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—No te preocupes por eso, casi se ha puesto y el cielo está cubierto de nubes.<br />

Salieron al porche trasero e inmediatamente un enorme lobo blanco surgió de los árboles cortándoles el paso.<br />

—Tranquilo, Shane, no nos moveremos de aquí —dijo Marie. Se inclinó hasta que sus ojos quedaron a la altura de los<br />

del lobo—. Pero puedes quedarte con nosotras si así estás más tranquilo —le propuso con una voz tan dulce, que el lobo<br />

bajó la mirada abrumado, dio media vuelta y desapareció al trote por donde había venido.<br />

Marie sacudió la cabeza con una sonrisa traviesa. Volvió a tomar la cálida mano de Kate y la guió hasta un pequeño<br />

rincón bajo los robles. Se sentaron en silencio sobre la hierba, muy juntas. El cielo de un gris plomizo anunciaba lluvia. Un<br />

tenue rayo de sol se abrió paso a través de la espesa capa de nubes e incidió directamente en el brazo desnudo de Marie.<br />

Kate observó fascinada cómo la hermosa vampira estiraba el brazo, dejando que la débil luz acariciara su pálida piel.<br />

Lo giró de un lado a otro, extendió la mano y movió los dedos intentando atrapar las pequeñas partículas de polvo que<br />

flotaban dentro de la trazada luminosa. Un siseo doloroso escapó de sus labios a la vez que encogía el brazo y lo ocultaba<br />

tras su espalda. El sol se escondió con rapidez, como si la silenciosa queja de Marie lo hubiera reprendido.<br />

—Antes me encantaban los días de sol y odiaba los nublados. Ahora me conformaría solo con esos días nublados —<br />

susurró Marie con un atisbo de tristeza. Se miró el brazo, la quemadura ya había desaparecido.<br />

—¿Por qué William es el único vampiro inmune al sol? —preguntó Kate.<br />

Marie se encogió de hombros.<br />

—Ojalá lo supiera. William necesita esa respuesta más que cualquiera de nosotros para dejar de sentirse un bicho raro.<br />

Él es diferente a todos, diferente a los humanos y diferente a los vampiros, eso le convierte en alguien demasiado especial.<br />

Si creyera en la ciencia, diría que William es el siguiente paso en nuestra evolución, un ser más perfecto. Si creyera en los<br />

milagros, pensaría que William ha sido elegido para llevar a cabo algo muy importante —contestó con la mirada perdida,<br />

como si hablara consigo misma.<br />

Se recostó sobre la hierba y con un gesto de la mano le pidió a Kate que hiciera lo mismo.<br />

—Me contó que a los dos os mordió el mismo vampiro. Es extraño que solo él haya desarrollado esos… ¿cómo los<br />

llamáis? —se interesó Kate.<br />

—Poderes, habilidades, maldiciones…<br />

—Pues esos poderes.<br />

—Desde hace unos meses parece que todo se ha precipitado a su alrededor. Consigue hacer cosas por las que muchos<br />

matarían y no parece que vaya a parar. Cada día descubre algo nuevo o se vuelve más fuerte. —Hizo una larga pausa—. En<br />

el fondo tiene miedo, le asusta no saber en qué se está transformando. Cree que puede volverse malvado, convertirse en<br />

algo peor que esos renegados.<br />

—Eso nunca pasará, él es hermoso y bueno, toda esa maldad jamás lo tocará. Yo me encargaré de eso, no sé cómo, pero<br />

lo haré —dijo Kate convencida de sus palabras.<br />

Marie guardó silencio, cerró los ojos y contuvo el aire.<br />

—William es afortunado de tenerte, y me aseguraré de que lo pase muy mal si no te trata como mereces —dijo a cabo de<br />

unos segundos, curvando sus labios con una hermosa sonrisa.<br />

Kate se la devolvió y no preguntó nada más, no quería ser pesada.<br />

Durante unos minutos contemplaron en silencio el cielo encapotado. Pequeños pájaros iban y venían de una rama a otra<br />

bastante atareados, preparándose para pasar la noche. Marie miró a Kate de soslayo, pudo ver la líneas de su frente<br />

arrugada y cómo se mordía el labio inferior de forma compulsiva, señal evidente de que trataba de controlar un fuerte<br />

impulso.<br />

—Puedes preguntarme todo lo que desees —dijo Marie volviendo a contemplar el cielo—, es lógico que sientas<br />

curiosidad.<br />

—¿Duele convertirse en vampiro? —preguntó con cierta aprensión.<br />

—Imagina el mayor de los sufrimientos… ahora multiplícalo por cien.<br />

Kate giró la cabeza para mirarla con una mezcla de pena y fascinación.<br />

—Cuéntame cómo es.<br />

—Cuando un vampiro te muerde, te infecta con una especie de virus. Ese virus se alimenta de sangre por lo que, poco a<br />

poco, comienza a deshacerse de todo aquello que también la necesita. Sientes cómo uno a uno van muriendo todos tus<br />

órganos: los riñones dejan de funcionar, tus pulmones de respirar y, por último, tu corazón deja de latir.<br />

Kate se estremeció, sobrecogida, tratando de imaginarse cómo sería sentir la muerte dentro de tu cuerpo, mientras sigues<br />

vivo.<br />

—Por eso os alimentáis de sangre, para continuar vivos.<br />

—Sí, si ese pequeño miserable muere, nosotros también, no tenemos alternativa. Pero no te preocupes por eso —susurró<br />

rápidamente al ver el miedo en los ojos de Kate—, tú jamás lo experimentarás, nunca lo permitiremos. —Se incorporó con<br />

un suspiro—. Será mejor que vuelva a la casa. Tanto hablar de sangre está despertando mis apetitos y… tú hueles<br />

demasiado bien.<br />

—¿Yo?<br />

Marie asintió.<br />

—La sangre es para nosotros como para ti la comida. Unas cosas están más ricas o huelen mejor que otras. Hay humanos<br />

que son coles, pero tú eres como un pastel de cerezas maduras. —Sonrió al ver la cara de susto de Kate—. No te

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