doncellas de compañía. Pero con Kate, le asustaba lo cautivado que se sentía por ella. Simplemente mirarla, le hacía desear acercarse… tocarla… conocerla más. Keyla colocó su mano sobre la de William, que aferraba con fuerza el volante, y le dio un ligero apretón. —Es por la sangre, ¿verdad? Debe de ser difícil controlarse cuando se está rodeado de tantos humanos —afirmó repentinamente seria. William suspiró y se recostó sobre el asiento con la mirada perdida en el cristal; durante un instante, estuvo tentado de contarle lo que le estaba pasando, pero se arrepintió de inmediato. Hablar de sí mismo no se le daba bien, sobre todo cuando se pasaba la vida fingiendo ser otra persona. Keyla le tomó la mano y se la acercó a la boca, depositando un tierno beso en ella. William la miró con los ojos abiertos de par en par, aún sentía el cosquilleo de sus labios en la mano, una sensación dulce y agradable. No apartó la mano, al contrario, se llevó la de Keyla a su boca y le devolvió el beso sin pensar. No recordaba lo agradable que era el dulce contacto de otra persona, esos gestos afectuosos que podían borrar hasta la mancha más oscura, si provenían de la persona adecuada. —Sí, es muy difícil —susurró, intentando controlar las ganas de volver la vista hacia Kate.
CAPÍTULO 5 Kate, más afectada de lo que pensaba, contempló cómo el Porsche negro desaparecía entre el tráfico. Había pasado toda la noche imaginando cómo se sentiría si volvía a encontrarse con William. Estuvo ensayando frente al espejo sonrisas y saludos con gesto indiferente, para intentar disimular la desazón que se apoderaba de ella con solo pensar en él. Al final, había logrado convencerse de que todos aquellos sentimientos eran pasajeros, quizá algo idealizados por la gratitud que le debía por haberla socorrido en aquella carretera, y terminó por dormirse con la firme creencia de tenerlo todo bajo control. No era así. Jill le rodeó los hombros con el brazo, obligándola a caminar. —William sigue aquí, ¿lo has visto? —preguntó Kate tras tomar aliento. Jill asintió—. ¿Qué sabes de la gente que estaba con él? —volvió a preguntar con curiosidad. —No mucho, los he visto un par de veces —respondió Jill, y guardó silencio sin intención de seguir hablando. —¡Vamos, tú siempre lo sabes todo de todos! —exclamó Kate al cabo de unos segundos. —¿Y desde cuándo te interesa a ti la vida de los demás? —replicó algo incómoda. —¡Por favor! —rogó con tono compungido. —Está bien. —Se rindió ante su expresión suplicante—.Ya conoces a Evan —Kate asintió—. El que conducía el Hummer y el chico con el pelo rizado son sus hermanos, creo que también tienen una hermana pequeña, pero no estoy segura. Su padre es economista o algo así, y su madre piensa abrir una librería en el pueblo dentro de unos días. Vivían en San Francisco y se mudaron aquí buscando un ambiente más tranquilo, y para estar cerca de su familia. —¿Familia? —repitió Kate. —Sí, el chico más alto y la chica morena son sus primos, por lo que sé, sus padres son hermanos. Estos llevan aquí más tiempo, creo que vinieron en Navidad, pero no se les ve mucho. El chico es algo rarito y asusta un poco —dijo refiriéndose a Shane—, y de ella no tengo la menor idea —relató como si estuviera leyendo el artículo de un periódico. —¿De dónde sacas toda esa información? —intervino Kate, impresionada. —Si pasaras tanto tiempo como yo en la consulta de mi padre, tendrías un máster en cotilleo. Te enteras de todo lo que pasa en el pueblo, sobre todo los días que la señora Jones tiene revisión. Esa mujer debería pertenecer a la CIA. Kate rió a carcajadas, conocía muy bien a la señora Jones. Una vez por semana se acercaba a la casa de huéspedes que Alice, la abuela de Kate, regentaba. Todos los viernes por la tarde se trasladaba hasta Whitewater para tomar el té, de paso hacía un interrogatorio bastante profundo y exhaustivo sobre los huéspedes: edad, profesión, hijos, divorcios, motivo de su estancia y cuánto tiempo pensaban quedarse. —¿Crees que William está aquí por esa chica morena? —Kate volvió sobre el tema obsesivamente. —Tú misma lo dijiste, exótica y con piernas kilométricas —replicó. Guardó silencio unos instantes, intentando ignorar la expresión compungida de su amiga—. Déjalo ya, Kate, y no te mortifiques. Se te acabará pasando, siempre se acaba pasando —fue todo lo que consiguió decir antes de entrar en clase de Francés. —Señorita Lowell, señorita Anderson, llegan tarde —se quejó el profesor desde la pizarra. —Lo sentimos, señor, Kate sufrió un pequeño… —Estoy al corriente, señorita Anderson —interrumpió el profesor—. Ocupen sus sitios, por favor. Bueno… ¿dónde estábamos?