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CAPÍTULO 23<br />
El Porsche volaba por la carretera mientras la mente de William hervía como un volcán a punto de entrar en erupción.<br />
Aquel tipo era inmune al sol y se había desmaterializado en sus propias manos. Había otro como él, y estaba seguro de<br />
que eso no era bueno. Se devanaba los sesos buscando una explicación, y solo se le ocurría que habían sido transformados<br />
por el mismo ser, fuese lo que fuese aquella cosa que le mordió.<br />
Meneó la cabeza tratando de despejarse y pensar con más claridad. ¿Y si el vampiro que lo transformó no estaba<br />
muerto? ¿Y si era él el que estaba detrás de todo? ¿Y si aquel tipo estaba reuniendo a su prole para algún fin<br />
descabellado? No era posible, el propio Sebastian le había arrancado el corazón aquella noche en la que fueron atacados.<br />
Entonces, ¿quién era?<br />
—¿Has visto a ese tipo? Es increíble. Debemos quedarnos, este es el único lugar donde podremos protegerte. Van a por<br />
ti, ya lo has oído —dijo Shane furioso.<br />
—No sé qué o quién está detrás de todo esto. Y no pienso quedarme aquí y atraerlo hasta vosotros —indicó William<br />
circulando a toda prisa por la serpenteante carretera.<br />
—Y si te atrapa, ¿cuánto tiempo crees que tardará en venir a por nosotros? —le hizo notar—. ¿Y qué pasa con Kate? —<br />
añadió.<br />
William frunció el ceño y empezó a temblar de ira.<br />
—Si me marcho y la abandono, ese ser se convencerá de que no me importa y la dejará en paz —dijo sin mucho<br />
convencimiento—. Y vosotros podréis protegerla mejor que yo. —Ladeó la cabeza para mirarlo a los ojos—. ¡Prométeme<br />
que cuidarás de ella!<br />
—Con mi vida —señaló Shane sin dudar. De pronto algo llamó su atención—. ¿Qué ocurre allí?<br />
Más adelante, los bordes de la carretera estaban llenos de coches aparcados y, a través de los árboles, se distinguían un<br />
par de hogueras.<br />
—¡Para, para! —dijo Shane—. Es Evan. ¿Qué hace aquí con todos esos? —masculló al percatarse de la presencia de<br />
Justin y sus amigos.<br />
El mirador estaba lleno de chicos. Habían improvisado una fiesta en torno a un par de hogueras. La música surgía de un<br />
coche a un volumen ensordecedor y resonaba contra las paredes de la garganta por la que discurría el arroyo. El olor a<br />
cerveza flotaba en el ambiente, mezclándose con el humo de la madera al crepitar, y el de la resina de los árboles.<br />
Shane bajó del coche y se aproximó a su primo que, con los brazos cruzados sobre el pecho, observaba atento a la gente.<br />
—¿Qué haces aquí? —preguntó a Evan en cuanto llegó a su lado.<br />
William se mantuvo unos pasos por detrás, estaba sediento y el olor de la sangre de toda aquella gente se convirtió en<br />
algo irrespirable para él.<br />
Evan hizo un movimiento con la cabeza. Shane siguió con la mirada la dirección del gesto y vio a Jill conversando con<br />
Kate junto al escaso muro de piedra que los separaba del abismo.<br />
—Está bebiendo mucho, Jill trata de convencerla para que venga a casa con nosotros.<br />
—¡Kate, por favor, ven a casa conmigo! —rogó Jill de nuevo.<br />
—No, me estoy divirtiendo.<br />
—Estás borracha —replicó con un leve tono de censura.<br />
—Solo he bebido un poquito. Además, siempre te estás quejando de que no sé divertirme, y por una vez que lo hago,<br />
quieres que vuelva a casa. ¡No hay quien te entienda, Jill! —repuso indignada.<br />
—No te estás divirtiendo, haces esto por despecho —dijo mientras lanzaba una mirada de desprecio a Justin. El chico<br />
no apartaba los ojos de ellas mientras apuraba una cerveza—. Si te quedas aquí, harás cosas de las que mañana te<br />
arrepentirás. ¿No crees que ya has tenido bastante por hoy?<br />
Kate no contestó. Un estremecimiento recorrió su cuerpo y sus ojos buscaron con ansiedad entre la gente. Lo vio a través<br />
de las llamas, podía sentir sus ojos azules clavados en ella. El contacto de una mano sobre la suya hizo que volviera en sí.<br />
—Hola, Jill, ¿va todo bien? —preguntó Justin abrazando a Kate por la cintura.<br />
—Sí, todo va bien —respondió Jill con voz fría.<br />
—Entonces no te importará que recupere a mi chica —forzó una sonrisa. Rodeó con su brazo los hombros de Kate y la