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—Si supieras lo que soy en realidad, no me mirarías así. No tienes idea de cuántas veces he pensado en tomarlo todo<br />
de ti, incluso ahora —susurró entre dientes en la antigua lengua de los vampiros. Necesitaba decírselo para no sentirse un<br />
completo canalla, aunque lo hiciera en una lengua que ella no comprendía.<br />
—¿Qué has dicho? —preguntó Kate desconcertada.<br />
—Nada, solo una cita —contestó en perfecto inglés. Se incorporó, nervioso. Volvía a sentir aquel extraño hormigueo.<br />
Otra vez.<br />
—No reconozco el idioma —señaló ella con curiosidad. El raro acento aún vibraba en sus oídos, le había gustado su<br />
sonido.<br />
—Es una lengua muy antigua. La usaban hace muchos siglos los... —se detuvo sin saber qué inventar. ¡Estaba tan<br />
cansado de mentir!<br />
—¿Sí? —preguntó Kate al ver que él se detenía.<br />
—No tiene importancia. —Una sonrisa cortés acompañó sus palabras, pero sus ojos se habían vuelto tan fríos como un<br />
glaciar, atrapados de nuevo en la línea azulada de su garganta. Se maldijo por desear su sangre tanto como la deseaba a<br />
ella. Durante un instante la miró con una punzada de odio. ¿Qué derecho tenía aquella mortal a turbarlo de esa manera?<br />
¿Cómo se atrevía a alterar la calma que tantos años le había costado encontrar?—. Tengo que irme, gracias por mostrarme<br />
la fotografía, ha sido una agradable sorpresa. —Estiró el brazo para devolvérsela.<br />
—Quédatela, es una copia.<br />
—Gracias —dijo mientras salía de la habitación y, sin dar tiempo a que ella lo siguiera, abandonó la casa.<br />
Shane silbó por lo bajo, tumbado de espaldas sobre la cama de William. Cruzó las manos bajo la nuca y miró fijamente<br />
al techo, pensando en lo que el vampiro acababa de contarle.<br />
—¿Puedo verla otra vez? —preguntó. William cogió la foto de la mesa y la lanzó para que la atrapara al vuelo—. Es tan<br />
increíble que me pone la piel de gallina.<br />
—No es tan raro. Las raíces de la familia de Kate son irlandesas, proceden de un pueblo muy cercano al lugar donde yo<br />
crecí —comentó William, sentándose de nuevo en el sofá.<br />
—En 1855 tenías diecisiete años, aún eras humano —señaló Shane mirando la fecha. Se incorporó sobre los codos para<br />
mirar a William—. Tú no me has llamado solo para contarme esto. —Agitó la foto en el aire y la dejó caer en la cama.<br />
—No, hay algo más —dijo sin apenas articular las palabras.<br />
Contempló sus manos entrelazadas sobre las rodillas y a continuación el rostro de Shane que lo miraba con ojos<br />
ansiosos. El joven lobo se había convertido en su mejor amigo, en su confidente y en su razón cuando a él le fallaba. Pensó<br />
en Daniel y se sintió culpable, como si con aquellos pensamientos lo estuviera traicionando. Habían compartido muchas<br />
cosas que les unirían para toda la eternidad, pero la sintonía que mantenía con Shane era el freno que su mente necesitaba<br />
para no sucumbir a la oscuridad.<br />
—¿Vamos a jugar a las adivinanzas? —preguntó Shane con sarcasmo, observando cómo el vampiro se demoraba en sus<br />
propios pensamientos. Tiró de su camiseta para despegarla de la piel sudada y resopló molesto por el calor. De repente<br />
las ventanas se abrieron de par en par, dándole un susto de muerte.<br />
Una sonrisa maliciosa curvó los labios del vampiro.<br />
—¡Vaya! —soltó Shane. Se pasó la mano por la cara con cierta pereza—. Si ahora te creciera el cerebro y te volvieras<br />
verde, creo que saldría corriendo.<br />
William soltó una carcajada.<br />
—Me alegra saber que te resulto tan divertido —dijo de buen humor y le dedicó una leve inclinación de cabeza.<br />
Shane se la devolvió exagerando el ademán e hizo una floritura con la mano.<br />
—¿Qué pasa, William? —preguntó el lobo y esta vez su voz sonó más seria.<br />
—Me marcho.<br />
Shane se incorporó de un salto. Con sus ojos convertidos en oro líquido estudió a conciencia el rostro de William.<br />
—¿Cuándo?<br />
—No antes de la fiesta, le prometí a Evan que lo acompañaría.<br />
—¿Por qué ahora? ¿Ha pasado algo? Esto de la fotografía es solo una coincidencia —dijo Shane. La noticia de su<br />
marcha había caído sobre él como un jarro de agua fría.<br />
—Tengo que largarme de este pueblo y alejarme de Kate, son como un maldito catalizador para mí —contestó con rabia.<br />
Inclinó la cabeza y enterró los dedos en su pelo deslizándolos lentamente hasta la nuca—. Escucha, Shane, a ti puedo<br />
decírtelo sin avergonzarme. Estoy loco por ella, y sé que antes o después bajaré la guardia, cometeré un error y entonces<br />
ya será tarde. No importa de qué me disfrace, ni lo que intente aparentar. No soy un hombre, soy un depredador y siempre<br />
lo seré; y tengo la intención de protegerla de esa realidad.<br />
Shane inhaló una bocanada de aire y se sentó junto a William. Frunció el ceño con gesto de desaprobación.<br />
—Los aviones me ponen de un humor de perros —dijo muy serio. William lo miró desconcertado—. ¿Crees que voy a<br />
dejar que te vayas solo? Eres un imán para los problemas.<br />
—¿Y tu padre?<br />
—Bueno… —Hizo una mueca mientras pensaba—. Él quiere que continúe en la universidad, no debería importarle que