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toda la semana —amenazó a Evan mientras le apuntaba con el dedo.<br />

—¡Estos niños! —comentó con suficiencia una tercera voz. Carter, el mayor de los hijos de Daniel y su vivo retrato.<br />

Alto, moreno y corpulento, con unos ojos oscuros y penetrantes, traviesos—. Me alegro de que hayas venido, William, este<br />

sitio será más divertido contigo por aquí.<br />

Se abrazaron, entrelazando sus manos con un fuerte apretón. Entonces William se percató de la enorme figura que<br />

ocupaba el umbral de la casa, y que los observaba con expresión divertida.<br />

—Daniel —susurró, y se encaminó a la casa esbozando una gran sonrisa.<br />

Se detuvo frente a su amigo y se miraron a los ojos.<br />

—¡Bienvenido a casa, hermano! —dijo Daniel, conteniendo la emoción.<br />

Se abrazaron unos instantes. Había pasado algo más de un año desde la última vez que se vieron, demasiado tiempo<br />

incluso para ellos.<br />

Tras charlar un rato en el salón, pasaron a la cocina. Rachel estaba sumergida entre ollas y sartenes, dedicó una sonrisa<br />

cargada de ternura al vampiro y comenzó a lavar unas verduras para la cena. Los chicos se organizaron para preparar la<br />

mesa; mientras, Daniel sacó unos filetes del horno y los fue sirviendo en los platos.<br />

—Eh, William, el coche de ahí fuera es nuevo. ¿Qué le ha pasado al otro? —preguntó Evan con curiosidad.<br />

—Reventé el motor con un par de renegados cuando cruzaba Vancouver, allí terminó su viaje y también el mío —<br />

contestó mientras cortaba con destreza unas zanahorias para Rachel.<br />

—Pues a mí me gusta mucho más este —comentó Carter. Se acercó al armario para coger más platos y los fue<br />

colocando sobre la mesa—. Me encantan los coches grandes y rápidos. ¡Ya verás la preciosidad que tengo en el garaje!<br />

—¿Has dicho preciosidad? Esa cosa es tan grande y ruidosa como una excavadora —replicó Rachel—. Aún no<br />

entiendo en qué pensaba tu padre cuando te lo regaló.<br />

—¡Me ofendes, mamá! —exclamó Carter, fingiendo sentirse apenado, empezando así la discusión de siempre—. ¿Cómo<br />

te sentirías si yo comparara tus…?<br />

Pero Rachel enseguida lo interrumpió.<br />

—Piensa muy bien lo que vas a decir, cariño —dijo en un tono claro de amenaza.<br />

Carter esbozó su sonrisa de pirata y pestañeó con gesto inocente.<br />

—Solo digo que... ¡Ay! —exclamó, frotándose el costado. Su padre acababa de darle un codazo.<br />

—Tienes las de perder —canturreó Daniel al oído de su hijo. Una mueca maliciosa se dibujó en su cara—. Y al final<br />

acabaré teniendo yo la culpa. Cierra el pico.<br />

—El Range tampoco está nada mal —intervino William, escondiendo su risa. Se sentó en una esquina, sobre la<br />

encimera de madera, contemplando a través de la ventana cómo iba anocheciendo. El cielo era como una paleta de colores<br />

que iban del naranja al violeta en todas sus tonalidades, y las primeras estrellas titilaban por encima de los árboles<br />

creando un efecto espectacular.<br />

—Ha sido un capricho de Daniel, cree que para estas carreteras es más cómodo y seguro un todoterreno —informó<br />

Rachel.<br />

—Y lo es, vivimos en medio de un bosque al pie de las montañas. Cada vez que llueve los caminos se inundan…<br />

Rachel levantó la mano, interrumpiendo la excusa, mil veces repetida, de su marido.<br />

—Daniel, nuestro viejo coche también era un todoterreno.<br />

Daniel chasqueó la lengua.<br />

—No exactamente, era un híbrido y sin tracción trasera. Necesitábamos un coche con tracción trasera.<br />

—¡Oh, vamos, que ya nos conocemos! Querías un coche nuevo y la lluvia era la excusa perfecta! Cuando se trata de<br />

coches eres tan caprichoso como un niño.<br />

Daniel puso los ojos en blanco y le dedicó una sonrisa de complicidad a William.<br />

—Y ya que estamos hablando de ruedas —intervino Evan—. ¿Por qué le habéis comprado un coche nuevo a Carter y yo<br />

tengo que compartir el monovolumen con mamá y Jared?<br />

—Ya conoces la respuesta —respondió Daniel.<br />

—Sí, pero… si es un premio por sus notas en la universidad. Yo también me gradúo este año en el instituto y he<br />

conseguido una beca. ¿Por qué yo no tengo coche?<br />

—Porque esa beca la has conseguido con el fútbol, no es lo mismo —replicó Carter, dedicándole una mueca burlona.<br />

—Sí que lo es —dijo Evan, enfadado. Se giró hacia su padre—. ¡Papá, no es justo!<br />

Daniel lanzó un sonoro suspiro y sus ojos relampaguearon un segundo con un brillo dorado..<br />

—Está bien, lo discutiremos mañana.<br />

—De eso nada —intervino Jared—. Si Evan consigue un coche, yo también.<br />

—¿Uno a pedales? —preguntó Evan con un gesto de mofa.<br />

—¡Piérdete! —replicó Jared.<br />

—Ya está bien, chicos —gritó Daniel para hacerse oír.—. Vamos a cenar.<br />

Rachel se acercó a William y le hizo un gesto para que la siguiera.<br />

—Hay cosas que nunca cambian —dijo el vampiro mientras alcanzaban el vestíbulo. Los chicos continuaban discutiendo<br />

y sus voces resonaban en cada rincón, cada vez más altas.<br />

—Los adoro, pero te juro que a veces deseo asesinarlos.

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