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apoyó sobre una de las ramas y saltó al suelo.<br />

Caminó en dirección contraria a la que había tomado Kate, hacia el bosque, internándose en la montaña. Necesitaba<br />

estar solo, algo que apenas lograba desde hacía semanas. Tenía demasiadas cosas en las que pensar, pensamientos que<br />

ordenar, y no estaba en condiciones de hacerlo con cierta sensatez. Kate se estaba convirtiendo en un problema para él, el<br />

mayor de todos, por encima de los renegados, de Amelia… No lograba separarse de ella, sabía que eso era lo que debía<br />

hacer, marcharse, pero era incapaz. Aquella humana se había convertido en algo vital para él, tanto como la sangre.<br />

—¿Te casas? —preguntó Kate con los ojos abiertos de par en par por la sorpresa.<br />

—Sí. Evan me lo pidió el domingo.<br />

—Y… y… ¿cuándo pensáis…?<br />

El susto estaba reduciendo su vocabulario al mínimo.<br />

—En agosto.<br />

—¡Pero si solo faltan unas semanas! ¡Dios mío, apenas dos meses! —Una mirada acusadora le hizo fruncir el entrecejo<br />

—. ¿No estarás embarazada?<br />

—¡Kate! Eso podría esperarlo de mi madre, pero no de ti.<br />

—Lo sé, perdona. Es que… no sé qué decir.<br />

—Pues di que te alegras.<br />

Kate la miró fijamente a los ojos y pudo verlo en su cara. Necesitaba que se lo dijera, que le dijera que estaba haciendo<br />

lo correcto.<br />

—Pues claro que me alegro. Soy feliz si tú eres feliz. No lo dudes nunca. —La abrazó fuertemente—. Es que… pensaba<br />

que esto llegaría más tarde. Ya sabes, ahora viene la universidad, disfrutar de la independencia, de la vida adulta.<br />

—Y lo haré, pero casada con él.<br />

—¿Cómo se lo han tomado tus padres? —preguntó Kate.<br />

—Aún no lo saben —dijo con un suspiro entrecortado—. Mi madre viene para la graduación. En cuanto llegue, intentaré<br />

que ella y mi padre asistan a una cena en la que también estarán los padres de Evan. Ellos le pedirán mi mano.<br />

—Creí que era el novio quien hacía esas cosas —comentó Kate algo perpleja.<br />

—Lo sé, pero creo que con Daniel y Rachel allí, mis padres no montarán un número, culpándose mutuamente de que yo<br />

sea así —dijo con tono dramático, alzando las manos para señalarse a sí misma.<br />

Kate soltó una carcajada.<br />

—A mí me gusta cómo eres. —Se llevó las manos a las mejillas mientras esbozaba un puchero—. ¿Y qué voy a hacer<br />

ahora sin ti? —preguntó en tono mimoso.<br />

—¿Sin mí? Señorita, usted viene conmigo. No iré a Princeton. Iré a Harvard con Evan.<br />

Kate juntó las manos a la altura de su pecho como si estuviera rezando.<br />

—¿Vas a quedarte?<br />

Jill asintió con una gran sonrisa.<br />

—Pero a tu padre le va a dar algo —añadió Kate con los ojos abiertos de par en par.<br />

El doctor Anderson siempre había querido que Jill fuera a Princeton y que, una vez allí, estudiara Medicina al igual que<br />

las generaciones anteriores de su familia. Incluso la había amenazado con dejarla sin un céntimo si no seguía sus pasos.<br />

—Pues que se tome una de sus pastillitas, además, él no va a pagar las facturas —señaló con rabia—. He aceptado que<br />

los Solomon me ayuden y así podré estudiar Periodismo, que es lo que de verdad me gusta —añadió ante la mirada<br />

estupefacta de Kate—. ¡Seguiremos juntas! —exclamó dando saltitos.<br />

El rostro de Kate se ensombreció y desvió la mirada hacia los árboles, iluminados solo por las luces que bordeaban el<br />

camino.<br />

—¿Qué pasa? —preguntó Jill al notar su cambio de ánimo.<br />

—Aún no he recibido respuesta de la universidad, y estaba tan segura de mis posibilidades… Fui tan idiota que no me<br />

planteé ver otras opciones —admitió con pesar.<br />

—Llegará, estoy segura. Así que no quiero que te preocupes, ¿vale?<br />

Kate asintió con las lágrimas amenazando con brotar en cualquier instante. Volvía a dolerle la cabeza, el oído derecho le<br />

zumbaba y un intenso calor bajo la piel comenzó a agobiarla.<br />

—Bueno… ¿y tú qué tal en el instituto? —preguntó Jill tratando de cambiar de tema.<br />

—Nada del otro mundo. Rebecca me ha invitado a ir a la fiesta del sábado y comí con Justin y todo el grupito de los<br />

populares —dijo como si tal cosa, sin embargo una sonrisa se dibujó en sus labios a la espera del grito estupefacto de su<br />

amiga.<br />

—¿Qué? ¡Te dejo sola un par de días y te lías con el culturista! ¡Qué fácil es corromperte! —exclamó, fingiendo una<br />

gran decepción.<br />

—¡No me he liado con nadie! —repuso Kate a la defensiva, y dejó que su mirada vagara para no mirar a Jill—.<br />

Aunque… puede que sí me plantee… salir con él. No sé, hoy le he visto algo diferente —admitió, intentando parecer<br />

segura de sí misma.<br />

—¿Quieres matarme? Dime que ese tío te gusta y caeré fulminada aquí mismo. —Alargó los brazos hacia el cielo y los

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