutó la oscuridad con interés.<br />

—Nada, ya te he dicho que es imposible —respondió ella.<br />

—Me encantan los imposibles —insistió. Su ceño fruncido transformó la dulce expresión de su rostro.<br />

Kate se sorprendió por el interés del muchacho y tuvo la sensación de que se había puesto tenso. No solo tenso, la<br />

ansiedad contraía sus labios a pesar de que se esforzaba por parecer tranquilo.<br />

—He creído ver un hombre…<br />

—¿Dónde? —la interrumpió. Sus ojos recorrieron la noche concienzudamente.<br />

—En ese árbol, a unos cuatro metros del suelo. Pero estaba de espaldas al tronco, como si estuviera pegado a él, y… me<br />

miraba.<br />

—¿Te miraba?<br />

—Sí, qué tontería, ¿verdad? —dijo un tanto incómoda por el disparate.<br />

—En la oscuridad todo parece más siniestro. Seguro que era una sombra —comentó él, mientras corría las cortinas. La<br />

miró un segundo y se esforzó por sonreír.<br />

—Sí, eso debía ser.<br />

—Ven conmigo —dijo él de pronto.<br />

La cogió de la mano y tiró de ella a través del pasillo.<br />

—¿Adónde vamos? —preguntó sin entender nada. Él no le contestó.<br />

Se detuvieron frente a una puerta, ligeramente abierta, y Jared entró en el dormitorio sin llamar.<br />

Kate lo siguió con la mirada, vio cómo se detenía frente a otra puerta, la golpeaba con los nudillos y alguien la abría<br />

desde dentro. Su estómago se encogió de forma casi dolorosa cuando William apareció desnudo de cintura para arriba,<br />

frotando enérgicamente su pelo con una toalla. Observó cómo Jared le susurraba algo al oído, un intercambio de palabras<br />

que duró un minuto, y cómo William dejaba caer la toalla al suelo y venía directo hacia ella.<br />

—Pasa, Jared no ha sido muy educado dejándote en la puerta —dijo con su amable y perfecta sonrisa, aunque había una<br />

actitud preocupada tras ella que no le pasó desapercibida a Kate—. Siéntate, por favor. —Señaló el sofá con un leve gesto<br />

y se dirigió al armario, de donde sacó una camiseta que se puso con rapidez. Se sentó sobre la cama y comenzó a ponerse<br />

unas zapatillas.<br />

Jared abandonó la habitación dejándolos solos.<br />

—Te sienta muy bien ese vestido —admitió él con un débil temblor en la voz.<br />

—Gracias —fue lo único que consiguió decir. Estaba demasiado concentrada en controlar su respiración.<br />

—La tormenta ha aflojado un poco, pero creo que solo es un descanso antes de que aumente con más violencia.<br />

Deberíais aprovechar para volver a casa, más tarde puede ser peligroso —comentó, intentando parecer lo más natural<br />

posible. Pero la realidad era que estaba muy preocupado. Si había una posibilidad de que un vampiro estuviera por los<br />

alrededores, debían alejar a Kate y a Jill de la casa, y averiguar qué había traído a aquel ser hasta Heaven Falls. Aunque<br />

podía hacerse una ligera idea.<br />

Kate asintió y la extraña sensación de que algo ocurría cobró fuerza en su interior. Observó a William dirigirse de<br />

nuevo al baño, y tuvo la impresión de que guardaba algo metálico entre sus vaqueros y su camiseta. Negó con la cabeza y<br />

se reprochó a sí misma su desbordante imaginación. William salió del baño y, con un gesto elegante, abrió la puerta del<br />

dormitorio, sujetándola mientras ella abandonaba la habitación.<br />

Bajaron juntos al salón. Los niños dormían en el sofá y Rachel los estaba arropando con otra manta. No había rastro de<br />

Daniel ni de Jerome, tampoco Carter ni Shane estaban por allí.<br />

—Kate —dijo Jill, levantándose del regazo de Evan—. Parece que la tormenta va a empeorar, deberíamos volver.<br />

—Está bien.<br />

—Jared te acompañará a casa y yo llevaré a Jill, si a ti no te importa. Es lo más rápido y seguro —explicó Evan,<br />

sonreía, pero en sus ojos había un brillo extraño.<br />

Kate asintió, cada vez más convencida de que algo estaba pasando.<br />

—¡Pues andando! —intervino Jared.<br />

—Muchas gracias por todo —dijo Kate, dirigiéndose a Rachel.<br />

—No tienes que darme las gracias. Pero prométeme que volverás pronto. —La abrazó y le dio un beso en la mejilla.<br />

—Sí, claro —respondió Kate con timidez—. En cuanto me sea posible, así podré devolverte el vestido.<br />

—Quiero que te lo quedes, te sienta mucho mejor que a mí.<br />

—¡No puedo aceptarlo!<br />

—Por favor, me hace mucha ilusión que te lo quedes —aseguró bajo la mirada de apremio de William.<br />

—De acuerdo.<br />

—Estupendo, y ahora marchaos cuanto antes —rogó Rachel, acariciando la mejilla de Jill. Su sonrisa no era capaz de<br />

esconder la inquietud que crecía en su pecho.

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