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—¡Por todos los demonios del infierno, me alegro de verte! —Abrazó a William con fuerza y lo alzó en el aire mientras<br />

reía a carcajadas—. Sigues igual de canijo que siempre —bromeó. Lo dejó en el suelo y le palmeó la espalda, con tanta<br />

energía que William trastabilló hacia delante.<br />

—¡No puedo decir lo mismo de ti! —replicó William, señalando una incipiente barriga bajo la sudadera del licántropo.<br />

Jerome se masajeó el estómago y le hizo un guiño al vampiro.<br />

—Comer sigue siendo una de mis pasiones. —Tomó el plato que Rachel había dejado sobre la mesa, cogió una<br />

salchicha y la engulló de un solo bocado—. Deliciozas —dijo con la boca llena.<br />

Todos empezaron a reír a carcajadas. Y esta vez fue William quien le palmeó la espalda a Jerome, cuando este empezó<br />

a toser medio atragantado.<br />

—Vamos a tener que ponerte en forma, abuelo.<br />

—¡Mira quién fue a hablar, Matusalén!<br />

Rompieron a reír de nuevo.<br />

—¿Qué pasa aquí?<br />

William se dio la vuelta para ver a la dueña de aquella voz y se encontró con una chica de piel dorada y una larga<br />

melena tan oscura como el ébano. Tenía unos ojos grandes y negros, ligeramente rasgados, que despedían un brillo<br />

azulado.<br />

—¡Hola, Keyla! —dijo April con la boca llena de cereales.<br />

Keyla le dedicó un guiño a la niña, y clavó una mirada asesina en Jerome.<br />

—Papá, tú ya has desayunado en casa. —Se acercó a su padre y le quitó el plato de las manos, dejándolo en la mesa<br />

bien lejos de él.<br />

—Tiene el carácter de su madre —susurró Jerome, y rodeó con el brazo los hombros de William—. Ven, te la<br />

presentaré. Esta belleza…<br />

—¡Papá! —replicó la chica, avergonzada.<br />

—¡Vale! Esta torturadora que me mata de hambre es Keyla.<br />

William se acercó a Keyla y le tendió la mano. Jerome tenía razón, era toda una belleza. Una belleza que en ese<br />

momento se había ruborizado hasta las orejas y que fulminaba con la mirada a su padre. Inclinó la cabeza para esconder<br />

una carcajada, pero no a tiempo, y ella se percató de su apuro. La miró a los ojos y la chica, lejos de molestarse, empezó a<br />

reír también.<br />

—Veo que vosotros dos vais a llevaros bien —dijo Jerome.<br />

Keyla arqueó las cejas y puso los ojos en blanco. William imitó su gesto.<br />

—Si te sirve de algo, es así desde que le conozco —le susurró a Keyla.<br />

La sonrisa de ella se ensanchó.<br />

Jerome se acercó a la mesa y le revolvió el pelo a su hijo pequeño. También se lo presentó a William. A continuación,<br />

entornó los ojos y miró con cierta preocupación a Shane, su hijo mayor. Shane era un chico corpulento y bastante atractivo,<br />

con el pelo negro, algo largo y despeinado, y unos ojos dorados como el ámbar.<br />

—Y este es Shane —informó Jerome—. Ahora se le ha metido en la cabeza que quiere dejar la universidad para formar<br />

parte de los Cazadores.<br />

Todos intercambiaron miradas de sorpresa al escuchar el comentario, todos menos Shane, que mantuvo la cabeza<br />

inclinada tratando de ocultar su enfado. La noche anterior le había pedido a su padre que lo dejara ir a vivir con su tío<br />

Samuel, para poder prepararse y formar parte de un grupo de licántropos encargado de mantener a raya a los lobos y<br />

vampiros que sobrepasaban el límite establecido por el antiguo pacto entre las dos razas. Pero su padre se había negado,<br />

no quería que un hijo suyo se convirtiera en Cazador.<br />

—¡Chicos, hay que organizarse! —intervino Rachel, tratando de aligerar la tensión que se había instalado en el ambiente<br />

—. La lista de tareas es bastante larga y tenemos poco tiempo. Apenas faltan dos días para la inauguración y quedan<br />

demasiadas cosas por hacer. —Tomó aire y soltó un suspiro—. Daniel, tú y Jerome terminareis las estanterías que necesito<br />

para los libros de jardinería, y por favor, ¡qué estén listas para hoy! Carter, tú lleva a tus hermanos al instituto y después<br />

ve a la librería con Shane, hay que mover unas cuantas cajas.<br />

A Carter se le escapó una risita nerviosa y le guiñó un ojo a William.<br />

—¿Qué te dije? —le susurró al vampiro al pasar por su lado con un montón de platos sucios en las manos.<br />

William se limitó a sacudir la cabeza.<br />

April apareció cargada con su mochila y Rachel le entregó una fiambrera.<br />

—Mamá, ¿puede llevarnos William al colegio? —preguntó la niña en tono suplicante.<br />

—Si él no tiene inconveniente —respondió. Desvió la mirada hacia William y levantó las cejas con gesto interrogante, a<br />

la vez que se encogía de hombros a modo de disculpa.<br />

—No hay problema, yo los llevaré —contestó él, dibujando una sonrisa. Tomó una bocanada de aire a pesar de que no<br />

lo necesitaba. En ese mismo instante, empezaba su nueva vida. Ahora tenía que aparentar ser un joven humano de<br />

diecinueve años e intentar vivir como tal.<br />

Keyla observó a William. De golpe, las facciones del vampiro se habían endurecido y su mirada se había vuelto más<br />

sombría. Apareció tras él y acercó los labios a su oído.<br />

—Gracias por llevar a los pequeños, le habría tocado a Carter y conduce como un loco —confesó con un hilo de voz, y

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