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—No se me da bien hablar de mí, ni de mis problemas, pero necesito que me creas cuando te digo que no hay nada malo<br />

en ti. Al contrario, eres maravillosa.<br />

Ella recuperó la sonrisa y esa visión casi lo desarma. Lo abrumaban las sensaciones que recorrían su cuerpo, deseando<br />

más que nada volver a ser humano en ese momento. Si lo fuera, no estaría perdiendo el tiempo con excusas, sino que la<br />

estaría invitando a cenar, le regalaría flores y, después, cuando la acompañara a casa, la besaría al despedirse. Pensó en lo<br />

maravilloso que sería hacer esas cosas. Y se dijo a sí mismo que no debía enamorarse de ella. «Demasiado tarde»,<br />

respondió una voz en su cabeza.<br />

A Kate le temblaba todo el cuerpo y no pudo evitar sonrojarse. Su respiración se aceleró y un jadeo escapó de su<br />

garganta, lo que hizo que el rubor de su rostro se acentuara aún más.<br />

William podía oír perfectamente los latidos de su corazón desbocado y el aire que entraba y salía por sus labios<br />

entreabiertos, con un siseo tremendamente sexy. Tuvo que desviar la mirada un segundo, para no lanzarse sobre ella y<br />

besarla con una necesidad como jamás antes había experimentado.<br />

—Creo que eres una mujer estupenda, Kate. —Hizo una pausa y continuó, escogiendo las palabras con cuidado para no<br />

demostrar ningún sentimiento que no fuera la mera amistad—. Me gustas mucho como persona, y me encantaría ser tu<br />

amigo. Solo si tu quieres, por supuesto.<br />

—Amigo —repitió Kate con una nota de desencanto en la voz.<br />

—Sí —asintió William.<br />

—¡Claro que sí! —contestó Kate con todo el entusiasmo del que fue capaz. El peso de la decepción se instaló en su<br />

pecho. Quería ser cualquier cosa menos su amiga, porque a una amiga jamás la besaría con pasión hasta que le temblaran<br />

las rodillas.<br />

—Entonces, ¿amigos? —preguntó él.<br />

—Sí.<br />

Se estrecharon la mano y el tiempo pareció detenerse, se quedaron así, con las manos cogidas, contemplándose.<br />

William se obligó a apartar los ojos de ella, retiró la mano y miró su reloj; era hora de acabar con aquella cita. No<br />

debía pasar más tiempo en aquel lugar, a solas con ella. No era lo más sensato.<br />

—Creo que te he retenido demasiado tiempo. Te llevaré de vuelta.<br />

—No importa, no tengo prisa —se apresuró ella a contestar, y se inclinó de puntillas hacia delante con un ligero vaivén<br />

que hizo oscilar su coleta de un lado a otro.<br />

Él cerró los ojos un segundo, para perder de vista aquella visión adorable.<br />

—Vamos, te acompañaré a hacer tus compras.<br />

—¿Vas a venir conmigo? —preguntó sorprendida.<br />

William frunció el ceño.<br />

—Sí, pensaba acompañarte y llevarte después a casa. Me he fijado en que no tienes coche, pero si tú no quieres… —<br />

dijo con inquietud. Estaba malinterpretando el asombro de Kate.<br />

—¡Sí, claro que quiero!<br />

El móvil de Kate comenzó a sonar. Lo sacó de su bolsillo con rapidez y contestó sin apartar los ojos de William, temía<br />

que si dejaba de mirarlo pudiera desaparecer.<br />

—¿Sí?<br />

—¿Dónde estás? —preguntó una voz preocupada al otro lado.<br />

—Hola, Jill, estoy en el bosque con…<br />

—¿Y qué haces ahí? Llevamos un rato buscándote —la interrumpió, aún más preocupada tras oír que estaba en el<br />

bosque.<br />

Kate se dio la vuelta y se alejó un par de pasos, buscando intimidad.<br />

—Estoy con William —susurró algo sofocada.<br />

El vampiro esbozó una sonrisa y fingió entretenerse con el paisaje. La conversación llegaba perfectamente a sus oídos<br />

sin necesidad de prestar mucha atención.<br />

—Está con William —explicó Jill a alguien que se encontraba con ella.<br />

—¿Y qué hacen esos dos juntos? —preguntó la voz de Evan con asombro.<br />

—Vaya, así que ha ido a buscarte —continuó Jill sin hacer caso a su novio.<br />

—Sí.<br />

—¿Y habéis hablado? ¿Va todo bien? Puedo ir a buscarte si quieres.<br />

—Sí, sí y no — contestó Kate a las tres cuestiones—. No te preocupes, estoy bien.<br />

—De acuerdo, pero llámame en cuanto puedas. ¡Tienes que contármelo todo! —dijo Jill sin poder disimular su<br />

curiosidad.<br />

—Vale, prometo llamarte.<br />

Colgó el teléfono y volvió a guardarlo. Se giró para quedar frente a William y lanzó un suspiro.<br />

—Era Jill.<br />

William asintió a modo de reconocimiento.<br />

—¿Lista para irnos? —preguntó él con una sonrisa.<br />

La vuelta al coche fue más rápida. Caminaban muy juntos, pero poniendo todo el cuidado en no tocarse. Hablaron sobre

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