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preocupes, nunca he mordido a un humano, y a ti jamás te haría daño.<br />
Se acercó a Kate y le dio un suave beso en la mejilla, cuando se separó de ella, sus ojos eran como dos rubíes<br />
centelleantes. Esbozó una tímida sonrisa y regresó a la casa con paso rápido. Kate la observó alejarse, se llevó una mano<br />
al pecho, como si así pudiera contener a su corazón, que latía desbocado.<br />
Un estremecimiento le recorrió la columna. La puerta de la casa se abrió y William salió a través de ella, cruzó unas<br />
pocas palabras con Marie y la despidió con un beso en la frente. Lo contempló mientras venía hacia ella con paso seguro.<br />
Los anchos hombros erguidos y la mandíbula ligeramente levantada, con una actitud desafiante, nada premeditada, innata<br />
en él.<br />
Se sorprendió a sí misma observándolo sin ningún pudor, entreteniéndose en la forma de sus caderas bajo el ancho<br />
pantalón, en las curvas que dibujaban los músculos de su torso y sus brazos bajo la camiseta. Y en sus ojos, de un azul tan<br />
oscuro que apenas se distinguían sus pupilas; le fascinaba la cantidad de tonalidades que podían adquirir. William se paró<br />
frente a ella con una ceja levantada. Empezó a preocuparse.<br />
—¿Va todo bien? —preguntó al ver cómo ella lo miraba tan fijamente.<br />
—Sí —contestó enrojeciendo, preguntándose si él se habría dado cuenta de que era una obsesa del erotismo cuando se<br />
trataba de él. Tuvo que tragar para deshacer el nudo de su garganta.<br />
—¿Marie te ha dicho algo inoportuno? —insistió él.<br />
—¡No! Tu hermana es… es maravillosa. No deja de preocuparse por mí, incluso me ha traído ropa de casa. Le dije que<br />
no tenía que haberse molestado —hablaba muy rápido por culpa de los nervios—, pero ella parece tan contenta haciendo<br />
todo eso por mí…<br />
William dibujó en su cara una sonrisa de alivio.<br />
—Por un momento creí que… —dijo él. Sacudió la cabeza y se pasó la mano por el pelo, despeinándolo.<br />
—¿Qué?<br />
—Que lo habías pensado mejor e ibas a decirme que te marchabas —respondió. Inspiró hondo y su olfato se llenó con<br />
una abundancia de olores a cuál más apetecible. Podía paladear el aroma de su sangre, sentir la calidez que exhalaba su<br />
piel, la dulzura de sus labios. Una punzada de deseo atravesó su pecho y tuvo que bajar la mirada para que sus ojos no<br />
revelaran lo que su mente imaginaba. Alargó su brazo hacia ella—.Ven, demos un paseo alrededor de la casa.<br />
Aquel gesto tan pasado de moda hizo sonreír a Kate, y tuvo que recordarse a sí misma que William no era como los<br />
chicos de ahora, que él pertenecía a otra época.<br />
—No estabas cuando desperté —dijo ella al cabo de unos segundos de silencio. Desde que se quedara dormida en sus<br />
brazos, no había vuelto a verle.<br />
—¿Te hubiera gustado? —preguntó él clavando sus ojos en ella.<br />
—Me gusta sentir que estás cerca —susurró tímidamente.<br />
—Entonces me tendrás cerca —dijo con evidente placer, y acarició la mano que reposaba sobre su brazo.<br />
—Estoy preocupada por Alice.<br />
—Ella está bien, vengo de allí. La observé durante un rato y me aseguré de que todo estaba en orden.<br />
—Estará a salvo, ¿verdad?<br />
—No debes preocuparte, están vigilando su casa. Ellos no dejarán que os ocurra nada.<br />
Se detuvo y la cogió de las manos para reconfortarla.<br />
—¿Ellos?<br />
—Ellos — repitió él con un guiño. Hizo un gesto con la mano y Kate fijó su atención donde él señalaba.<br />
Al principio no vio nada, solo arbustos y troncos rodeados de maleza; pero siguió observando con interés. Entonces<br />
pudo distinguir unos ojos amarillos que le devolvían la mirada, unos metros a la izquierda una sombra oscura se movió y<br />
un destello ámbar surgió como un fogonazo para volver a desaparecer. Al menos contó siete, y estuvo segura de que habría<br />
más allí fuera.<br />
—Aun así, prométeme que no saldrás sola de la casa —dijo William. La duda de que hiciera algo estúpido como ir a<br />
ver a su abuela se instaló en su mente—. ¡Prométemelo!<br />
—Te lo prometo. —Alzó los ojos para que pudiera ver que era sincera, y él le dedicó esa sonrisa arrebatadora que la<br />
dejaba sin respiración. La cogió de la mano y se la llevó a la boca. Kate se estremeció al sentir el contacto de su piel, y la<br />
fría y húmeda presión de sus labios al besarla en la muñeca la hizo temblar—. Marie dice que huelo demasiado bien, que<br />
soy como una tarta de cerezas maduras. —Frunció el ceño, no estaba segura de si eso era algo bueno.<br />
William inhaló con lentitud, sin apartar los labios de las líneas azuladas que recorrían la muñeca de Kate. Negó<br />
imperceptiblemente.<br />
—Frambuesas, con un toque de grosellas —susurró sobre su piel en tono áspero.<br />
Ella volvió a estremecerse pero esta vez por otro motivo, una repentina inquietud. William era un vampiro y ella el<br />
perfecto aperitivo, aun así no apartó la mano y le acarició el rostro. Enredó los dedos en su pelo revuelto, los deslizó hasta<br />
su nuca y lo atrajo hacia ella buscando su boca. Sus labios eran fríos, pero lanzaban oleadas de calor que invadían su<br />
cuerpo, provocándole un hormigueo doloroso en el estómago. Y su cuerpo despertó demandando otras cosas. La boca de<br />
William se deslizó hasta su cuello y le besó la garganta, entreteniéndose en el hueco que había bajo su oreja.<br />
De repente la soltó, dando un paso hacia atrás. Giró la cabeza con violencia, apartando la mirada de ella, mientras su<br />
pecho subía y bajaba con un jadeo. Kate acertó a ver un brillo incandescente en sus ojos y el miedo le recorrió la columna