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heridas y de mirar hacia delante… —Hizo una pausa, lo que estaba a punto de decir le costaba un gran esfuerzo—. Como<br />

aliados, como amigos.<br />

—Llevo años esperando este encuentro, con la esperanza de que al final consigas terminar lo que aquella noche no<br />

pudiste —dijo William con voz firme y segura, aunque en su interior temblaba a causa del escepticismo y la confusión que<br />

sentía—. Y lo que me encuentro es una palmadita en el hombro y una propuesta de paz. ¡Esto es de locos!<br />

—¿Quieres morir? —preguntó Samuel sin rodeos. William se encogió de hombros y dejó que su mirada vagara sin<br />

fijarse en nada concreto—. Podías haber dejado que cualquiera de esos renegados a los que mataste hiciera el trabajo —<br />

dijo con voz ronca.<br />

—¿Y darles ese placer? No, ese privilegio es tuyo.<br />

—No me tientes —contestó Samuel, esbozando una leve sonrisa. Guardó silencio, sopesando con cuidado las palabras<br />

—. William, lo que ocurrió aquella noche estaba escrito, debía pasar. He tardado mucho tiempo en darme cuenta de eso,<br />

pero al final he comprendido que era la única forma que existía de poder convertirnos en lo que ahora somos. De que mi<br />

hermano ocupara su lugar como el mejor líder que este clan ha tenido jamás, de que yo terminara al frente de los<br />

Cazadores, donde de verdad puedo proteger al mundo de seres como esos renegados, y de que tú…<br />

William alzó la cabeza de golpe y clavó sus ojos incrédulos en los de Samuel.<br />

—¿Insinúas que mi destino era convertirme en un asesino? No sabes cuántas veces he deseado volver a aquel instante en<br />

el que pedías mi muerte. Me habría arrodillado ante ti ofreciéndote mi vida y la de ella, si así hubiera podido salvar a toda<br />

esa gente —replicó enfadado. Desvió la mirada y su rostro se endureció con una expresión gélida.<br />

—Hubo un tiempo en el que así lo creía. Pensaba que tú eras el precio a pagar, para mí solo eras otro vampiro más,<br />

débil y egoísta. Hasta que empezaron las revelaciones —hizo una pausa para ordenar sus ideas.<br />

—¿Revelaciones, premoniciones? No sabía que te habías convertido en un místico —dijo William con sarcasmo.<br />

—Las he tenido desde que nací, pero me esforcé tanto en no oírlas, que acabaron por desaparecer —era completamente<br />

sincero.<br />

William estaba perplejo. Cada vez que había intentado imaginar cómo sería el reencuentro con el licántropo, en sus<br />

pensamientos siempre acababa de la misma forma, a golpes y dentelladas. Por eso le costaba tanto creer que estuvieran<br />

manteniendo esa conversación.<br />

—¿Lo dices en serio? —preguntó William. Samuel asintió un poco avergonzado, como si estuviera mostrando una<br />

debilidad—. Daniel nunca me dijo nada.<br />

—No lo sabe.<br />

—¡Eh, Sam, aquí ya hemos terminado! —dijo uno de los lobos.<br />

—Buscad un sitio apartado y quemadlos, no podemos esperar a que salga el sol. Shane, ¿te apetece ir con ellos? —<br />

preguntó Samuel, esbozando una sonrisa.<br />

—¡Sí! —exclamó el chico entusiasmado, y subió a la furgoneta de un salto<br />

—Nos veremos en los muelles —Samuel se despidió de sus hombres y ladeó el rostro para mirar al vampiro—. ¿Damos<br />

un paseo? Debemos terminar esta conversación.<br />

William se levantó y siguió al mayor de los Solomon hasta la calle iluminada por las antiguas farolas de gas.<br />

—¡Vaya, bajo esta luz tu aspecto es aún peor! —señaló Sam, contemplando la camisa sucia y rasgada de William.<br />

—Tendré que inventar una excusa para cuando llegue al hotel, el recepcionista es demasiado curioso —admitió<br />

William, pasándose la mano sobre el pelo alborotado.<br />

Caminaron despacio y sin decir una palabra, de vuelta a las calles abarrotadas de personas. La curiosidad estaba<br />

poniendo cada vez más nervioso a William y la prudencia comenzaba a dejar paso a la impaciencia.<br />

—¿Por qué ocultas algo así a tu hermano? —preguntó al final.<br />

—Porque podría acabar haciéndome preguntas que yo no quiero contestar.<br />

—Y tú no podrías negarte —comentó William, recordando la influencia que Daniel tenía sobre los de su especie.<br />

—Exacto.<br />

—¿Cómo son esas revelaciones?<br />

—Siempre tienen que ver directamente conmigo, pero, en ocasiones, aparecen otras personas que en ese momento<br />

estarán junto a mí. Así puedo ver algunos retazos de sus vidas futuras, como los que he visto de ti.<br />

—¿De mí? —exclamó con un débil temblor en la voz. Todavía se mostraba un poco suspicaz, incapaz de asimilar todo<br />

lo que le estaba contando.<br />

Samuel se masajeó la barbilla.<br />

—Antes te dije que nuestro destino estaba escrito y que no había forma de evitar lo que pasó. Desde que tuve esa<br />

certeza, creí que eso solo nos incluía a Daniel y a mí, y que tú habías sido el instrumento que nos ayudó a encontrar el<br />

camino. Me equivoqué… —Hizo una pausa e inspiró profundamente el aire húmedo de la noche—. Te he visto, he visto<br />

muchas cosas que no consigo entender. Hay una iglesia muy antigua en alguna parte, donde ocurrirán cosas terribles. Una<br />

gran sala de muros de piedra en la que te enfrentarás a alguien muy poderoso.<br />

—¿Dónde? ¿Cuándo?<br />

Samuel negó con la cabeza.<br />

—Solo son imágenes, retazos, pero hay algo de lo que estoy seguro. Tu destino es guiar a tu linaje y, junto con mi<br />

hermano, crear un mundo para todos nosotros. Todo está escrito y cada suceso de tu vida será un paso más hacia ese final.

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