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—¿Qué? Estás tratando de darle la vuelta a este tema. Sabes muy bien que Justin y yo solo somos amigos.<br />
—No dabais esa impresión cuando llegasteis a la fiesta cogidos de la mano, o la otra tarde en el instituto, bajo la lluvia<br />
—siseó las palabras con rabia.<br />
—¿Estabas allí? —preguntó, recordando cómo se había sentido observada.<br />
—Durante cada segundo —dijo él, lentamente, arrastrando las palabras con malicia mientras acercaba su rostro al de<br />
ella y sus ojos quedaban a la misma altura. La imagen de aquel día acudió a su mente y sintió cómo los celos brotaban en<br />
su pecho. La miró casi con odio por hacerlo sentir así, pero ella, lejos de amedrentarse, alzó la barbilla plantándole cara<br />
—. Vi cómo le mirabas —añadió él.<br />
—Mirar no es lo mismo que besar —respondió ella sin dar su brazo a torcer.<br />
—Pero… ¿por qué insistes en eso? ¡No entiendo por qué te molesta tanto! —intentó mostrarse paciente y comprensivo,<br />
pero sabía que si ella volvía repetir la palabra «beso» acabaría perdiendo la paciencia.<br />
—¿Molestarme? ¿Acaso crees que me importa lo que hagas? —contestó agriamente—. Por mí puedes besar a quien<br />
quieras —dijo con las lágrimas amenazando con brotar en cualquier momento, y se dirigió hacia su coche con paso firme.<br />
La mano de William sobre su muñeca detuvo su precipitada huida—. ¡Suéltame!<br />
Los ojos del vampiro brillaron con una determinación mortífera. Estaba luchando por controlarse y, mientras lo hacía,<br />
sus dedos aferraban con más fuerza su muñeca, sintiendo en ellos su pulso desbocado.<br />
—¡Suéltame, me haces daño! —gritó retorciéndose.<br />
La soltó y dando media vuelta entró en la casa con los ojos cerrados, escondiendo tras los párpados las llamas que los<br />
devoraban. Sintió cómo iba perdiendo el control, Kate había conseguido sacarlo de quicio. La sed abrasaba su garganta<br />
con un dolor insoportable, las venas le ardían y la ira brotaba de su interior en oleadas cada vez más intensas, mientras las<br />
palabras de ella martilleaban en su cabeza.<br />
Al cabo de un rato, las paredes de la casa lo asfixiaban. Salió fuera, subió a su coche y lo puso en marcha haciendo que<br />
derrapara al pisar el acelerador a fondo. De repente, pisó el freno de forma violenta para evitar atropellar a la figura que<br />
acababa de aparecer en medio del camino.<br />
Shane apoyó sus poderosas manos entre los faros, clavó los pies en el suelo y empujó con fuerza, aguantando la<br />
embestida del vehículo.<br />
—¿Te vas de juerga sin avisar? —preguntó el licántropo en tono irónico, cuando el coche se detuvo.<br />
William no contestó, pero hizo un movimiento con la cabeza, invitándolo a subir.<br />
—¿Crees que aún seguirá por allí? —preguntó Shane, adivinando los planes del vampiro. Se removió en el asiento<br />
haciendo sitio para sus largas piernas.<br />
William se limitó a encogerse de hombros.<br />
Dejaron el coche cerca de la carretera e intentaron volver sobre sus pasos hasta el lugar donde habían encontrado a<br />
Kate. Se movieron entre los espesos matorrales y las raíces nudosas de los viejos robles, escrutando cada palmo de tierra<br />
en busca de huellas.<br />
William inspiró hondo en busca de algún olor que estuviera fuera de lugar, pero no encontró nada. Caminó sin prisa,<br />
tratando de hacer el menor ruido posible. De repente, sus pies se hundieron hasta los tobillos, miró el suelo y encontró un<br />
pequeño trozo de tierra removida. Se agachó para ver mejor. Aquel agujero no lo había excavado ningún animal, de hecho,<br />
comprobó sorprendido que alrededor había varias huellas de distintos animales, pero que todos ellos se habían desviado<br />
para evitar pisar el terreno horadado. Hundió la mano a través de la tierra, sacó un puñado y maldijo mientras lo dejaba<br />
caer.<br />
—¿Cómo no me di cuenta? Estuve a solo unos pasos —murmuró entre dientes.<br />
—Estaba bien escondido, a esa profundidad era imposible percibir nada.<br />
—Debí imaginarlo, es de manual. El lugar más seguro para un vampiro cuando está al descubierto, es un agujero en la<br />
tierra —replicó, molesto por su ineptitud.<br />
—Tranquilo, daremos con él, aunque se esconda en la fosa más profunda. Seguro que aún sigue por aquí.<br />
Llevaban una hora en aquel bosque y varios kilómetros recorridos, cuando un intenso olor a podrido llamó su atención.<br />
Shane arrugó la nariz y contuvo la respiración, mientras con la cabeza indicaba una marca de arrastre sobre la hierba. La<br />
siguieron unos metros, hasta un montón de ramas y piedras con forma de túmulo, bien oculto entre la maleza.<br />
William empujó varias piedras con el pie. Sus ojos se abrieron como platos cuando una mano humana, con los dedos<br />
crispados, apareció en el hueco.<br />
—Lleva aquí varios días —dijo Shane, contemplando el cadáver del cazador. Volteó su cuello en busca de la marca con<br />
forma de media luna—. ¿Crees que será del pueblo? —preguntó sin apartar la vista del desgarro mortal que aquel hombre<br />
tenía en la garganta. William se agachó y rebuscó en los bolsillos de la víctima.<br />
—No, Portland —susurró, y tiró la documentación al suelo. Señaló un rifle semioculto entre las ramas—. Es un furtivo,<br />
esas armas solo se consiguen en el mercado negro. —Miró a su alrededor de forma meticulosa, agudizando sus sentidos al<br />
máximo—. Nos enfrentamos a un renegado bastante fuerte y peligroso —continuó—. Los mata mientras se alimenta de<br />
ellos así que, además de su sangre, también se apodera de la esencia vital.<br />
—Eso no suena bien —dijo Shane algo inquieto.<br />
—La sangre humana duplica las fuerzas de un vampiro, pero la esencia vital es otra cosa. Para uno de nosotros es<br />
maldad en estado puro, incrementa nuestros instintos y poderes hasta límites que no puedes imaginar. Es adictivo.