… Ah, sí, los grupos para el trabajo. Señor Solomon, nos quedaba usted por emparejar, vamos a ver… — Consultó una lista que tenía sobre la mesa—. Anderson, Lowell, ustedes trabajarán con él. Kate pasó un mal rato tratando de concentrarse en clase de Francés, no porque no supiera el tema que estaban dando, sino porque su mente estuvo la mayor parte del tiempo recordando el encuentro con William. No conseguía apartarlo de sus pensamientos. Si cerraba los ojos, sus emociones se descontrolaban provocando que miles de mariposas ascendieran desde su estómago hasta su garganta cortándole la respiración, porque evocar la imagen de sus ojos azules clavados en ella la ponía al borde del infarto. Cuando la clase terminó, todos abandonaron el aula en estampida, excepto Jill y Kate, algo más lenta a causa de su cojera. Salieron al pasillo y una voz chistó a sus espaldas. Evan las esperaba con los brazos cruzados sobre el pecho y la cadera despreocupadamente apoyada contra la pared. Se acercó hasta ellas con paso seguro, miró a Kate, estudió su rostro, y después posó sus ojos en Jill con bastante interés. —¿Cuándo quedamos? —preguntó sin apartar la vista de Jill. —¿Qué? —respondió ella con otra pregunta. —Para el trabajo —aclaró Evan con una sonrisa—. ¿O estabas pensando en otra cosa? —su tono de voz sonó algo
- Page 2 and 3: ALMAS OSCURAS I Pacto de Sangre Mar
- Page 4 and 5: Agradecimientos Gracias a Raquel Cr
- Page 6 and 7: PRÓLOGO La luna reinaba en el ciel
- Page 8 and 9: CAPÍTULO 1 New Hampshire, en la ac
- Page 10 and 11: Abrió la portezuela del coche y la
- Page 12 and 13: Kate la pellizcó y siseó para que
- Page 14 and 15: —susurró Kate, y ese pensamiento
- Page 16 and 17: toda la semana —amenazó a Evan m
- Page 18 and 19: William dejó vagar su mirada alred
- Page 20 and 21: Se puso en pie sin dar crédito a l
- Page 22 and 23: La nieve caía de forma más copios
- Page 24 and 25: afortunado. Amelia bajó la cabeza
- Page 26 and 27: puede conseguir. Los vampiros estal
- Page 28 and 29: Anthony y Sean ardían en la chimen
- Page 30 and 31: Se lanzó tras ella sin pensar. Abr
- Page 32 and 33: —Con la sangre que corre por tus
- Page 34 and 35: —¡Pues te la llevas a una isla d
- Page 36 and 37: —¡Por todos los demonios del inf
- Page 38 and 39: desencajada. Subió al coche con ra
- Page 42 and 43: engreído. —¡Ya te gustaría!
- Page 44 and 45: CAPÍTULO 6 Faltaban pocos minutos
- Page 46 and 47: —Kate, querida —gritaba Clarise
- Page 48 and 49: —No creo que pueda conducir así.
- Page 50 and 51: de humor esa noche. —Hoy no. Quie
- Page 52 and 53: suficientes, sucumbió, aunque no f
- Page 54 and 55: —Pues deberías. Es educado, guap
- Page 56 and 57: —¿Tienes hermanos? —Dos, Rober
- Page 58 and 59: CAPÍTULO 8 —Gracias por el paseo
- Page 60 and 61: puerta se abrió de par en par golp
- Page 62 and 63: —Perdóname, lo sucedido me tiene
- Page 64 and 65: Condujo como un loco durante más d
- Page 66 and 67: unirse. Inmediatamente después, se
- Page 68 and 69: CAPÍTULO 10 Kate terminó de recog
- Page 70 and 71: —Por supuesto, se la daré. No ta
- Page 72 and 73: —No, gracias. —No me importa, d
- Page 74 and 75: años? —Doce —corrigió William
- Page 76 and 77: Shane contempló su rostro con aten
- Page 78 and 79: de minutos. —Dio media vuelta y d
- Page 80 and 81: CAPÍTULO 12 La noche era calurosa
- Page 82 and 83: Troy y su banda ya estaban en el es
- Page 84 and 85: la muñeca, elevándolo en el aire.
