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—¿Serías capaz de confiar en mí si te lo pidiera? —dijo al cabo de unos segundos.<br />
Kate alzó la vista, sorprendida.<br />
—¿Qué?<br />
—¿Me darías la oportunidad de empezar de nuevo contigo? Ahora, a partir de este momento, olvidando todo lo que ha<br />
pasado entre nosotros —aclaró, resuelto a evitar cualquier diálogo que lo pusiera en una situación aún más difícil.<br />
Consciente de que había cometido un nuevo error al llevarla allí, al querer hablar con ella.<br />
—¿Qué? —repitió ella, sin entender nada.<br />
—Yo… te pido disculpas si te he hecho sentir mal o te he ofendido. No era mi intención. Olvidémoslo.<br />
Kate pestañeó sin dar crédito a lo que oía, captando de inmediato la jugada del chico. Sacudió la cabeza muy despacio.<br />
—¿Y ya está? Creí que querías hablar exactamente de eso, de lo que ha pasado entre nosotros. Explicarme por qué te<br />
resulta tan difícil… —comentó, desconcertada. Los nervios estaban haciendo estragos en su carácter, y de repente explotó<br />
—. ¿Sabes qué? No quiero. De hecho, ahora soy yo la que quiere hablar de lo que ocurrió aquella noche, y de por qué<br />
llevas un mes evitándome o fingiendo que no me ves cada vez que te cruzas conmigo. ¡Quiero que me des una explicación!<br />
—dijo de forma tajante.<br />
—Tienes todo el derecho —respondió William muy serio. Se levantó del suelo y apoyó la espalda contra el árbol, con<br />
los brazos cruzados sobre el pecho, sin dejar de mirarla.<br />
—¿Qué es lo que has visto en mí que tanto te disgusta? Solo fue una caricia inocente. ¿Qué pensabas? ¿Qué iba a saltar<br />
sobre ti, a besarte? ¿Pensaste que te estaba acosando? —replicó Kate muy nerviosa. Colocó las manos sobre sus caderas y<br />
esperó la respuesta con actitud desafiante. Estaba enfadada, pero más consigo misma que con William. Enfadada porque si<br />
se hubiera tratado de otro chico, no le habría afectado en absoluto su indiferencia. Enfadada porque se había enamorado<br />
por primera vez y no era correspondida, y esa sensación le provocaba un vacío doloroso en el corazón.<br />
—¡No! —exclamó él escandalizado. Dejó caer los brazos—. Ni se me pasó por la cabeza algo así.<br />
Ella se encogió de hombros, sin paciencia.<br />
—Entonces, ¿qué pasa? ¿Te gusta llevar la iniciativa? ¿No te gusta que una chica dé el primer paso? Aunque te aseguro<br />
que esa no era mi intención.<br />
—No es nada de eso…<br />
—¡Pues dime qué es! —Sabía que había perdido los nervios y que su voz sonaba desesperada, pero ahora eso le daba<br />
igual, iba a desahogarse.<br />
—Kate…<br />
—Puede que no sea el tipo de chica al que estás acostumbrado, pero sé que soy bastante atractiva, tengo buena<br />
conversación y puedo ser muy divertida. Por eso no entiendo qué problema ves en mí, para ni siquiera ser un poco amable.<br />
¡Solo quería ser tu amiga, solo eso!<br />
—No tengo nada en contra tuya.<br />
—¿Estás seguro? Pude ver el rechazo en tu cara y en la marca que tus dedos dejaron en mi muñeca —replicó con osadía,<br />
alzando el brazo en su dirección. Cuatro manchas de un amarillo apenas visible marcaban su brazo.<br />
Los ojos de William se abrieron como platos, sintió cómo se le revolvía el estómago a causa del desprecio por sí<br />
mismo.<br />
—¡Lo siento mucho, nunca quise hacerte daño! —las palabras de Kate habían hecho mella en él y el muro tras el que se<br />
escondía se vino abajo. Acortó la distancia que los separaba con un par de pasos y la cogió de la mano. La acercó a su<br />
rostro y le rozó con los labios la muñeca—. Lo siento, perdóname, por favor.<br />
Kate se quedó paralizada por la reacción de William, solo era consciente del tacto frío de sus labios sobre su piel. Todo<br />
el enfado y la aprensión desaparecieron de un plumazo, y se rindió ante la culpa que reflejaba su hermoso y pálido rostro.<br />
No fingía, estaba realmente desolado.<br />
—No era por ti, sino por mí —dijo William con tristeza. Soltó la mano de Kate, pero esta vez con suavidad, dejando<br />
que sus dedos resbalaran por la palma de su mano—. Lo que viste era mi frustración… por no ser capaz de responder a…<br />
Créeme, no hay nada malo en ti, al contrario, es lo que hay dentro de mí. Algo en mi interior no funciona bien desde hace<br />
tiempo y no creo que vaya a hacerlo jamás. No se me da bien relacionarme con la gente, Kate. Ya viste cómo reaccioné<br />
cuando me tocaste —intentó mostrarse tranquilo mientras hablaba, pero sus ojos reflejaban el esfuerzo que le suponía decir<br />
aquello. Dio un par de pasos atrás y alzó la cabeza para mirar la bóveda de ramas—. Escapa a mi control y siempre acabo<br />
comportándome como un estúpido o… como un salvaje —susurró mirando de nuevo las marcas de su brazo.<br />
Kate tragó saliva para aflojar el nudo de su garganta, estaba conmovida.<br />
—No te preocupes, en realidad no me hiciste daño —dijo ella, consternada por la imagen desolada de William.<br />
Él dibujó una sonrisa triste y sacudió la cabeza.<br />
—Te lo agradezco, pero no tengo excusa. Te he hecho daño, te he ofendido, y no tenía ningún derecho.<br />
Kate no terminaba de entender lo que William le estaba contando, pero sí comprendía que algo en su vida lo había<br />
traumatizado tanto como para convertirlo en un chico distante y solitario. Y con saber eso le bastaba. Ella sabía muy bien<br />
lo que era vivir con traumas, arrastrando la pesada carga de un pasado difícil.<br />
—Olvídalo, William —dijo, quitándole importancia a todo lo ocurrido—. Yo ya lo he hecho. —Levantó la mano para<br />
consolarlo, pero la bajó de nuevo con gesto reprobatorio, había estado a punto de cometer el mismo error.<br />
William se dio cuenta de su reacción y una sonrisa apenada asomó a su rostro.