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apuntándolo con el dedo a modo de aviso—. Si algo te ocurre, no solo perderemos a un hermano. Tú eres el puente que<br />

mantiene unidos a vampiros y licántropos. Si tú caes, la alianza se debilitará.<br />

William meditó las palabras de Carter unos segundos. Era increíble cómo aquel granuja podía ser tan razonable. Bajo su<br />

imagen ostentosa y superficial, se escondía en realidad un hombre muy inteligente, justo y seguro de sí mismo; pero<br />

consciente de sus debilidades, y William lo respetaba por todo ello. Carter había heredado la marca y, con ella, el derecho<br />

a suceder a su padre. Nadie dudaba de que algún día sería un buen líder.<br />

—Está bien, tendré cuidado —aceptó William, encogiéndose de hombros. No tenía ánimo para seguir discutiendo aquel<br />

tema. Sabía que, hasta cierto punto, tenían razón, pero no estaba dispuesto a esconderse tras la manada. Nunca lo había<br />

hecho y nunca lo haría.<br />

—Alguien se acerca —advirtió Shane.<br />

El ruido del motor de un coche llegó hasta ellos a través del silencio que reinaba en el exterior. William se acercó a la<br />

ventana, posando sus ojos en el camino. El vehículo se acercaba despacio, con un ronroneo agónico.<br />

Un soplo divertido escapó de la boca de Evan.<br />

—Es Kate, el sonido de ese trasto es inconfundible. Si ya hemos terminado, avisaré a Jill.<br />

Daniel asintió, dando permiso a su hijo para que saliera.<br />

William se mantuvo junto a la ventana, observando cómo un viejo Volkswagen de color blanco se detenía frente a la<br />

casa. Kate se desabrochó el cinturón y se bajó del coche, una ráfaga de viento agitó su cabello sobre el rostro y levantó de<br />

forma sutil su vestido, el mismo que llevaba el día que William la conoció. Bajó la vista aturdido, ya sufría bastante<br />

cuando se encontraba lejos de ella, pero sentir su presencia era incluso más doloroso. Volvió a mirarla de soslayo. Era<br />

adorable, hermosa y perfecta.<br />

Sintió la presión de sus dientes sobre la lengua y la necesidad de salir a cazar se apoderó de él. Se encontraba muy<br />

tenso, nervioso, estaban pasando demasiadas cosas en muy poco tiempo, y no estaba acostumbrado a no tener el control de<br />

la situación. Ni tampoco a tener sentimientos, no los que ahora sentía.<br />

—Tengo que salir o acabaré destrozando la garganta de alguien —dijo a Daniel sin rodeos.<br />

El licántropo enmudeció y un destello de entendimiento iluminó su mirada. Asintió con un leve movimiento de cabeza.<br />

—William —dijo Daniel antes de que el vampiro abandonara el estudio—. Recuerda que debes estar aquí cuando ellos<br />

lleguen. Talos —aclaró al ver la mirada interrogante del vampiro.<br />

—Talos —susurró. Lo había olvidado por completo. Esa noche, Neo y Drew comparecerían ante Daniel para que este<br />

atendiera su petición—. No te preocupes, no tardaré.<br />

Jill apareció corriendo sobre la gravilla mojada, luciendo una gran sonrisa en el rostro. Abrió los brazos y estrechó<br />

con fuerza a Kate, que dejó escapar un ¡Ay! divertido.<br />

—Me alegro de que hayas llamado, me tenías muy preocupada, ¿sabes? —dijo Kate, separándose un poco para verle el<br />

rostro. Había algo diferente en su expresión que no supo interpretar.<br />

—Lo siento, he estado un poco liada —contestó vacilante.<br />

—Jill, ¿estás bien? No has ido al instituto, no contestas a mis mensajes y tu padre me ha dicho que no has vuelto a casa<br />

desde el sábado.<br />

—¡Vaya, al menos se ha dado cuenta de que no estaba!<br />

—Tu padre te quiere, está preocupado —señaló Kate, mirando en derredor.<br />

—Sí, creo que una nota en su agenda se lo recuerda de vez en cuando —replicó dolida—. Apenas consigue mirarme a la<br />

cara. Le recuerdo demasiado a mi madre y, dentro de poco tiempo, me odiará tanto como a ella.<br />

—No digas eso —susurró Kate, acariciándole el brazo.<br />

—Perdona por los mensajes. Perdí el teléfono, no recordaba tu número… Ya sabes cómo soy.<br />

—Sí, un desastre —dijo Kate con una sonrisa.<br />

El sol comenzaba a ponerse, alargando las sombras de los árboles y tiñendo el cielo de un morado intenso. Kate escrutó<br />

de nuevo los alrededores. La sensación de ser observada había vuelto con un incómodo hormigueo que recorría su nuca.<br />

—¿Buscas algo o… buscas a alguien? —preguntó Jill arqueando las cejas con una mueca traviesa.<br />

Kate saltó como un resorte, sabía perfectamente a quién se refería Jill.<br />

—¡Nada de eso! —exclamó.<br />

—Entonces demos un paseo, tengo que contarte muchas cosas.<br />

William contempló desde el tejado cómo Kate se alejaba con Jill dando un paseo hacia la carretera. Sus instintos se<br />

sacudían en su interior intentando salir a la superficie a borbotones: el deseo despierto y la odiosa sed que estrujaba su<br />

cerebro. Durante un segundo la imaginó entre sus brazos, entregándose a él, girando levemente su cuello para ofrecerle su<br />

mayor tesoro. Él la tomaba sin dudar, saciándose de su sangre, embargado por el placer que eso le causaba. Cerró los ojos<br />

y alejó el inquietante pensamiento de su cabeza antes de hacer algo estúpido.<br />

«Voy a volverme loco », pensó. Dio media vuelta y el espeso bosque quedó frente a él. Corrió por la mediana del tejado<br />

para tomar impulso, y con la agilidad y la elegancia de un felino cruzó el aire hasta alcanzar el tronco de un viejo arce. Se

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