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—Es… estoy bien, gracias —dijo con la voz alterada por el desconcierto. Se sentía intimidada. Era bastante más alto<br />

que ella y sus ojos la contemplaban desde arriba, haciéndola sentir pequeña. Se esforzó en sostener su mirada y<br />

permanecieron así unos segundos.<br />

William fue el primero en apartar la vista. Se alejó un par de pasos, con los dientes apretados, mientras contenía el aire<br />

de sus pulmones intentando mantener a raya el deseo de esconder el rostro en el hueco de su cuello. Se apoyó en la<br />

barandilla y cruzó los brazos sobre el pecho. Podía sentir el corazón de Kate latiendo con fuerza. Estaba nerviosa.<br />

—Esa mujer tan peculiar con la que hablabas antes, he visto que la gente huye a su paso —comentó él, observando de<br />

forma distraída a un grupo de personas que se despedían de Rachel en la puerta. Le costaba menos concentrarse si no la<br />

miraba.<br />

—Yo diría que es irritante —respondió mientras recobraba el control de su respiración y de sus pensamientos—. Se<br />

inmiscuye en la vida de todo el mundo como si fuera un deporte.<br />

—Puede que su vida sea tan aburrida que necesite vivir las de otros para sentirse bien. Hay personas así —apuntó<br />

William en tono comprensivo, aunque en el fondo él también pensaba que era bastante molesta.<br />

—No lo creo. Disfruta criticando y aireando los trapos sucios de todo el mundo. Si sospecha que escondes algo, no<br />

descansará hasta averiguar de qué se trata; y después se lo contará a todo el mundo, añadiendo sus propias suposiciones<br />

malintencionadas — replicó, y se sorprendió a sí misma de lo mucho que aquella mujer la irritaba—. Si tienes algún<br />

secreto escóndelo bien, o acabará siendo de dominio público —esto último lo dijo sin pensar e inmediatamente se<br />

arrepintió del comentario, no había sido apropiado. William se giró hacia ella y la más extraña de las miradas oscureció<br />

su rostro. Kate se miró los pies, algo cohibida por la expresión que él había adoptado, y su respiración volvió a<br />

acelerarse. Estaba convencida de que había metido la pata y todo en su interior pareció detenerse.<br />

William adivinó sus pensamientos y se sorprendió al recordar lo inseguros e influenciables que podían llegar a ser los<br />

jóvenes humanos. Siempre pendientes de lo que pensarán los demás, en vez de ser ellos mismos. La miró fijamente,<br />

preguntándose cómo sería su vida, y si también tendría secretos. Se inclinó un poco sobre ella en actitud confidente.<br />

—Puede que algún día descubra que hay cosas que es mejor no saber —dijo en tono misterioso. Con un deje malicioso<br />

que hizo que Kate levantara la cabeza de golpe.<br />

Los labios del vampiro se curvaron con una sonrisa maravillosa. Kate lo miró embelesada con el corazón a punto de<br />

explotar dentro del pecho. Volvía a tener esa extraña sensación y todo a su alrededor se tornó oscuro, excepto un leve<br />

resplandor azulado del que no podía apartar los ojos.<br />

—No… no recuerdo si te di las gracias por ayudarme en la carretera —dijo ella.<br />

—Lo hiciste —respondió él—. Fuiste muy amable.<br />

Kate sonrió algo aturdida y con un gesto lleno de gracia se ladeó el pelo hacia la espalda, dejando a la vista su cuello<br />

esbelto. ¡Dios, estaba coqueteando descaradamente! ¿Se daría él cuenta? Bueno, de eso se trataba, ¿no? Tomó aire y apartó<br />

esos pensamientos antes de parecer idiota.<br />

—Así que has decidido quedarte algún tiempo —comentó ella, poniendo un énfasis deliberado en sus palabras.<br />

—Solo unos días —contestó él, desviando la mirada, y su rostro se endureció. La visión había despertado su apetito y se<br />

enderezó nervioso. Décadas de autocontrol se estaban viniendo abajo en un instante.<br />

—¿Te encuentras bien? —preguntó Kate.<br />

—Sí —contestó sin atreverse a mirarla, pero lo hizo.<br />

Estaba completamente ruborizada, le brillaban los ojos y sus labios tenían el color de una ciruela madura. Otro tipo de<br />

deseo comenzó a despertar. Pensó en lo fácil que sería tomar todo lo que quería de ella, y que el deseo dejara de doler.<br />

Sabía que era fuerte y disciplinado, vivir con el tormento ya se había convertido en una costumbre; pero aquello no era<br />

simple dolor. Era una agonía insoportable y no sabía durante cuánto tiempo podría soportarla. Aunque no pensaba<br />

quedarse para averiguarlo, debía alejarse de ella… ya.<br />

—Pareces un poco tenso —apreció Kate, encogiéndose de hombros.<br />

—Perdona, tengo que…<br />

—¡Allí está! —exclamó Jill.<br />

Acababa de aparecer seguida de Evan y Jared, y señalaba a Kate con un gesto de su mano. La chica se detuvo en seco al<br />

ver a William junto a su amiga y una sonrisa de complicidad se dibujó en sus labios. Pensó en darse la vuelta y dejarlos<br />

solos. Tarde, Evan ya estaba sobre ellos.<br />

—¡Hola, chicos! —saludó Evan. Apoyó su brazo en el hombro de William, frustrando sin darse cuenta su intento de huir<br />

—. Estamos pensando en ir a una fiesta que hay en el mirador, ¿os apuntáis?<br />

William negó con la cabeza. Tenía los dientes apretados y contenía la respiración.<br />

Kate tuvo que parpadear un par de veces hasta poder despegar sus ojos de él.<br />

—La verdad es que estoy muy cansada y este pie me está matando —confesó, frunciendo los labios con un gesto de<br />

dolor.<br />

—Iremos a otro sitio en el que puedas estar sentada —sugirió Jill en tono suplicante.<br />

—Prefiero volver a casa, de verdad. Pero tú puedes ir con ellos.<br />

—¿Seguro que no te importa?<br />

—¡Claro que no me importa, tranquila, ve!<br />

—De acuerdo, toma las llaves de mi coche —dijo Jill mientras sacaba tintineando las llaves de uno de sus bolsillos.

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