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—Sí —contestó con la respiración entrecortada.<br />

—No tienes ni idea de dónde te estás metiendo.<br />

—No me importa.<br />

William cerró los ojos y sonrió sobre su boca.<br />

—Y doy gracias por ello —murmuró.<br />

Acarició su rostro con lentitud, como si temiera que pudiera romperse entre sus manos. Sintió que ella temblaba en<br />

respuesta a su caricia y volvió a abrazarla, estrechándola muy fuerte contra su pecho. Podía sentir el suave latido de su<br />

corazón y el dulce aroma de su sangre. Una sonrisa resignada se dibujó en sus labios. «Amarte va a ser una tortura», pensó.<br />

La besó en la frente.<br />

—Ahora soy tu siervo —musitó él sin apartar los labios de su piel. No podía disimular que pertenecía a otra época.<br />

Kate apoyó las manos en el pecho de William y lo empujó levemente para poder verle el rostro. Era tan hermoso que le<br />

provocó una punzada en el corazón.<br />

—Me conformo con que seas mi novio —dijo mientras enrojecía.<br />

Los ojos de William se iluminaron e, inclinando la cabeza hacia atrás, soltó una carcajada.<br />

—Novio —pronunció despacio—. Me gusta cómo suena.<br />

Volvió a reír y la rodeó con sus brazos. Deseó tenerla así para siempre, protegida de toda amenaza; seguro de que<br />

mataría a cualquiera que le hiciera daño. Ella se dejó ceñir por aquellos brazos fuertes y seguros, y apoyó la cabeza sobre<br />

su pecho disfrutando de la cálida sensación.<br />

Al cabo de un rato, William sintió sobre su pecho cómo la respiración de Kate se volvía más profunda y rítmica. Cerró<br />

los ojos y suspiró de forma entrecortada. Si la felicidad existía, debía ser aquello: Kate sentada en su regazo, acunada<br />

entre sus brazos. Se levantó del sofá con cuidado de no despertarla y la depositó en la cama con mucha suavidad. Al sentir<br />

el roce de las sábanas, Kate emitió un pequeño gemido y se encogió hasta hacerse un ovillo. William la tapó con la colcha<br />

y la observó dormir durante unos minutos, temía que, si dejaba de mirarla, ella se desvanecería.<br />

Las voces en la cocina se intensificaron y tuvo que obligarse a sí mismo a abandonar la habitación. Encontró a Daniel y<br />

a Samuel inclinados sobre un mapa de Heaven Falls extendido a lo largo de la mesa. Shane estaba junto a ellos con una<br />

expresión muy tensa. Carter dejó una bandeja llena de bocadillos junto a ellos, cogió uno y se sentó a devorarlo, mientras<br />

observaba con atención cada punto que su tío marcaba en el plano.<br />

William se acercó a ellos. Los cuatro alzaron la cabeza y le observaron sin ningún disimulo. Samuel fue el primero en<br />

romper el silencio.<br />

—Me alegro de verte —dijo rodeando con su brazo al vampiro.<br />

William le dedicó una sonrisa y le palmeó la espalda con afecto.<br />

—Gracias por venir. Bien, ¿habéis descubierto algo? —preguntó.<br />

Hubo un intercambio de miradas y gestos de impaciencia entre los lobos. Estaban preocupados por William y por lo que<br />

hubiera podido pasar con Kate. Temían que el vampiro no pudiera recuperarse si, al final, había que tomar decisiones<br />

drásticas sobre ella. Eran muy conscientes de que en ciento cincuenta años, Kate era la única que había despertado<br />

sentimientos en él.<br />

Daniel se rascó la cabeza, nervioso. Shane no paraba de lanzar miradas furtivas a William, y Samuel sonreía más de lo<br />

habitual en él. William captó parte del trasfondo de aquella rara actitud, y una sonrisa fugaz se dibujó en sus labios. Pero<br />

no le apetecía hablar de lo que había ocurrido entre Kate y él. Era demasiado íntimo, no a un nivel físico porque solo se<br />

habían besado, pero si a un grado emocional que superaba con creces la más perfecta comunión.<br />

Marie entró en la habitación andando como un pato, llevaba los pies descalzos y unos algodones entre los dedos, el olor<br />

a esmalte de uñas colmó el ambiente. Todos se volvieron para mirarla y sus ojos se abrieron como platos cuando vieron su<br />

precioso rostro cubierto por una arcilla verdosa.<br />

—¡Ni una sonrisa! —les advirtió en tono amenazante—. Es que, cuando me pongo nerviosa, hacer estas cosas es lo<br />

único que me calma —explicó. Entonces sus ojos se clavaron en William—. ¿Cómo se lo ha tomado? —preguntó sin<br />

disimular el miedo y la preocupación por su hermano.<br />

—Me sorprende que no hayáis estado espiando tras la puerta —repuso William con las manos en las caderas, al ver el<br />

interés que despertaba su intimidad.<br />

—Créeme, lo intentamos, pero tu hermana nos reventó todos los intentos. ¡Da miedo cuando se enfada! —dijo Carter<br />

frunciendo el ceño.<br />

Marie le sacó la lengua. Shane, que contemplaba la escena con interés, no pudo evitar que se le escapara una carcajada,<br />

y cruzó una mirada cómplice con ella.<br />

—¿Y bien? No has contestado a mi pregunta —insistió Marie.<br />

—Nos acepta sin reservas y mantendrá el secreto, lo ha prometido. Y yo confío en su palabra —respondió, esbozando<br />

una leve sonrisa. Captó la mirada de alivio que intercambiaron Daniel y Samuel.<br />

—Me alegro por ella —dijo Marie, y añadió—: Pero, ¿puedo alegrarme también por ti?<br />

William asintió con una sonrisa y, si hubiera estado vivo, su rostro habría enrojecido a causa del calor que le recorría el<br />

cuerpo. Se giró hacia la mesa y observó con detenimiento el mapa, dando por terminados los temas personales.<br />

—Estamos buscando los puntos débiles por los que pudieron llegar hasta aquí —se apresuró a explicarle Samuel—, y<br />

creemos que…

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