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—¡No, espera! Puedo hacerlo. —Tomó un poco de aire para poder hablar y se aclaró la garganta—. Hace tiempo que<br />

aprendí a soportar el dolor de la sed, en unos minutos ya no será tan fuerte.<br />

—¿Estás seguro?<br />

—Sí —afirmó entre dientes—. Además, parece importante para Troy que estés aquí.<br />

—Eso me da igual.<br />

—Pero a mí no, es un buen chico. Me cae bien.<br />

Shane se quedó quieto, valorando la situación.<br />

—De acuerdo, quince minutos y nos vamos —cedió finalmente.<br />

No les costó mucho esfuerzo abrirse camino entre la multitud. Encontraron un par de sitios libres en una esquina de la<br />

barra, desde allí podían ver la mayor parte de la sala y todo el escenario. William se acomodó junto a la pared, parapetado<br />

con premeditación por Shane, y durante unos segundos observaron el entorno, más por su instinto precavido que por<br />

curiosidad.<br />

Una chica que servía copas tras la barra se acercó a ellos.<br />

—¿Qué os pongo, chicos? —preguntó con la actitud coqueta de alguien acostumbrado a ser el centro de atención.<br />

—Dos cervezas —respondió Shane, sin prestarle mucha atención.<br />

—Marchando —dio media vuelta y volvió unos segundos más tarde con un par de botellas—. Son quince pavos.<br />

El licántropo depositó dos billetes sobre el mostrador. La camarera cogió el dinero y se apresuró a atender a un par de<br />

chicas que la llamaban con impaciencia.<br />

—Podías haber pedido otra cosa —dijo William, haciendo girar la botella entre sus manos.<br />

—¿Y a ti que más te da? No vas a bebértela —fue la burlona respuesta, pero cambió el tono al continuar—. Es lo que<br />

toman casi todos. Pediría un vaso de sangre, pero dudo que tengan embotellada, toda la mercancía es natural y a<br />

temperatura ambiente. Si te apetece servirte.<br />

Intercambiaron una mirada y la risa surgió de sus gargantas como el agua que brota fresca y clara de un manantial. Shane<br />

se limpió los ojos, hacía tiempo que no reía a carcajadas.<br />

—Jamás encajaremos entre ellos. —Hizo un gesto casi imperceptible hacia la gente—. Lo sabes, ¿verdad? —musitó<br />

entornando los ojos.<br />

William asintió sin perder la sonrisa. Los humanos eran la raza más numerosa que existía, repletos de miedos, prejuicios<br />

y supersticiones que los hacían muy peligrosos para los seres como ellos. Por eso se mantenían ocultos, intentando vivir<br />

entre los mortales sin llamar la atención, a la espera de que algún día las mentes humanas estuvieran preparadas para<br />

aceptarlos.<br />

—¿Puedo preguntarte una cosa? —consultó Shane.<br />

—¡Claro! Dispara.<br />

—Hoy dijiste que mis tíos se distanciaron aquella noche —empezó a decir. William asintió de nuevo—. ¿Qué pasó<br />

entre ellos?<br />

—Mira, Shane, yo no soy el más indicado para contarte esa historia —dijo mientras hacia girar la botella entre sus<br />

dedos.<br />

El licántropo resopló manifestando su desacuerdo.<br />

William sabía que jamás sería capaz de explicar los matices más profundos de lo que aquella noche pasó entre los<br />

hermanos, pero Shane no era un chico fácil de conformar, así que lo intentó.<br />

—Está bien, te lo contaré, pero no es fácil de explicar. Esa noche… —William hizo una pausa antes de seguir hablando<br />

en un tono muy bajo. Era increíble cómo su voz podía sonar tan clara en los oídos del licántropo a pesar del ruido—<br />

cuando se descubrió lo que hice, Samuel quiso acabar conmigo y con Amelia…<br />

—¿Por qué?<br />

William hizo un movimiento apenas imperceptible con la mano y Shane guardó silencio.<br />

—Porque él así lo creía y porque respetaba el pacto por encima de todo, y… ¡ojalá lo hubiera hecho! Así no tendría que<br />

cargar con tantas muertes sobre mi conciencia —gruñó aplastado bajo aquel sentimiento de culpabilidad que jamás<br />

desaparecería—. Daniel no se lo permitió, puso nuestra amistad por encima de su propia familia, y eso fue un duro golpe<br />

para Samuel.<br />

—Entiendo —intervino Shane.<br />

—No, no lo entiendes. Aquella fue la primera orden que Daniel dio como jefe de tu clan porque, hasta entonces, había<br />

renunciado a ese derecho en beneficio de Samuel, de por vida.<br />

La explicación caló en la mente de Shane y comenzó a intuir el auténtico significado de lo que William acababa de<br />

contarle.<br />

—Samuel quiso matarte, no le quedó más remedio; y si era su derecho… hizo bien. Daniel hizo lo correcto, pero<br />

Samuel… —susurró dolido. Respetaba a su tío Samuel, por eso le resultaba especialmente dolorosa esa revelación.<br />

William se movió en el asiento, incómodo, frunció el ceño y meneó la cabeza.<br />

—Escúchame con atención, no tomes partido por ninguno de los dos en este asunto —dijo muy serio—. Samuel actuaba<br />

con la cabeza y Daniel con el corazón, pero ambos creían hacer lo correcto. Aquí el único culpable soy yo.<br />

El público estalló en aplausos y silbidos, sacando a los dos chicos de la burbuja en la que sus mentes se habían<br />

sumergido, ajenos durante unos minutos a todo lo que les rodeaba.

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