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CAPÍTULO 18<br />

Kate dejó escapar un gruñido, y se tapó la cabeza con las sábanas en cuanto el sol entró a raudales por la ventana.<br />

Tanta luz le estaba dando dolor de cabeza. Cerró los ojos e intentó dormir de nuevo, pero enseguida se dio cuenta de que<br />

no lo conseguiría. No paraba de darle vueltas a lo ocurrido unas noches antes en la residencia de los Solomon. La última<br />

hora en esa casa había sido surrealista: hombres colgando de los árboles, la actitud misteriosa que todos ellos habían<br />

adoptado y su marcha precipitada, prácticamente forzada, minutos después.<br />

Había intentando sonsacarle algo a Jared mientras la llevaba a casa, pero el chico se había mostrado distante y evasivo,<br />

además de elegantemente educado, cuando se había burlado de ella por su desbordante imaginación. Y quizá estaba en lo<br />

cierto, y todo era producto de sus propias paranoias.<br />

«Jill», pensó en su amiga. Se levantó y buscó el teléfono entre el desorden de la mesa. Regresó a la cama y con gesto<br />

cansado se masajeó las sienes. Parpadeó un par de veces, tratando de aclarar su vista borrosa, y marcó de nuevo. Al otro<br />

lado una voz nasal le repitió que el número al que llamaba no estaba disponible. No esperó a que sonara el pitido del<br />

buzón de voz. En los últimos dos días había dejado diez mensajes, y Jill no había contestado a ninguno. No había vuelto a<br />

casa, ni tampoco había ido al instituto, al igual que Evan.<br />

Se vistió deprisa y pasó del desayuno, tenía el estómago revuelto.<br />

Cuando llegó al aparcamiento del instituto, buscó con la mirada el coche de su amiga. Esa mañana tampoco estaba en el<br />

sitio de costumbre. Se acercó al banco donde Carol y Emma charlaban, y se sentó junto a ellas esperando a que comenzara<br />

su primera clase. Fingió durante un rato que le interesaba la conversación, hasta emitía algún sonido de sorpresa ante el<br />

extenso repertorio de noticias y cotilleos de esa mañana. Por eso supo que Travis y Selene habían roto después de una<br />

pelea monumental durante el último entrenamiento, y que habían pillado a Mason dándose el lote con Cinthya Gray en el<br />

asiento trasero de su coche. Al cabo de unos minutos, Kate dejó de prestar atención y se dedicó a repasar la lista de tareas<br />

que tenía pendientes.<br />

Por el rabillo del ojo vio cómo Rebecca Hobb se acercaba con su escolta de animadoras, seguida de su hermano Justin y<br />

de algunos de los chicos del equipo de fútbol. Les encantaba pavonearse delante de todos, conscientes del interés y las<br />

envidias que despertaban en muchos de sus compañeros. Kate tuvo la sensación de que Rebecca la miraba con demasiado<br />

interés.<br />

—Kate, Becca no deja de mirarte —susurró Carol. Soltó un gritito y se tapó la boca con las manos—. ¡Dios mío, creo<br />

que viene hacia aquí!<br />

«Genial», pensó Kate. Nada mejor para empezar el día como que Rebecca Hobb la tomara como blanco de sus burlas.<br />

La chica se paró frente a ella, con su minifalda tamaño cinturón y su pelo dorado agitado por el viento, haciendo gala de<br />

lo bien que se le daba manejar las tenacillas. Siempre iba masticando chicle, con aquel gesto altivo y prepotente que le<br />

hacía torcer la boca hacia un lado.<br />

—¿Hoy tampoco ha venido tu amiga la rarita? —preguntó Becca en tono burlón y mostrándole una sonrisa que se esfumó<br />

con la misma rapidez que había aparecido.<br />

—Perdona, ¿has dicho algo? —preguntó Kate a su vez con mala cara.<br />

Becca tamborileó con sus uñas pintadas de rosa pastel la carpeta que abrazaba.<br />

—Desde que sale con Solomon tiene poco tiempo para estar con las amigas. —Hizo una pausa y puso los ojos en blanco<br />

—. Bueno, no exageremos… amiga. Porque eres la única que tiene ¿no?<br />

—¿Qué quieres, Becca? —preguntó Kate arrastrando las palabras y su irritación aumentó al ver la sonrisa inocente que<br />

esbozó la rubia.<br />

Becca se ahuecó el pelo con los dedos antes de contestar.<br />

—Las chicas y yo hemos pensado que… —empezó a decir en tono aburrido. Kate lanzó un vistazo al grupo de<br />

animadoras, que reía entre susurros sin apartar la vista de ellas—, quizá te gustaría venir con nosotras a la fiesta de este<br />

sábado.<br />

Kate la miró con suspicacia y lanzó otra mirada a las animadoras. Incluso pensó en echar un vistazo a su espalda para<br />

ver si ya llevaba colgado el cartel de inocente.<br />

—¿Es una broma?<br />

—¡No, por supuesto que no! ¿Por quién me tomas? —respondió Becca con la mano en el pecho—. Siempre hemos<br />

pensado que eres guay, una empollona, pero guay. Y no sé… ahora que Justin ya no sale con Jess, tú podrías ser su pareja<br />

en la fiesta. ¡Lo pasaremos de miedo! —exclamó dando un saltito.

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