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engreído.<br />
—¡Ya te gustaría! —gruñó dándole la espalda.<br />
Evan meneó la cabeza, divertido por la reacción de Jill. Se acercó a Kate y le rodeó los hombros con el brazo.<br />
—¿Y tú qué dices, princesa? —preguntó con un guiño—. ¿Te viene bien, no sé, esta tarde a las seis?<br />
—No —intervino Jill, dándole un manotazo en el brazo para que soltara a Kate—. A las cinco y en mi casa. —Arrancó<br />
una hoja de su cuaderno, apuntó en ella su dirección y se la entregó con una mirada asesina—. Sé puntual.<br />
Evan se colocó muy tieso, con el rostro serio, y saludó al estilo militar. A continuación dio media vuelta y se alejó por<br />
el pasillo muerto de risa.<br />
—Parece simpático —comentó Kate.<br />
—Se lo tiene creído.<br />
—Bueno… tiene motivos. Es bastante guapo.<br />
—¿Sí? No me había fijado —dijo fingiendo indiferencia.<br />
Kate se quedó boquiabierta, conocía a Jill demasiado bien.<br />
—¡Te gusta! —afirmó, sorprendida.<br />
—¡Es imposible que me guste alguien tan idiota! —exclamó Jill a la defensiva, mirando a todas partes menos a Kate. Se<br />
llevó la mano a la boca y empezó a roer el esmalte que decoraba sus uñas.<br />
Kate la observaba con atención, dudando entre ser una amiga compresiva y dejar el tema correr, o seguir provocándola,<br />
alternativa que le parecía bastante más divertida.<br />
—Conozco esa expresión —dijo, conteniendo una sonrisa.<br />
Jill la fulminó con la mirada, dio media vuelta y se alejó a paso ligero por el pasillo, dejándola atrás. Se detuvo antes<br />
de doblar la esquina, lanzó un suspiro y volvió sobre sus pasos.<br />
—Es vanidoso, engreído, arrogante y… para colmo… futbolista. Todo lo que no soporto en un chico —dijo muy seria,<br />
mirando fijamente a Kate. Entonces suspiró y se desinfló como un globo—. Pero tienes razón, me gusta desde la primera<br />
vez que lo vi, y creo que me gusta mucho —confesó, cubriéndose el rostro con las manos.<br />
Kate rompió a reír.<br />
—¿Sabes lo que nos vendría bien? —preguntó en cuanto consiguió controlarse. Jill negó con la cabeza—. Olvidarnos<br />
por hoy de las ensaladas y atiborrarnos de hamburguesas en Lou’s Cafe —propuso en tono conspirador.<br />
—¿Con mucha cebolla? —susurró Jill con un mohín.<br />
—Y salsa barbacoa.<br />
—¡Y patatas! —dijeron a la vez, rompiendo a reír a carcajadas.<br />
Unas horas después, Kate apuraba su segundo batido. Su cesto de patatas estaba vacío, así que la emprendió con el de<br />
Jill, que ni siquiera las había tocado.<br />
—Evan me ha invitado a salir —dijo Jill de pronto.<br />
Kate la miró sorprendida, con una patata colgando entre los labios. La dejó caer en el plato.<br />
—¿Cuándo? Si no nos hemos separado en toda la tarde.<br />
—Cuando fuiste al baño. Quiere que nos veamos el sábado, en la inauguración de la librería de sus padres —respondió<br />
mientras hacía girar su refresco entre las manos.<br />
—¿Y qué le has dicho? —Se recostó en la silla y alzó su vaso vacío hacia la barra para que le trajeran otro batido.<br />
—Que lo pensaría —respondió Jill y una sonrisa traviesa se dibujó en su cara.<br />
—¿Y qué, vas a aceptar?<br />
—¡Por Dios, sí! —exclamó como si fuera algo obvio—. Me provoca taquicardias solo con mirarme. Es guapo, muy<br />
inteligente y tiene un físico que corta la respiración.<br />
—¡Genial! Pero es deportista, tú odias a los deportistas —comentó Kate, clavando los codos en la mesa. Inclinó su<br />
cuerpo hacia delante y miró a Jill con los ojos entornados.<br />
—Le gustan las películas de mi adorado Nicolas Cage y llevaba en la mochila una copia de El Círculo de Fuego. Creo<br />
que puedo pasar por alto ese detalle del fútbol.<br />
La camarera le trajo a Kate su batido.<br />
—¡Tienes toda la razón! —exclamó Kate, alzando su vaso.<br />
—Sí, la tengo. ¡Y me muero por saber cómo besa! —dijo mientras chocaba su bebida contra la de Kate en un sonoro<br />
brindis—. ¿Y tú qué, irás a la inauguración?<br />
—No sé, es el sábado y ya tenemos un par de reservas, puede que tenga que trabajar. Alice y Martha no pueden con todo<br />
—respondió Kate. Apoyó la barbilla sobre sus manos entrelazadas y suspiró.<br />
—No puedes trabajar con el pie así.<br />
—Es posible, pero tampoco pienso ir contigo y con Evan. Tres son multitud en una cita —recalcó. Hizo una mueca con<br />
los labios y volvió a recostarse en la silla para poder estirar la pierna, el tobillo empezaba a dolerle, otra vez.<br />
Jill se encogió de hombros y le dio un mordisco a su hamburguesa.<br />
—Tu chico estará allí —dijo mientras masticaba—. Sería una oportunidad para… no sé, ver qué pasa.<br />
Kate centró toda su atención en Jill.<br />
—¿Cómo sabes que estará? —preguntó casi en un susurro.<br />
—Me lo ha dicho Evan. —Una sonrisa burlona se dibujó en su cara—. Por lo visto, William es un amigo de toda la vida