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dificultad y después asintió—. Aquí no —indicó William, mirando en derredor. La mujer que un rato antes había sacado la<br />

basura los observaba desde una ventana—. Demos un paseo.<br />

Kate dejó el bolso y el sobre en el coche, y sin decir una palabra caminó junto a William en dirección al parque.<br />

Cruzaron el arco de madera y tomaron uno de los senderos que se adentraban en la arboleda.<br />

William suspiró, tratando de reunir el valor que le faltaba. Era consciente de las miradas fugaces que ella le lanzaba, y<br />

de la curiosidad que sentía. También del acelerado latido de su corazón. Aquel sonido lo alteraba, y el olor de su sangre<br />

era esa noche más dulce que nunca. Se frotó las sienes y tragó saliva. Había llegado el momento de contarle la verdad y se<br />

dio cuenta de lo mucho que deseaba hacerlo. A pesar de lo mal que podría ir todo si Kate no reaccionaba bien ante lo que<br />

se le venía encima. Rezó para que confiara en él, y empezó a hablar con voz ronca.<br />

—La primera vez que te vi, sentí algo que jamás había sentido antes. Al principio creí que solo se trataba de una<br />

atracción pasajera, tienes algo que… —Dudó un momento e inhaló de forma deliberada el aroma de su sangre. La saliva en<br />

su garganta se transformó en fuego—. Algo a lo que me cuesta resistirme. Pero después me di cuenta de que mis<br />

sentimientos eran más profundos: me estaba enamorando de ti.<br />

»Hice todo lo posible para que no ocurriera, sabía que debía marcharme por el bien de los dos. Y lo intenté, pero el<br />

destino parece empeñado en mantenerme junto a ti. —Permanecía con los ojos clavados en el camino, sin atreverse a<br />

desviarlos hacia ella. Continuó hablando—. Estoy cansado de luchar contra lo que siento, y estoy cansado de tener miedo.<br />

¡Te amo, Kate! Te amo como jamás creí que amaría a nadie. Me has dado una razón para vivir y lo que más deseo es estar<br />

contigo. Pero antes hay algo de mí que debes saber. —Kate lo miraba sin parpadear, y él se giró para enfrentar su mirada<br />

—. La otra noche dijiste que no te importaba quién fuera o lo que hubiera hecho, ni cuántos secretos pudiera esconder —<br />

dijo en voz baja—. ¿Sigues pensando lo mismo?<br />

—Sí —respondió Kate con un nudo en la garganta, la declaración de William la había dejado sin respiración.<br />

—¿Y si te dijera que no soy lo que aparento?<br />

—Seguiría pensando lo mismo.<br />

—¿Y si hubiera puesto tu vida en peligro?<br />

—¿Qué? ¿De qué estás hablando? —preguntó desconcertada. Su voz apenas era un susurro.<br />

William se pasó la mano por el pelo, un gesto que hacía siempre que estaba nervioso. Cerró los ojos un instante y volvió<br />

a mirarla con resolución.<br />

—El mundo al que pertenezco es oscuro y peligroso. En él hay personas que quieren algo que yo poseo, y esas personas<br />

ahora saben de tu existencia y de lo importante que eres para mí. —Advirtió que ella empezaba a temblar—. ¡No dejaré<br />

que nadie te haga daño, te lo prometo!<br />

—¿Trabajas para la mafia? ¿Es por eso por lo que no podemos estar juntos? —preguntó ella en tono vacilante. Pensó<br />

que eso explicaría muchas cosas: su actitud peligrosa, la gran cantidad de dinero que parecía poseer.<br />

Una leve sonrisa se dibujó en el rostro de William y el deseo de abrazarla se le hizo insoportable.<br />

—No —respondió.<br />

El corazón de Kate empezó a latir violentamente.<br />

—¿Entonces?<br />

—¿Cuál es tu peor pesadilla? —preguntó él.<br />

El tono de su voz hizo que Kate sintiera un nudo de miedo en el estómago.<br />

—Arañas —respondió, no entendía el giro de la conversación.<br />

—¿Te dan miedo las arañas? —preguntó abriendo los ojos, y por un instante su expresión pareció divertida.<br />

Kate asintió.<br />

—Sueño que me despierto cubierta de arañas. Que recorren mi cuerpo con sus patas peludas e intentan meterse en mi<br />

boca y en mi nariz; y por más que las sacudo y las piso, aparecen más y más —confesó. Nunca se lo había dicho a nadie, ni<br />

siquiera a Jill. Un escalofrío recorrió su cuerpo y observó con atención a William. Sus ojos brillaban con un azul eléctrico,<br />

era imposible que alguien tuviera ese color.<br />

—Piensa en la araña más grande, terrorífica y letal que puedas imaginar —murmuró él con los ojos puestos en sus<br />

labios—. Yo soy esa araña, y tú la mosca atrapada en mis hilos.<br />

Kate lo miró fijamente y supo que decía la verdad. Podía sentir el aura oscura y peligrosa que lo rodeaba, algo salvaje<br />

bajo su superficie. Aun así, su instinto le decía que con él estaba segura.<br />

—No me importa, me da igual quién seas —afirmó, manteniéndose firme en su postura.<br />

—No sabes nada de mí, ¿cómo puedes estar tan segura?<br />

—No necesito saber quién eres, me basta con escuchar a mi corazón —dijo muy convencida—, y me dice que tú eres<br />

bueno.<br />

Kate apoyó una mano en el pecho de William, justo a la altura del corazón. Él no la rechazó, al contrario, el leve sonido<br />

de un sollozo lo hizo estremecerse y ella sonrió ante su reacción. Deseaba tanto tocarlo, sentir que era real.<br />

—Puede que cambies de opinión cuando esta conversación acabe —replicó él de forma desafiante.<br />

—Nada de lo que puedas decirme hará que mis sentimientos cambien. Podrías ser el peor asesino en serie de todos los<br />

tiempos y te seguiría queriendo —confesó. Dio un paso hacia él y le acarició el rostro—. ¿Por qué tu piel es siempre tan<br />

fría? —La expresión de William se endureció e intentó apartarse—. ¡No! —exclamó atrayéndolo hacia ella—. Me gusta<br />

—susurró. Dejó escapar el aire a través de sus labios entreabiertos, y volvió a colocar la mano sobre su pecho y ascendió

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