- Page 86 and 87: más profundo de su pecho, liberand
- Page 88 and 89: heridas y de mirar hacia delante…
- Page 90 and 91:
media vuelta y se dirigió al hotel
- Page 92 and 93:
William los acompañó hasta la pue
- Page 94 and 95:
—Esta vez pienso contarlos, estoy
- Page 96 and 97:
—Ahora no puedo, Justin —dijo e
- Page 98 and 99:
—No se me da bien hablar de mí,
- Page 100 and 101:
—Están bien, no te has quemado
- Page 102 and 103:
—No, ¿y a ti? —Ni una palabra.
- Page 104 and 105:
Mandy apareció con una bandeja rep
- Page 106 and 107:
expresión ausente. William miró h
- Page 108 and 109:
CAPÍTULO 16 —Me siento incómoda
- Page 110 and 111:
La atmósfera entre ellos se volvi
- Page 112 and 113:
—Lo sé, pero debería relajarse
- Page 114 and 115:
Sonaron unos golpecitos en la puert
- Page 116 and 117:
—Llévate mi coche, es más rápi
- Page 118 and 119:
mano. —Jill, sube al coche —le
- Page 120 and 121:
«Más que a mi vida», pensó Jill
- Page 122 and 123:
CAPÍTULO 18 Kate dejó escapar un
- Page 124 and 125:
podía pasar tanto tiempo con Jill,
- Page 126 and 127:
apoyó sobre una de las ramas y sal
- Page 128 and 129:
—Vamos, cariño. Te llevaré al h
- Page 130 and 131:
CAPÍTULO 19 Se arrodilló junto a
- Page 132 and 133:
sus ojos se posaron en un escritori
- Page 134 and 135:
cambie Yale por Oxford. —¿Y qué
- Page 136 and 137:
la decisión y, al comprobar que no
- Page 138 and 139:
ahora, y eso la reconfortó de extr
- Page 140 and 141:
—Lo siento —se disculpó, y vol
- Page 142 and 143:
—¡No, por supuesto que no! ¿Có
- Page 144 and 145:
—Sí, Stephen se presentó —afi
- Page 146 and 147:
—Por supuesto, señor —«En cua
- Page 148 and 149:
CAPÍTULO 22 Kate bebió el té que
- Page 150 and 151:
—¿Qué? Estás tratando de darle
- Page 152 and 153:
parpadeó un par de veces para de l
- Page 154 and 155:
CAPÍTULO 23 El Porsche volaba por
- Page 156 and 157:
—Justin se preocupa por mí, le i
- Page 158 and 159:
CAPÍTULO 24 William deseó ser mor
- Page 160 and 161:
William se abalanzó sobre su herma
- Page 162 and 163:
que ella no había domesticado a un
- Page 164 and 165:
hasta el cuello. Acarició con la y
- Page 166 and 167:
—su voz era como el siseo de una
- Page 168 and 169:
sufrimiento era mi felicidad. —Se
- Page 170 and 171:
William enderezó la espalda y gir
- Page 172 and 173:
CAPÍTULO 26 Kate permaneció paral
- Page 174 and 175:
—Lo hicieron a través del ferroc
- Page 176 and 177:
CAPÍTULO 27 Kate se acurrucó abra
- Page 178 and 179:
—No te preocupes por eso, casi se
- Page 180 and 181:
con un doloroso calambre. Se oblig
- Page 182 and 183:
CAPÍTULO 28 La noche llegó más r
- Page 184 and 185:
—Sí —confirmó William—, y l
- Page 186 and 187:
alcanzó atrapándola por las piern
- Page 188 and 189:
William sonrió, cerró los ojos y
- Page 190 and 191:
de ser difícil. —Bueno, sé lo q
- Page 192 and 193:
—¿Mono, has dicho que soy mono?
- Page 194 and 195:
—Pobre de mí. Ahora tú eres la