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la muñeca, elevándolo en el aire.<br />

William había trepado por la pared de ladrillo con la destreza sobrenatural propia de su especie. Solo que en él, todas<br />

las habilidades de los vampiros estaban aumentando en fuerza y poder con el paso de los años, convirtiéndolo en un ser<br />

especial, incluso para su propia gente. Y puede que la palabra especial ya no fuera suficiente para describirlo. Levitaba,<br />

movía objetos con la mente, la forma tan clara y nítida en la que ahora sus sentidos percibían el mundo que lo rodeaba;<br />

quizá la palabra adecuada fuera: único.<br />

Recorrieron la mediana del tejado hasta llegar al otro lado. Con una precaución extrema ojearon el fondo de la calle.<br />

El vampiro que había sacado a la mujer del pub estaba sentado en el suelo, sobre un trozo de escalera de incendios que<br />

se había desprendido de la pared. Una suave risa surgió de su garganta, mientras contemplaba cómo otro vampiro sujetaba<br />

a la chica rubia entre los brazos, obligándola a bailar una melodía que tarareaba entre dientes.<br />

El aspecto de la joven era lamentable, apenas se mantenía en pie, con un tono ceniciento en su piel que resaltaba las<br />

heridas con forma de media luna que había en su cuello y en las muñecas. Sus ojos vacíos lo miraban con espanto, y un<br />

gemido escapó de sus labios cuando aquel hombre de piel negra y ojos rojos acercó de nuevo su boca a ella para lamer el<br />

hilillo de sangre que le resbalaba por la garganta.<br />

No había rastro del tercer vampiro.<br />

—Es guapa —dijo el vampiro que sujetaba a la chica—. He de reconocer que tienes un gusto exquisito.<br />

—No está mal, pero después de tanto tiempo a mí me parecen todas iguales. Me interesa lo que contienen, nada más,<br />

Miles —comentó con desinterés.<br />

—¡Venga ya, Russ! A ti lo que te pasa es que solo tienes ojos para ella —replicó con resentimiento. Dejó caer a la<br />

chica, su cuerpo golpeó el suelo con un sonido sordo, y la miró desde arriba—. Está casi muerta.<br />

—Drake se va a enfadar, prometiste dejarle un poco.<br />

—¡Que se vaya al infierno, ya estoy cansando de él! —dijo con acritud. Se agachó junto a la joven y le acarició el<br />

rostro, después los labios y por último el hueco del cuello.<br />

—Deberías tener más cuidado con lo que dices, te arrancará el corazón con los dientes si te coge hablando así.<br />

—Que lo intente si se atreve —advirtió con un bufido—. A mí no me impresiona que se haya convertido en uno de los<br />

preferidos de esa arpía.<br />

—No te pases, Miles —replicó Russ, ofendido.<br />

—¡Oh, perdona, olvidaba que tu devoción por ella te nubla el juicio!<br />

El joven moreno resopló y se levantó de su improvisado asiento para acercarse a la chica.<br />

—¿Qué hacemos con ella? ¿Dejamos que se transforme? —preguntó.<br />

William observó toda la escena sin perder ni el más mínimo detalle, midiendo las fuerzas de los vampiros. Parecían<br />

peligrosos, pero se había enfrentado a sujetos peores. Se puso en pie y, dando un paso al frente, se dejó caer. Sus pies se<br />

posaron en el suelo sin hacer ruido, con la vista clavada en el sucio asfalto. Alzó la cabeza, muy despacio, mostrando<br />

apenas un indicio de sus ojos rojos y fríos como un rubí, y estudió con atención a los dos vampiros que tenía frente a él.<br />

—¿Tú quién eres? —preguntó Miles, sorprendido, pero inmediatamente se puso alerta.<br />

—Pasaba por aquí y olí eso —respondió William, y señaló a la chica con un gesto de su cabeza.<br />

—Llegas tarde, está seca—replicó Russ. Se colocó junto a su compañero y añadió—: Donde encontramos a ésta hay<br />

muchas más que seguro serán de tu agrado, hermano —arrastró la última palabra intentando parecer tranquilo, pero algo en<br />

su interior le decía que aquel ser era una amenaza—. Yo te conozco de algo…<br />

—Lo dudo, soy nuevo en el país.<br />

—¿Sabes una cosa? No me gustas —dijo Miles.<br />

William dibujó una sonrisa que lo era todo menos amistosa.<br />

—Tú tampoco me vuelves loco. Tu trato deja mucho que desear.<br />

—Voy a darte un consejo. Lárgate por donde has venido, si no quieres tener problemas —le advirtió Miles dando un<br />

paso hacia él.<br />

—Hace un momento hablabais de Amelia, ¿verdad? ¿Sabes dónde está? —preguntó William a Russ ignorando el aviso<br />

del otro renegado.<br />

Russ entornó los ojos y estudió con más atención a William.<br />

—¿No sabes que es de mala educación escuchar las conversaciones ajenas? —inquirió Miles, dando otro paso hacia él<br />

con expresión amenazante.<br />

—¿Qué quieres tú de ella? —preguntó Russ con desconfianza, y lanzó una mirada frustrada a Miles. El maldito vampiro<br />

era incapaz de mantenerse callado.<br />

Una sonrisita burlona se dibujó en la cara de William.<br />

—Somos viejos amigos.<br />

—Sí, seguro —masculló Miles.<br />

—Conozco a todos sus amigos y tú no estás entre ellos —replicó Russ.<br />

—Te sorprendería lo unidos que estamos —aseguró, y moduló su voz hasta convertirla en un arrullo —. ¿Dónde puedo<br />

encontrarla?<br />

—Dime tu nombre y dónde se te puede localizar. Si dices la verdad, ella se pondrá en contacto contigo.<br />

Una descarga eléctrica recorrió cada terminación nerviosa del cuerpo de William. Aquel proscrito sabía dónde se

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